La agrupación portuguesa Madredeus ante la crème de la crème mexiquense
''šQué bonito canta ópera esa muchacha!''
ARTURO JIMENEZ ENVIADO
Valle de Bravo, Mex., 6 de octubre. Un concierto impecable, un escenario bello y un público que no pudo o no supo meterse de lleno y colmarse de nostalgia y regocijo definieron la presentación del grupo portugués Madredeus, en el ostentoso centro de descanso El Santuario.
Fue, sin embargo, una velada de saudade, melancolía, gozo y sensualidad conjugados ante el lago nocturno de este paraíso húmedo que anoche además se mostró nublado.
A diferencia del jueves pasado en el Auditorio Nacional, donde Madredeus estuvo acompañado por la Camerata de las Américas en un concierto que la cantante Teresa Salgueiro vivió como "inolvidable", en Valle de Bravo el quinteto se presentó en su formato tradicional: dos guitarras, bajo, teclados y voz.
Además, mientras en el Auditorio se ofreció un repertorio variado que recorrió la discografía del grupo, en El Santuario se interpretaron sobre todo piezas del reciente disco Movimiento, como La quimera y Vergel de las naranjas, canción que narra un "encuentro prohibido" entre dos amantes, como explicó Salgueiro.
Con la presencia de representantes del poder económico y político, como Michel Domit, propietario del lugar, y Arturo Montiel, gobernador mexiquense, así como de la clase media alta de la región, quienes pudieron pagar la entrada general de 500 pesos y desplazarse a las afueras de Valle de Bravo, el concierto fue un muestrario del desencuentro.
Entre las sillas y gradas del amplio anfiteatro, cuya acústica resultó inmejorable al rebotar de un cerro partido a la mitad y ubicado enfrente, el intermedio propició algunos ejemplos. "šQué bonito canta ópera esa muchacha!", comentaba un grupo de señoras y sus maridos, quienes esa noche habían encontrado una manera de entretenerse.
O la jovencita que, presa de la desesperación y la abulia, insistía a su padre: "Por favor, papi, ya llévame a casa, ya me aburrí". O el grupo de matrimonios cuarentones, en el que mientras a ellas Madredeus les pareció "padrísimo", a uno de ellos le dio motivo para "cabecear un rato".
Sin embargo, entre los jóvenes parecían surgir más anhelos y pasiones, como un grupo de intelectuales light que ahí mismo decidieron: "la próxima vez nos vamos a escucharlos a Portugal".
Aunque algunas voces, como islas, sintetizaron contundentes: ''Madredeus ha tenido mejores públicos en México". Eran voces que, quizá, habían asistido el jueves pasado al Auditorio Nacional. Otras islas, sin embargo, no regatearon los méritos técnicos, pues comentaron que el grupo portugués se escuchaba de manera tan clara "como si fuera el disco".
Generosa, Teresa Salgueiro acepta, con la ayuda de su representante en México, Orly Beigel, charlar con La Jornada.
-ƑCómo percibiste este concierto en Valle de Bravo?
-Me gustó mucho el escenario, pero me sucedió algo que jamás me había ocurrido, pues me comí un mosquito mientras cantaba Ojalá. Estaba respirando cuando se metió por mi boca y se atoró en la garganta. Fue horrible.
-ƑCuál fue tu experiencia con este público?
-Me gustó mucho, aunque en la primera parte del concierto me pareció un poco formal. Claro que no pretendo hacer un análisis de esto.
-Pero, Ƒcómo lo percibiste en comparación con el público del Auditorio Nacional?
-El de allá ha sido para mí un concierto extraordinario, fue inolvidable, algo que jamás olvidaré. El público estaba eufórico.