Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 25 de octubre de 2002
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Política

Jorge Camil

ƑCero tolerancia?

En el centro del debate sobre Rudy Giuliani no debería haber temas como el costo del proyecto (más de 4 millones de dólares), las violaciones a los derechos humanos durante su gestión como alcalde de Nueva York, ni la identidad de los buenos samaritanos (nacionales o extranjeros) dispuestos a pagar los estratosféricos honorarios. Los temas son otros, de mayor profundidad y más preocupantes para los habitantes de una ciudad convertida en un infierno. Su contratación, aprobada por un hombre que milita en la oposición, con legítimas aspiraciones presidenciales, y cuatro años más para resolver el problema, es una capitulación: el gobierno de la ciudad se rinde finalmente, abatido por la delincuencia, la corrupción de los cuerpos policiacos, la impunidad, la incapacidad administrativa y la presión de empresarios preocupados, como todos nosotros, por su seguridad personal.

Por otra parte, la política de Cero tolerancia, ondeada como panacea, no requiere de conocimientos fisicomatemáticos para comprenderla ni aplicarla: es, simple y sencillamente, el cumplimiento draconiano de la ley mezclado con una generosa dosis de sentido común: un automóvil sin rumbo fijo al amparo de la noche, la sugestiva presencia de sexoservidoras o extraños merodeando en un barrio residencial, pueden ser simples coincidencias, pero también el indicio de una conducta delictiva. Por eso, todas las conductas sospechosas deben ser investigadas, y todos los responsables, detenidos, cuestionados y enviados a una delegación, para revisar sus antecedentes penales. En caso de duda, la consigna parecía ser: šdetengan, arresten, disparen, consignen! Ese es el corazón de la doctrina Giuliani.

También es preciso que el gobierno de la ciudad esté consciente de que el bueno de Rudy Giuliani se encuentra en plena precampaña presidencial. Después de los acontecimientos del 11 de septiembre los neoyorquinos, agradecidos, lo imaginaron del tamaño de la Estatua de la Libertad: la Casa Blanca, el Premio Nobel de la Paz y la secretaría general de Naciones Unidas eran insuficientes recompensas para el alcalde compasivo que durante semanas lució orgulloso por doquier la gorra del cuerpo de bomberos de la ciudad de Nueva York. Y él, anteriormente obligado a renunciar a sus aspiraciones senatoriales por un cáncer de próstata y un escándalo sentimental, aprovechó la oportunidad histórica y volvió por sus fueros convertido en una figura internacional.

Ahora, con el cáncer en remisión y el asunto sentimental olvidado, ha escrito un libro titulado Liderazgo, que es francamente revelador de sus aspiraciones inmediatas y que promueve por todo el país, firmando copias y concediendo entrevistas a las principales cadenas de televisión.

Por eso, la oferta del Gobierno del Distrito Federal (si no fue instigada por él mediante sus "creadores de imagen") le vino como anillo al dedo. Imagínese: "šel gobierno de la capital de uno de nuestros principales socios comerciales requiere que le ponga la casa en orden!"

Aquí es donde comienzan los temas difíciles: Ƒvamos a entregar información confidencial sobre las flaquezas de nuestra capital y nuestro sistema de gobierno (corrupción, impunidad, incapacidad administrativa, diferencias partidistas) en manos de quien pudiese ser el próximo presidente de Estados Unidos? ƑQué dirá el prontuario de Cero tolerancia del ciudadano que con un guiño de complicidad desliza un billete de 100 en las manos de un guardián de la ley? ƑCómo combatir el espectro de la pobreza, que afecta por igual a policías y ladrones? ƑHabrá una sección para modificar la indiferencia con la que los mexicanos condonamos la corrupción? ƑCuál será la receta del manual de Cero tolerancia para evitar que miembros activos de los cuerpos policiacos aparezcan invariablemente como operadores o dirigentes de las principales bandas de secuestradores, robacoches y asaltantes?

En el meollo del problema está la incapacidad administrativa de un país gobernado por tres partidos políticos que no han podido erradicar la inseguridad. Apenado, tal vez, por el elevado costo de los honorarios de Giuliani, el secretario de Seguridad Pública se disculpó recientemente ante los medios: "... también incluyen el costo del software para controlar las estadísticas del crimen..." Y el jefe de Gobierno, con enorme "colmillo político", se mantiene al margen para que el triunfo o el fracaso de esta inusual decisión se atribuyan a los elusivos empresarios. ƑCero tolerancia?, en un país donde un motociclista se acercó recientemente a un infractor amigo mío, y después de saludarlo amablemente le dijo a bocajarro, con un cinismo que congelaría las mejores intenciones de Rudy Giuliani: "ƑQué prefiere, mi distinguido: renovación moral o simplificación administrativa?"

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