Postura de León-Portilla y Semo en la sesión inicial del congreso La ciudad y sus cronistas
La crónica, alternativa para defender y recrear la memoria de los pueblos
Permite romper con la homogeneización impuesta por el proceso globalizador, sostienen
La conferencia del autor de Visión de los vencidos fue expuesta en cuatro tiempos musicales
ANASELLA ACOSTA NIETO
La crónica es una alternativa de los pueblos para preservar y recrear su memoria en época de globalización y de ''debilitamiento del Estado-nación", pues registra las peculiaridades de un lugar, lo que permite romper con la homogeneización que se pretende implantar, manifestaron los historiadores Miguel León-Portilla y Enrique Semo.
Durante la inauguración del segundo congreso La ciudad y sus cronistas. Historia, testimonio, literatura y periodismo, León-Portilla destacó la importante labor de los cronistas de la ciudad. Por ello, expresó, es necesario que cuenten con ''apoyo institucional para dar continuidad a su contribución en el fortalecimiento, creación y recreación de nuestra identidad".
El autor de Visión de los vencidos y miembro del Consejo de la Crónica de la Ciudad de México también se refirió a la globalización: ''Tenemos que luchar para que no nos hagan clones. En esto, la tarea del cronista, quien anota todo lo que es peculiar de un lugar, rompe con la homogeneización que quieren imponernos algunas fuerzas procedentes, sobre todo, del norte".
Sinfonía de cuatro movimientos
Antes, el historiador y secretario de Cultura del Distrito Federal, Enrique Semo -quien inauguró el congreso que se desarrolla en el ex convento de San Lorenzo- manifestó que los pueblos que pierden su memoria y caen en la amnesia sí pueden caminar, abrir una puerta o manejar un automóvil, ''pero no saben quiénes son ni adónde quieren ir; pierden su identidad". Ante ello, destacó que la crónica es una de las ''fuentes de la memoria".
Y agregó que con ''la globalización y el debilitamiento del Estado-nación" aumenta la importancia de la conciencia de identidad local. Al tender un puente y conformar el sentido de pertenencia, la crónica fortalece esa identidad.
La crónica, expresó, es una de las formas más antiguas de la historia y la literatura y ocupa un lugar central en el origen y desarrollo de las culturas.
Sobre la historia, la arqueología y la archivología, expresó Semo, se impone la crónica escrita, oral, cantada (aquí evocó los corridos), fotografiada o grabada, pues constituye la memoria ''más cercana a la experiencia popular".
Los trabajos de ese congreso, en el que participan 150 cronistas, comenzaron con la conferenencia magistral de León-Portilla sobre Tenochtitlán. El historiador esbozó su relato a partir de las crónicas prehispánicas, traducidas del náhuatl al español por él mismo: ''Se estableció el tambor y la música de las flautas y comenzó a existir Tenochtitlán".
León-Portilla precisó que ''para quien lo informó así, la ciudad existió con la armonía y la música''. Como muestra de ello anunció que su ponencia sería una sinfonía de cuatro movimientos.
Al primero, andante con motto, lo llamó La ciudad anunciada en la búsqueda, a partir de relatos de Chimalpahin Cuautlehuanitzin, cronista de Chalco-Amecameca, que escribió ocho relaciones y un diario que, de acuerdo con León-Portilla, debieran ser modelo para todos los cronistas.
Narró cómo los habitantes de Aztlán salen en busca del cumplimiento de una profecía, de un pensamiento: Tenochtitlán. Así, el pueblo azteca deja de serlo para convertirse en mexica.
En este movimiento, recuerda que otro cronista náhuatl, Cristóbal del Castillo, escribió: ''Si lo que lees aquí, querido lector, te gusta, me alegra mucho, pero si no es así y crees que tengo un error, dímelo pero de buenos modos, porque soy cronista pero tengo que ir a recoger leña y a comprar maíz, porque para poder escribir hay que comer". Esto significa, explicó, ''que les pidan a sus delegaciones que les den algo para comer, porque para escribir historia también hay que comer".
Visión de los vencidos
El segundo movimiento, molto vivace, correspondió al Portento y fundación de Tenochtitlán. Aquí narró la entrada de los de Aztlán al lugar de las plumas preciosas, del águila devorando la serpiente.
Recordó que en uno de los relatos prehispánicos los mexicas eran observados por los culhuacanos, quienes creyeron que ésos que habían llegado morirían mordidos por las víboras; para su sorpresa, los aztecas demostraban su voluntad comiéndose a estos réptiles en brochetas.
Allegro con brio fue al tercer movimiento; allí contó el Crecimiento y vida de la ciudad a partir de narraciones de la vida cotidiana, de las oraciones que para las hambres, las guerras y otras situaciones de alarma lanzaban los mexicas, y de las Descripciones de casas, templos y rituales.
El cuarto movimiento, Allegro con brio e molto triste, hizo un silencio similar al de las salas de concierto y el historiador dio cuenta de nuevo de la exaltación y ruina desde la visión de los vencidos y la caída del imperio.
Pero, rememoró: ''En tanto que dure el mundo no acabará la gloria y la fama de México Tenochtitlán''.