Con la muestra Oriente extremo hace un
recorrido por su faceta como escultor
Saúl Kaminer decidió ''lanzarse al vacío''
de lo sensual y las emociones
Trabajar el barro y el metal implica una búsqueda
de la unión de los opuestos, dice
La escultura es una expresión de lo sagrado del
hombre, sugiere el artista
MONICA MATEOS-VEGA
Para ''lanzarse al vacío" de lo sensual y de las
emociones, Saúl Kaminer (DF, 1952) afirma que dejará de ser
un pintor "racional". Tal reflexión surge en él a partir
de la muestra Oriente extremo, en la cual hace un recorrido por
su faceta como escultor -con piezas que datan de 1974 y recientes-, así
como por aquellos cuadros que requirieron de bocetos y son precursores
de su plástica actual.
No
se trata de una retrospectiva. La exposición es la semblanza de
un artista que ha transformado sus heridas en umbrales. ''Antes trabajaba
desde mis necesidades, desde un vacío que tenía que satisfacer,
ahora me siento lleno y es lo que ofrezco", explica Kaminer.
En las piezas de cerámica del artista hay pequeñas
aberturas que, admite, ''antes sangraban" y ahora son ventanas o puertas,
''lugares en los que hay comunicación entre el interior y el exterior.
Esta transformación tuvo que ver con mi cambio de residencia. Yo
vivía en Francia, me vine a México en 1997 y me tomó
tiempo encontrar mi lugar interior otra vez y aprender a relacionarme.
También fue un parteaguas encontrar mis raíces, conocer el
pueblo de mi abuelo (en Ucrania), saber sobre los orígenes de mi
padre y los míos. Era la herida que traía en el alma y que
se volvió fuerza".
De la seguridad a la vitalidad
Kaminer emprendió su camino hacia el arte cuando
tenía 14 años, cuando empezó a trabajar en un despacho
de arquitectos como auxiliar de dibujante. Y si bien siempre estuvo interesado
en la parte artística de la arquitectura, confiesa que fue una lectura
de Henry Miller la que lo salvó de continuar en el trabajo administrativo.
''Después de esas lecturas, a los 19 años
decidí que debía saltar al vacío. Salirme de la seguridad
e irme a la vitalidad. El problema es que cuando a uno como artista le
va bien, se rehace el universo de la seguridad. Por eso esta exposición
significa un nuevo salto al vacío, salgo de la seguridad de la pintura,
de lo que ya sé que gusta y me pondré a hacer la pintura
de otra manera, dejando que sea el cuerpo y no la mente lo que me guíe."
Las casas, los perros, las siluetas del abuelo y las torres
son algunas de las figuras recurrentes en la obra de Kaminer que aparecen
en Oriente extremo como arte objeto, mezclando materiales y técnicas.
El artista explica que con el barro percibe ''la experiencia
de lo femenino, porque hurgar en la tierra es como preguntarle qué
forma tiene, pues uno no le puede decir al barro cómo quiere hacer
las cosas; se tiene que dejar al barro que diga qué forma trae dentro.
''Es mi naturaleza la que se encuentra con la naturaleza
de los materiales. La tierra es como la conciencia mineral y el acero es
como si hubiera una ciencia del hombre metida en él, como si el
barro fuera la naturaleza y el metal la cultura del hombre. Son dos fuerzas
complementarias.
''Al trabajar el barro y el metal busco la unión
de los opuestos. Para llevar a cabo una especie de boda interior, entre
lo femenino y lo masculino."
Saúl Kaminer sabe ahora, más que nunca,
que ''la escultura es un encuentro con lo sagrado. Porque lo sagrado y
eso que llamamos Dios es algo que sucede dentro de cada ser humano. Por
eso la escultura es para mí una expresión de lo sagrado del
hombre".
Oriente extremo, exposición de Saúl
Kaminer, se presenta en la Galería Metropolitana (Medellín
28, colonia Roma) y concluirá el 14 de diciembre.