BUSH: MENTIRAS Y ALARMISMO
Es
difícil imaginar en el mundo contemporáneo un discurso político
más carente de rigor, seriedad y fundamentos que el pronunciado
ayer por el presidente George W. Bush, en el que apremió de nueva
cuenta al Congreso y a los ciudadanos de su país a respaldar una
aventura bélica contra Irak.
En su terquedad militarista, el mandatario atropelló
el sentido común, mintió descaradamente acerca de las prioridades
mundiales de seguridad y refutó incluso un reciente informe del
director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), George Tenet, en
el que se reconoce la falta de pruebas sobre el presunto empeño
de Bagdad por fabricar armas nucleares.
Si hubiera un mínimo indicio de sinceridad en el
afán de Bush de "desarmar a Saddam Hussein en aras de la paz", el
gobierno de Estados Unidos tendría que otorgar un amplio e incondicional
respaldo a la misión a Irak de los inspectores de la Organización
de las Naciones Unidas; sin embargo, si el equipo de verificación
de armas de destrucción masiva no ha podido viajar al país
árabe es por el empecinamiento de la Casa Blanca en sabotear esa
tarea. La razón es simple: si los funcionarios internacionales volvieran
de Irak sin indicios del presunto rearme iraquí, Bush y su equipo
se quedarían sin argumentos para desencadenar una guerra que necesitan
desesperadamente, pero no para asegurar la paz mundial, sino para ejercer
el control sobre los recursos petroleros del país árabe,
para cobrarle viejas facturas personales al dictador iraquí y para
insuflar un poco de credibilidad en las campañas electorales del
alicaído Partido Republicano de cara a los comicios legislativos
del próximo 5 de noviembre.
En esa lógica, es preciso valorar los esfuerzos
pacifistas efectuados por centenares de miles de ciudadanos lúcidos
y de buena voluntad que el domingo pasado marcharon por las calles de San
Francisco, Nueva York, Denver y otras ciudades de la nación vecina
para exigir que el grupo en el poder no emprenda una nueva agresión
internacional en nombre de la sociedad.
Las movilizaciones referidas fueron una representación
inequívoca del sentir de tres cuartas partes de los estadunidenses,
de acuerdo con la encuesta que publicó ayer The New York Times.
Según el estudio, tres de cada cuatro ciudadanos interrogados piensan
que su Presidente debe preocuparse más en reactivar la economía
interna que en agredir a Irak, y que siete de cada diez desean que los
candidatos de ambos partidos hablen más de temas económicos
nacionales que de una guerra en el golfo Pérsico.
En este contexto, es claro que a Bush no le queda más
alternativa, para seguir impulsando su proyecto de guerra, que mentir una
y otra vez y alarmar a su pueblo con el espantajo de la fantasmagórica
amenaza iraquí.
Ante las falsedades goebbelianas del mandatario estadunidense
es pertinente recordar, a decir de las encuestas, que los estadunidenses
buscan seguridad fundamentalmente en la vivienda, el empleo, la alimentación,
la educación y la salud, y que las más graves amenazas a
la paz regional en Medio Oriente son los empeños agresivos del propio
Bush y las atrocidades que perpetra -un día sí y otro también-
su principal aliado en la zona, Ariel Sharon, quien justo ayer ordenó
una nueva masacre de civiles palestinos -14 muertos, entre ellos una mujer
y un niño, y 200 heridos- en la franja de Gaza.