Concluyó ayer en el Zócalo la
Feria de la Diversidad Cultural, por los derechos indígenas
Los llevo en el corazón; vivan, no se dejen
de los hijos de puta: Fito Páez
Los Gaiteros de Colombia, Orishas y Mono Blanco, incluidos
en el programa más esperado
ARTURO CRUZ BARCENAS
Ayer concluyó la cuarta Feria de la Diversidad
Cultural, evento que se desarrolló durante siete días y que
convirtió al Zócalo capitalino en escenario para grupos de
teatro, música y danza indígenas, bandas tradicionales, jaraneros
y marimberos. Si la gran plaza es de por sí expresión de
la multiplicidad étnica de México, en estos días fue
espacio artesanal, gastronómico, fotográfico y de reflexión,
así como de rock, son, rap y música de gaita.
En carpas se dio información sobre el propósito
de la feria: "Por el pleno reconocimiento de los derechos de los pueblos
indígenas". Esto se explicó a los defeños y turistas
que motivados por la curiosidad entraban y se ponían bajo el brazo
folletos de ONG involucradas y de grupos de la sociedad civil que no dejan
pasar la ocasión para apoyar estas causas.
Grosso modo, se indicó, en la última
década se ha reducido el carácter de polo de atracción
migratoria del DF y su Zona Metropolitana, pero éstos siguen siendo
el principal asiento de las migraciones indígenas de todo el país.
En la ciudad de México se hablan prácticamente todas las
lenguas indígenas de la República y es hoy la urbe más
diversa culturalmente en América Latina.
La población indígena del DF se puede diferenciar
en pueblos y comunidades. Unos son descendientes de poblaciones asentadas
ancestralmente en el valle de México y se ubican principalmente
en el sur, en las delegaciones Milpa Alta, Xochimilco, Tlalpan y Tláhuac.
Otras provienen de procesos de desplazamientos de población hacia
la capital del país, a partir de los años 40 del siglo pasado
y se ubican principalmente en las jurisdicciones de Cuauhtémoc,
Venustiano Carranza, Iztapalapa, Coyoacán, Iztacalco y Gustavo A.
Madero.
La feria fue organizada por el Gobierno del DF, mediante
sus secretarías de Desarrollo Social, y de Cultura, con el afán
de "lograr el reconocimiento social y jurídico de la naturaleza
pluricultural de la entidad y de los derechos de los pueblos indígenas
que en ella viven... pretende favorecer el proceso de visibilización
y dignificación de los pueblos indígenas originarios y residentes
en la ciudad". Las aportaciones de los indígenas no se dan sólo
en la música, por ejemplo, sino en el entorno, en construcciones.
Su mano de obra es indispensable, ya sea tocando una vihuela o colocando
tabiques.
Tardenoche del sábado
El
sábado 12 de octubre, Día de la Raza, tuvo lugar el programa
más esperado de la feria. A las cuatro de la tarde subió
al escenario el grupo colombiano Los Gaiteros de San Jacinto, nacidos de
la unión de Juan Alberto Fernández con unos virtuosos de
la gaita, Juan y José Lara, en el barrio de Miraflores de San Jacinto
(Bolívar). Han viajado mucho y en México se presentaron por
primera vez con motivo de la Olimpiada Cultural de 1968.
La mayoría de los que los escucharon el sábado
no tenían idea de la importancia e historia de Los Gaiteros. Los
oyeron unos cientos, tan sólo. Bajaron y se dirigieron a su carpa-camerino.
Era tarde y tenían hambre. A Juan Alberto Fernández le sirvieron
un plato con frijoles medio machacados y tres trozos de moronga. Entre
chomp-chomp dijo: "A veces se me viene un tarugo a la garganta porque no
sé qué decir -sobre el hecho de haber tocado en el Zócalo-.
Es una impresión... como si estuviera en mi tierra. Nunca me imaginé
esto". Y pidió que le sirvieran un trago de algo.
"Me siento engrandecido y agradecido. No toda la música
de Colombia es Shakira, Carlos Vives y otros. Ellos dependen de nosotros,
aunque nosotros nunca salgamos en MTV. Claro. Tengo 45 años de trabajar
con está música. Lo que hago es revivir la música.
Si ustedes supieran la cantidad de música que se ha perdido."
Subieron los cubanos de Orishas -palabra africana de la
región yoruba, de Nigeria, de los dioses que componen; un orisha
es un santo, una divinidad-, con su rap con letras cachondas. En entrevista
dijeron que tal género musical ya es reconocido en su país
como un género y no sólo como movimiento. "Ahora nuestro
objetivo es lograr tener dinero para producir materiales con calidad internacional.
Ya logramos un avance y nos prometieron un estudio.
"Somos parte de un movimiento joven que trae todas nuestras
raíces tradicionales, afrocubanas. Benny Moré y otros trabajaron
y debutaron aquí; nosotros representamos la nueva generación
de la música cubana."
-¿Qué entienden por diversidad cultural?
-En Cuba siempre se ha tratado de rescatar el folclor,
lo africano. No hay país sin folclor y (el gobierno, el Estado)
México debería poner más atención sobre el
tema. Cada etnia, cada baile, pertenece a México.
-¿Qué saben de Fito Páez? -quien
cerraría más tarde el concierto.
-Creó una escuela en Cuba. Es una persona muy allegada
a nosotros y marcó una pauta dentro de la vieja y nueva trova.
-¿Mono Blanco?
-No lo conocíamos.
-¿Qué opinan de las diferencias diplomáticas
entre México y Cuba?
-Es mejor dejar que la música fluya, en tanto idioma
universal. La música tiene que quedar exenta de ese problema. Sí
hemos tocado los problemas sociales, pero para construir.
-¿El rap nació para los negros que no saben
cantar?
-Nació, sí, y no se necesita ningún
estudio. Es como la música folclórica mexicana, como la rumba.
El rap ha llegado tan hondo por su alto contenido de calle y marginalidad.
Si el rap hubiera pasado por la escuela quizá no sonaría
como ahora. Es una nueva forma de expresión que no sólo la
saben cantar los negros. Los problemas son cotidianos.
Mono Blanco, representante y parte de la vanguardia del
son veracruzano, tocó unas canciones de esta "música rara".
Jarana, guitarra de son, arpa, pandero y quijada de burro. Levantaron aplausos
cuando cantaron El mundo se va a acabar, que hiciera famosa Molotov.
Sobre la diversidad étnica, cultural, Gilberto Gutiérrez,
su director, dijo: "No hay que hacerse buey; venimos del mismo toro".
Ya desde que tocó el turno a Los Gaiteros se escuchaban
gritos pidiendo que subiera Fito. "Oe-oe-oe... Fito, Fito", en una variante
del coro que se entonaba a Diego Armando Maradona en sus días de
gloria. El roquero argentino se acercó a la cerca y saludó
a numerosos jóvenes, a quienes también firmó algunos
autógrafos.
El rosarino al escenario
Si con los colombianos hubo tan sólo unos cientos,
cuando subió Fito ya había decenas de miles. Abrió
con El diablo de tu corazón, meca, contundente. La brincadera
y la histiamina, la emoción y los gritos. Luego Al lado del camino,
hasta completar un recital de 17 canciones, 17 éxitos, sin faltar
Circo beat, Dar es dar, Yo vengo. A veces al piano,
otras con la guitarra, Fito agradeció "estar en el Centro de México;
los llevo en el centro de mi corazón". A sus 39 años: "Sin
ismos, me declaro vivo y enterrado".
Exhortó al público a vivir, a no dejarse,
a protestar, a "contestar a los hijos de puta", "en esta ciudad". Fue la
primera presentación del rosarino en el Zócalo; antes lo
había hecho en el Monumento a la Revolución. Anunció
la presentación de su paisano Charly García en México,
el 7 y 8 de noviembre, en el Salón 21.