REPORTAJE /ACTUALIDAD DEL ARTE CIRCENSE
Del ámbito familiar, el espectáculo pasó a una realidad global
El circo sobrevive al cine, la televisión y la computadora
Como en la viejas películas o en los cuentos infantiles, un banderín ondea en el pico más alto de la carpa, mientras los padres apelan al residuo de paciencia que les ha dejado el ajetreo de la semana para hacer fila y comprar el boleto de acceso a uno de los pocos espectáculos todavía no virtuales: el circo
ANASELLA ACOSTA NIETO
Adolfo Morales Trejo se gana la vida lanzando cuchillos a su esposa. La conoció hace más de 10 años en un pueblito del estado de Hidalgo, cuando el circo llegó anunciándose con bombo y platillo. Ella era una de las espectadoras que en las gradas observaba los números de la familia Morales.
Ricardo Encarnación Fernández lo intentó, no tenía porqué hacerlo; en aquel entonces ya era empresario. Desde las alturas se lanzó para ejecutar un triple salto mortal.
Ricardo y Adolfo fueron galardonados recientemente con medallas de oro y plata por 50 y 25 años de trayectoria circense, en forma respectiva.
La noche de la premiación una carpa bicolor se levanta entre el esmog y el tráfico de viernes en la capital. Con la oscuridad destacan los foquitos amarillos que marcan el perímetro del enorme toldo que cubre un escenario circular.
Como en la viejas películas o en los cuentos infantiles, un banderín ondea en el pico más alto de la carpa, mientras los padres apelan al residuo de paciencia que les ha dejado el ajetreo de la semana para hacer fila y comprar el boleto de acceso a uno de los pocos espectáculos todavía no virtuales.
Cubierto el requisito. El público ocupa sus lugares. El circo de los Hermanos Vázquez, instalado en el pabellón que generalmente ocupa el Circo Astros, a un costado del Metro Villa de Cortés, es el anfitrión.
Entre los invitados destacan los Atayde y el señor Tihany, con sus décadas de experiencia a cuestas. Pero los protagonistas, como siempre, son los niños, sus papás y hasta un par de policías con todo y chaleco antibalas.
Admiración por lo grotesco
Se apagan las luces, suena el redoble de tambores de la banda, los rayos de luz multicolor juegan en el escenario; aparece el anunciador bajo una chistera negra y metido en un frac y en una botas bruñidas que llegan hasta sus rodillas. Aplausos.
La función se inicia con la presentación de los artistas. Luego, uno a uno, payasos, acróbatas de cuerpo escultural, un alambrista, una clarividente, malabaristas, trapecistas, domadores, un hombre elástico y un ballet para deleite de la pupila masculina ofrecen números espectaculares.
En el circo lo grotesco no se excluye; por el contrario, se admira, reconoce y aplaude. Así es como ser enano, tener la capacidad de estirar los brazos para llegar más alto que la persona común o doblar una pierna por el frente hasta alcanzar la espalda no es un defecto, sino una de las más destacadas virtudes.
Aquí confluye la claridad del prestidigitador, la destreza del que camina, corre y finge que pierde el equilibrio sobre un alambre, del que va y viene en un columpio, salta, vuela y confía en su par, así como la alegría permanente del maquillaje que oculta rostros cansados o tristes.
Errantes bajo una carpa
La comunicación de los artistas con el público por medio de sus actos, en los que coincide la magia, lo sobrenatural y el colorido en vivo y en directo, otorgan al circo un carácter peculiar.
Aquí todo es real, expresa Ricardo Encarnación, por eso el circo ha sobrevivido al cine, la televisión y las computadoras. Adolfo Morales agrega: ''Aquí no hay ficción, si un artista se cae o comete un error el público lo puede ver''. La visión no está limitada por un cuadro.
Esa realidad, también la corrobora la vida cotidiana de los artistas, quienes cuentan sobre esa forma peculiar de vivir bajo una carpa y la errancia, así como de las ventajas de la tecnología.
''Nací en el circo. Formo parte de la tercera generación de la familia. Me inicié como payasito y a los cinco años participaba en un acto de contorsionismo con mi hermana", relata Morales.
Han cambiado muchas cosas dentro del circo, refiere, pues antes íbamos de pueblo en pueblo y cada que llegábamos a algún lugar lo primero que debíamos buscar era agua. Dormíamos en hamacas debajo de las gradas, luego improvisamos pequeñas carpas que habitábamos.
Ahora hay remolques o camiones; un artista cuenta con lujos similares a los de una familia sedentaria, como teléfonos móviles o televisión por cable. Además, se tiene la facilidad de comprar agua a camiones cisterna.
La literatura no se lee, se vive
Hacer carrera en el circo significa aprender de todo un poco. Desde saber montar una carpa hasta tener la osadía de realizar los actos más arriesgados, señala Morales.
La mayoría se inicia como payaso, continúa con malabares y acrobacias. Luego viene un proceso de especialización. Hay quienes se convierten en domadores o educadores de animales -término adoptado recientemente para dignificar la presencia de animales en los circos ante las asociaciones protectoras-; otros entran como trapecistas o alambristas.
Los que logran mayor prestigio son quienes se especializan y alcanzan excelencia en sus números. Angel Vázquez, por ejemplo, fue uno de los primeros en realizar el cuádruple salto mortal -proeza que hasta la fecha muy pocos ejecutan-, con el que obtuvo gran prestigio en Estados Unidos, cuenta Guillermo Vázquez, director del circo que lleva su apellido.
Considera, además, que el esfuerzo y la disciplina física de los artistas es comparable con la de los atletas. Pero, agrega, en el circo no sólo cuenta la disposición al ejercicio, además se debe estar dispuesto a perder la vida.
En cuanto a las formas de alfabetización y educación básica general para los niños de las familias circenses, Adolfo Morales recuerda su época de estudiante errante.
''Los periodos de mi estancia en las escuelas los establecía la duración de las temporadas en determinado lugar. Cuando nos instalábamos en un pueblo, mis padres hablaban con los maestros para que nos dejaran asistir a las clases de forma temporal."
Ahora, precisa, nuestros hijos tienen un maestro que el Conafe (Consejo Nacional de Fomento Educativo) ha asignado para que imparta clases de primaria y secundaria permanentemente.
''El profesor vive en el circo, recibe un salario del gobierno y nosotros nos encargamos de que viva en un lugar digno, así como de sus alimentos."
Sobre la diversión de un artista circense fuera de la carpa, Ricardo Encarnación comenta que a menudo va al cine, la película más reciente que vio fue El crimen del padre Amaro, sin embargo, confiesa disponer de poco tiempo libre.
-ƑQué hay de la lectura?
Responde contundente: ''En el circo la literatura no se lee, se vive".
Quizá de ahí que escritores, como Franz Kafka o Vicente Leñero hayan encontrado en este espacio la inspiración para sus reflexiones.
El circo conservó hasta hace poco una tradición de empresa familiar, pero los mismos artistas y propietarios aceptan que este concepto está cambiando. Las familias crecen, los intereses se diversifican y sobreviene la desintegración. De ahí la proliferación de pequeños circos y los conflictos familiares por los derechos del uso del apellido como nombre legal.
En la actualidad, el circo rebasa ese ámbito familiar y se convierte en sinónimo de realidad global. Artistas provenientes de diversas partes del mundo olvidan colores, idiomas y razas para concentrarse en la presentación de ejecuciones extraordinarias. En el Circo Hermanos Vázquez, por ejemplo, se presenta una malabarista chilena, trapecistas volantes de Venezuela y un hombre elástico de la Guyana inglesa.
Incorporación de la danza aérea
Otro de los cambios que han ocurrido bajo la carpa tiene que ver con la incorporación de nuevos actos, los que se acercan cada vez más a expresiones formales del arte, como la danza y el teatro, situación que en países como Francia, Canadá y China ya ha alcanzado un desarrollo mayor. Un acto que se ha incorporado en la gran mayoría de los circos es la llamada danza aérea, realizada generalmente por acróbatas.
Sin embargo, hay actos que no pasarán, como el de los payasos que eternizan la sonrisa en su rostro, misión imposible para cualquier ser mundano. O el de los trapecistas, que por instantes logran, al igual que Icaro, pero con un fin menos trágico, mantenerse en el aire cual aves de gran vuelo.
No obstante la espectacularidad, proliferación, y permanencia del circo, Fernández, Morales y Vázquez coinciden en que el apoyo institucional a esta disciplina en México ha fallado siempre, a lo que se suma la negativa de expedir permisos para instalar carpas en numerosas ocasiones. Pero eso no es todo, el señor Tihany ha expresado la dificultad de realizar largas temporadas en México ante la falta de promotores para esta actividad.
Guillermo Vázquez expresa: ''El artista del circo viaja y trabaja mucho tiempo, además de arriesgar la vida más que uno de televisión o teatro, el aplauso es el único reconocimiento que se tiene, por lo que sería justo que las autoridades culturales se sumaran a actos como el que ahora reconoce el desempeño del arte circense mediante el otorgamiento de 11 medallas a artistas con 10, 25 y 50 años de trayectoria circense.
Un desfile de todos los artistas y aplausos cierran el programa de la noche. Las luces del escenario circular se apagan, una luz tenue ilumina la salida.
La función ha terminado.