Luis González Souza
Homenaje justo y necesario
Hormiga incansable, flor en el desierto, ultimo pilote (el de hasta abajo). Todo ello, por decir algo, es poco decir. Antes, durante la(s) guerra(s), fue la primera en decir šbasta, no pasarán! Ahora, en tiempos de paz y construcción de una genuina tercera vía, de un puente sólido hacia el futuro, es la primera en luchar y trabajar.
Son las cinco de la mañana y ya se le mira colocando ladrillos y varillas en el enésimo edificio nuevo, de aquí al lado. Son las 12 del día y ya se le mira cocinando la fa, la sopa que hará las veces de primer combustible para todos los que construirán futuro el día de hoy (que son casi todos y todas en Vietnam, aquí y ahora). Son cualesquiera horas del día y fácilmente se las observa en cualquier banqueta de Hanoi, preparando o sirviendo otros alimentos.
Igualmente puede mirársele en cualquier paraje del campo vietnamita, sembrando algo (casi siempre arroz o café) o preparando la tierra para las nuevas siembras o cosechas. En el hogar, ni qué decir. Más bien, decir lo de siempre: preparando a los soldados del futuro (que cargarán azadones en vez de armas) y sembrando siempre la estabilidad de toda la familia.
En las calles de Hanoi, como todo mundo, "partiéndose el alma" para ganar un lugar en el asfalto, como el mejor de los motociclistas, pero acaso con más cautela, ahí se le ve, arriba de la mejor motocicleta o bicicleta, ganando semáforo a semáforo, sin pedir ni dar cuartel, conquistando el sito de avanzada y sin pedir permiso siquiera a los automovilistas. Ver para creer.
Y a todo ello hay que sumar su tradicional labor en toda la gama del llamado "sector servicios". Servicios de toda índole: desde las infaltables lo mismo que invaluables tareas educativas hasta el antiquísimo acompañamiento del "macho" (Ƒo del "mach o menos", como dicen acá, en este matriarcado?). En labores de sexo primitivo, en tal o cual karaoke. Vaya, hasta cantando se la viven... antes de ir a la cama. Ver para creer (y sentir).
En el ejército, en la defensa de la patria -ya lo dijimos- tampoco hay distingos. Lo mismo una bella y esbelta que un feo y panzón pueden tomar el fusil y dar las órdenes del caso, en cualquier frente de guerra, en cualquier lugar de este mundo tan "globalizado", y a la hora que se nos antoje. Ni qué decir en todos los demás frentes. De plano no hay para dónde hacerse sin que ella destaque en un primer plano. La patria toda se construye día con día... gracias, destacadamente, a su lucha y trabajo.
Es la mujer vietnamita. Merece uno, dos, tres monumentos o, por lo menos, un reconocimiento como el aquí ensayado.
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