Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 14 de octubre de 2002
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Espectáculos
Concluyó ayer en el Zócalo la Feria de la Diversidad Cultural, por los derechos indígenas

Los llevo en el corazón; vivan, no se dejen de los hijos de puta: Fito Páez

Los Gaiteros de Colombia, Orishas y Mono Blanco, incluidos en el programa más esperado

ARTURO CRUZ BARCENAS

Ayer concluyó la cuarta Feria de la Diversidad Cultural, evento que se desarrolló durante siete días y que convirtió al Zócalo capitalino en escenario para grupos de teatro, música y danza indígenas, bandas tradicionales, jaraneros y marimberos. Si la gran plaza es de por sí expresión de la multiplicidad étnica de México, en estos días fue espacio artesanal, gastronómico, fotográfico y de reflexión, así como de rock, son, rap y música de gaita.

En carpas se dio información sobre el propósito de la feria: "Por el pleno reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas". Esto se explicó a los defeños y turistas que motivados por la curiosidad entraban y se ponían bajo el brazo folletos de ONG involucradas y de grupos de la sociedad civil que no dejan pasar la ocasión para apoyar estas causas.

Grosso modo, se indicó, en la última década se ha reducido el carácter de polo de atracción migratoria del DF y su Zona Metropolitana, pero éstos siguen siendo el principal asiento de las migraciones indígenas de todo el país. En la ciudad de México se hablan prácticamente todas las lenguas indígenas de la República y es hoy la urbe más diversa culturalmente en América Latina.

La población indígena del DF se puede diferenciar en pueblos y comunidades. Unos son descendientes de poblaciones asentadas ancestralmente en el valle de México y se ubican principalmente en el sur, en las delegaciones Milpa Alta, Xochimilco, Tlalpan y Tláhuac. Otras provienen de procesos de desplazamientos de población hacia la capital del país, a partir de los años 40 del siglo pasado y se ubican principalmente en las jurisdicciones de Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Iztapalapa, Coyoacán, Iztacalco y Gustavo A. Madero.

La feria fue organizada por el Gobierno del DF, mediante sus secretarías de Desarrollo Social, y de Cultura, con el afán de "lograr el reconocimiento social y jurídico de la naturaleza pluricultural de la entidad y de los derechos de los pueblos indígenas que en ella viven... pretende favorecer el proceso de visibilización y dignificación de los pueblos indígenas originarios y residentes en la ciudad". Las aportaciones de los indígenas no se dan sólo en la música, por ejemplo, sino en el entorno, en construcciones. Su mano de obra es indispensable, ya sea tocando una vihuela o colocando tabiques.

Tardenoche del sábado

El sábado 12 de octubre, Día de la Raza, tuvo lugar el programa más esperado de la feria. A las cuatro de la tarde subió al escenario el grupo colombiano Los Gaiteros de San Jacinto, nacidos de la unión de Juan Alberto Fernández con unos virtuosos de la gaita, Juan y José Lara, en el barrio de Miraflores de San Jacinto (Bolívar). Han viajado mucho y en México se presentaron por primera vez con motivo de la Olimpiada Cultural de 1968.

La mayoría de los que los escucharon el sábado no tenían idea de la importancia e historia de Los Gaiteros. Los oyeron unos cientos, tan sólo. Bajaron y se dirigieron a su carpa-camerino. Era tarde y tenían hambre. A Juan Alberto Fernández le sirvieron un plato con frijoles medio machacados y tres trozos de moronga. Entre chomp-chomp dijo: "A veces se me viene un tarugo a la garganta porque no sé qué decir -sobre el hecho de haber tocado en el Zócalo-. Es una impresión... como si estuviera en mi tierra. Nunca me imaginé esto". Y pidió que le sirvieran un trago de algo.

"Me siento engrandecido y agradecido. No toda la música de Colombia es Shakira, Carlos Vives y otros. Ellos dependen de nosotros, aunque nosotros nunca salgamos en MTV. Claro. Tengo 45 años de trabajar con está música. Lo que hago es revivir la música. Si ustedes supieran la cantidad de música que se ha perdido."

Subieron los cubanos de Orishas -palabra africana de la región yoruba, de Nigeria, de los dioses que componen; un orisha es un santo, una divinidad-, con su rap con letras cachondas. En entrevista dijeron que tal género musical ya es reconocido en su país como un género y no sólo como movimiento. "Ahora nuestro objetivo es lograr tener dinero para producir materiales con calidad internacional. Ya logramos un avance y nos prometieron un estudio.

"Somos parte de un movimiento joven que trae todas nuestras raíces tradicionales, afrocubanas. Benny Moré y otros trabajaron y debutaron aquí; nosotros representamos la nueva generación de la música cubana."

-¿Qué entienden por diversidad cultural?

-En Cuba siempre se ha tratado de rescatar el folclor, lo africano. No hay país sin folclor y (el gobierno, el Estado) México debería poner más atención sobre el tema. Cada etnia, cada baile, pertenece a México.

-¿Qué saben de Fito Páez? -quien cerraría más tarde el concierto.

-Creó una escuela en Cuba. Es una persona muy allegada a nosotros y marcó una pauta dentro de la vieja y nueva trova.

-¿Mono Blanco?

-No lo conocíamos.

-¿Qué opinan de las diferencias diplomáticas entre México y Cuba?

-Es mejor dejar que la música fluya, en tanto idioma universal. La música tiene que quedar exenta de ese problema. Sí hemos tocado los problemas sociales, pero para construir.

-¿El rap nació para los negros que no saben cantar?

-Nació, sí, y no se necesita ningún estudio. Es como la música folclórica mexicana, como la rumba. El rap ha llegado tan hondo por su alto contenido de calle y marginalidad. Si el rap hubiera pasado por la escuela quizá no sonaría como ahora. Es una nueva forma de expresión que no sólo la saben cantar los negros. Los problemas son cotidianos.

Mono Blanco, representante y parte de la vanguardia del son veracruzano, tocó unas canciones de esta "música rara". Jarana, guitarra de son, arpa, pandero y quijada de burro. Levantaron aplausos cuando cantaron El mundo se va a acabar, que hiciera famosa Molotov. Sobre la diversidad étnica, cultural, Gilberto Gutiérrez, su director, dijo: "No hay que hacerse buey; venimos del mismo toro".

Ya desde que tocó el turno a Los Gaiteros se escuchaban gritos pidiendo que subiera Fito. "Oe-oe-oe... Fito, Fito", en una variante del coro que se entonaba a Diego Armando Maradona en sus días de gloria. El roquero argentino se acercó a la cerca y saludó a numerosos jóvenes, a quienes también firmó algunos autógrafos.

El rosarino al escenario

Si con los colombianos hubo tan sólo unos cientos, cuando subió Fito ya había decenas de miles. Abrió con El diablo de tu corazón, meca, contundente. La brincadera y la histiamina, la emoción y los gritos. Luego Al lado del camino, hasta completar un recital de 17 canciones, 17 éxitos, sin faltar Circo beat, Dar es dar, Yo vengo. A veces al piano, otras con la guitarra, Fito agradeció "estar en el Centro de México; los llevo en el centro de mi corazón". A sus 39 años: "Sin ismos, me declaro vivo y enterrado".

Exhortó al público a vivir, a no dejarse, a protestar, a "contestar a los hijos de puta", "en esta ciudad". Fue la primera presentación del rosarino en el Zócalo; antes lo había hecho en el Monumento a la Revolución. Anunció la presentación de su paisano Charly García en México, el 7 y 8 de noviembre, en el Salón 21.

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