REPUBLICA DE PANTALLA
Jenaro Villamil
Las paradojas del desastre yucateco y el estilo Teletón
Reacción oficial determinada por los medios
No todo es neoliberalismo en Brasil
DESDE MIGUEL de la Madrid hasta Vicente Fox, los presidentes mexicanos han tenido que probarse frente a los desafíos ocasionados por los desastres naturales o accidentales, que traen otros dramas mayores: expedientes de impunidad, de incapacidad, de falta de cultura de protección civil, de clientelismo vulgar y de lucro político.
DESDE EXPERIENCIAS como las explosiones de San Juanico, en 1984; los sismos de 1985; el huracán Gilberto, en 1988, las devastadoras lluvias en el sur mexicano; los huracanes Opalo y Roxane, hasta el caso más reciente del Isidore, que devastó Yucatán (85 municipios en zona de desastre) y una parte de Campeche (11 municipios en estado de emergencia), los gobiernos federales y estatales han reaccionado casi siempre a la zaga del interés y la preocupación generada por los medios informativos y por las demandas de la sociedad expresadas en ellos.
LA LECCION SIGUE siendo cruda: la fragilidad del territorio mexicano se agrava con la brutalidad de la pobreza, que se vuelve visible por el rating generado ante la tragedia. Una vez pasada la emergencia, los medios se olvidan de ese México profundo que ni Pronasol ni Oportunidades han podido paliar.
EL CASO DEL huracán Isidore dejará lecciones también para la administración de Fox, tan preocupada por la presión mediática y tan poco ocupada en elaborar una coordinación efectiva frente a estas situaciones. El efecto real de este desastre es la ausencia de lo público frente a la marginación agravada.
OTRAS LECCIONES y paradojas que podemos reseñar son las siguientes:
1. YUCATAN ES una entidad de contrastes y niveles de pobreza escandalosos. En la zona afectada están los índices de mortalidad infantil más altos del país, como en el municipio de Tixpeual. En Mérida se asientan los capitales más ostentosos de la península. Basta recordar que uno de los grandes "amigos de Yucatán" es Roberto Hernández -así lo llamó Fox en su tercera gira-, adquiriente de varias ex haciendas henequeneras que viven de la nostalgia de la "casta divina" porfirista, reconvertida en "casta elegida" desde el salinismo. La entidad ha tenido una visibilidad inédita a raíz del drama humano de poblaciones enteras de damnificados por el huracán.
POR EJEMPLO, en comisarías como Tigre Grande, en Tekax, una anciana maya jamás había visto una cámara de televisión, y mucho menos el helicóptero de Telmex que la rescató. Los medios masivos redescubrieron que en estas y otras zonas viven mayas en condiciones de precariedad extremas. Isidore vino a subrayar esta situación y a conmover los valores virtuales que pronto olvidarán a esas mayas entrevistadas en medio del desastre. La economía de más de 700 mil personas quedó en ruinas, y no precisamente arqueológicas. La visibilidad actual no ha llevado a la derivación lógica de su situación: la pobreza endémica es, como el cólera, una epidemia anterior al huracán que no ha sido resuelta por el Estado mexicano.
2. DURANTE LA primera semana posterior al huracán, el gobierno federal mantuvo un bajo perfil de acción frente a la catástrofe. El Pemexgate dominaba en pantallas. Paradójicamente, fueron las imágenes televisivas que mostraron al gran público un nivel de daño mucho mayor al pronosticado, y su repercusión internacional, especialmente en Europa, las que movilizaron al gobierno de Vicente Fox hacia Yucatán y Campeche. Tres giras presidenciales en una semana, espots televisivos llamando a la solidaridad y promocionales de las grandes cadenas de autoservicio y de Televisa y Tv Azteca para hacer acopio de víveres y ayuda en general, le dieron al asunto un primer lugar en la voluble agenda de los medios y de la política. Hasta programas de chismorreo artístico como La Oreja y Ventaneando se volcaron a la "buena causa". Los chavos de La Academia y de Operación Triunfo preparan canciones de solidaridad.
3. DENTRO DE ESA reacción tardía del gobierno federal, un punto nodal es preocupante: la facilidad con que se mezclan el tono de la espectacularidad televisiva y los mensajes de sus conductores con las acciones de gobierno. La copia del discurso Teletón para afrontar un desafío de Estado está en el orden del día. La primera dama Marta Sahagún se paseó con estrellas de la pantalla para repartir telegénicamente víveres y raciones alimenticias. Confundir el set televisivo con la responsabilidad en materia de protección civil genera no sólo desconfianza. Puede ser el germen de un nuevo tipo de discurso de la intolerancia: la filantropía con rating. Por ejemplo, en Dzilam, puerto de la costa noreste de Yucatán, severamente dañado, el primer mandatario regañó a un grupo de damnificados que se quejaban de su alcalde después de una semana sin víveres, sin luz ni agua potable. "No es momento de rollos, pleitos, partidos y colores, sino de trabajar", les dijo el Presidente desde su alta investidura y con el apoyo de las cámaras televisivas. Antes había intentado mitigar con expresiones chabacanas lo que reclamaba una evaluación y no homilías de unidad. Sólo algunos secretarios de Estado se salvaron de no caer en este tipo de expresiones de intolerancia. Vale la pena mencionar los casos de Josefina Vázquez Mota, de la Sedeso, y de los titulares del Ejército y de Marina, quienes asumieron su papel. Es decir, operaron desde el discurso público, no desde el eslogan.
NI QUE DECIR del gobernador de Campeche, José Antonio González Curi, quien en los primeros días de la tragedia intentó parar el escándalo con expresiones como "Campeche es autosuficiente", "nosotros podemos solos". Hoy el Ejército y la Marina realizan las acciones que el gobierno estatal no ha podido coordinar.
4. EN MEDIO DEL Teletón político, en Yucatán surgen expresiones muy peculiares del humor regional. Después de dos semanas, el programa de radio con mayor audiencia, de Melo Colli, un joven cómico -con todo el doble sentido del mote-, que en la estación Candela, de la Cadena Raza, se dio a la tarea de difundir las quejas de los radioescuchas y a desacralizar tanto a las autoridades locales, de signo blanquiazul, como a otros medios que mantienen a la opinión pública en una situación de permanente polarización. Esta especie de Brozo yucateco ha mitigado con ironía el síndrome del damnificado que padecen los peninsulares en estas fechas. Algunos observadores locales consideran riesgoso este fenómeno, surgido espontáneamente, porque escapa a la dinámica de acendrado bipartidismo y de pugnas clientelares que son comunes en la telenovela yucateca. La ironía, por lo menos, cura el alto nivel de decepción frente al cambio que no sirve para beber, para alimentarse, para tener ingresos y reconstruir la vivienda derruida.
Brasil, la hora de Lula
EL JUEVES 3 de octubre, en la cadena O'Globo, de Brasil, se realizó el tercer y definitivo debate televisivo entre los tres principales candidatos presidenciales de la nación sudamericana, quienes medirán sus fuerzas este domingo. Los reportes informativos coinciden con las encuestas: el candidato Luiz Inacio Lula da Silva, aspirante por cuarta ocasión, es el favorito, el triunfador anticipado.
EL EFECTO ARGENTINA operó un importante fenómeno de resignificación en Brasil. La debacle, lejos de intimidar, orientó a los principales capitales y a la clase media a plantearse un modelo distinto al neoliberalismo de corralito. A este efecto se aúna la agresividad imperante de la administración de George W. Bush, hábilmente capitalizada por Lula.
POR UN LADO, el candidato del Partido de los Trabajadores supo combinar a tiempo un mensaje que no lo confrontaba con la clase empresarial, pero que al mismo tiempo llama a recuperar la dignidad nacional, la misma que en estos momentos escasea en Argentina y que se plantea como un punto de resistencia frente al unilateralismo bushiano. Al hablar del presidente de Estados Unidos, Lula lo ha descrito con precisión: "de cada 10 palabras que pronuncia, nueve son para provocar la guerra". Al mismo tiempo, no niega las negociaciones con Washington para establecer una zona de libre comercio en Sudamérica. Incluso, hasta el periódico The Wall Street Journal ha avalado su posición en recientes comentarios editoriales.
LA MONEDA BRASILEÑA está en el aire, pero las circunstancias y el olfato político del ex obrero metalúrgico plantean el inicio de un viraje, que por mucho neoliberalismo y belicismo imperante en Washington, también generará los anticuerpos modernos, necesarios para transformar el mensaje y el código de las políticas de esta época.
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