UNA FIANZA AGRAVIANTE Y SOSPECHOSA
Un
juez federal admitió provisionalmente ayer garantías hipotecarias,
en calidad de fianza, por 4 mil 600 millones de pesos, para permitir a
Carlos Cabal Peniche que pueda seguir, en régimen de libertad bajo
caución, el proceso que se le sigue por uno de los fraudes que el
ex banquero perpetró hace nueve años, bajo el amparo del
gobierno de Carlos Salinas de Gortari. Los bienes inmuebles puestos a disposición
del juez pertenecen, según afirma la defensa del presunto defraudador,
a "amigos" cuyos nombres habrán de mantenerse en secreto, a petición
del propio Cabal, "por razones de seguridad".
Este episodio judicial es, por diversas razones ilustrativo
de la corrupción, la desigualdad y la profunda inmoralidad que imperan
en el país, y se convierte, por ello, en un tema de interés
público.
Por principio de cuentas, resulta sorprendente, por decir
lo menos, el que un sujeto indiciado por fraude, prófugo y posteriormente
extraditado, que causó un quebranto mayúsculo a la economía
del país, pueda disfrutar de suficiente credibilidad entre sus "amigos",
como para que éstos se apresuren a poner a su disposición,
y arriesgar, más de 400 millones de dólares. Habida cuenta
de los antecedentes penales de Cabal, es razonable suponer que los magnates
anónimos que ponen en peligro sus propiedades con tal de que el
indiciado no pise la cárcel no actúan movidos por la generosidad,
sino obligados por la complicidad. Desde esta perspectiva, la obtención
de las multimillonarias garantías por parte de Cabal es un indicio,
sólo un indicio, sí, pero inequívoco, de remanentes
mafiosos, dueños de un enorme poder económico, de las redes
de saqueo nacional propiciadas y protegidas desde la cúspide del
poder público en los dos sexenios anteriores.
En otro sentido, los 4 mil 600 millones de pesos reunidos
por Cabal para enfrentar su proceso desde la comodidad de su hogar constituyen
una oprobiosa muestra de desigualdad en un contexto penal en el que miles
de pobres primodelincuentes, acusados de delitos mucho menos graves que
los que se imputan al ex banquero, van a prisión porque carecen
de unos cuantos miles de pesos para pagar sus fianzas.
La fianza presentada por Cabal es una inocultable obscenidad
en un país en el que más de la mitad de la población
se encuentra en situación de pobreza, en el que las instituciones
deben operar en condiciones de la más severa austeridad presupuestal
y en el que millones de familias subsisten con uno o dos salarios mínimos.
No debe pasarse por alto, finalmente, que en la penuria económica
del momento inciden, en buena medida, los millonarios saqueos perpetrados
por banqueros como el propio Cabal, Isidoro Rodríguez y Jorge Lankenau,
y solapados por Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, y por individuos que
aún detentan posiciones de poder público, como Francisco
Gil Díaz, Santiago Levy y Guillermo Ortiz.