Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 22 de septiembre de 2002
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Espectáculos
Se presenta todos los martes en el teatro Helénico

''¡Alesbiánate, mujer!'' exclamación profunda de la obra Bellas Atroces

JENARO VILLAMIL

Cuatro personajes en una sola sesión se desgranan entre ellas en un viaje interior, con estampas históricas que aluden a Emily Dickinson, pionera en la reflexión del amor lésbico de la era victoriana, tan crudamente expuesta en algunos relatos de Henry James, para presentar un ágil e intenso fresco de la relación amorosa en Bellas Atroces, la obra de Elena Guiochíns, dirigida por Ana Francis Mor, estrenada el pasado martes 17 de septiembre en el teatro Helénico.

Pocas obras como la presente, de factura moderna, con algunos elementos de ironía y costumbrismo, plena de reflexiones y monólogos internos, que por momentos recalan en una retórica de la defensa y la resistencia, plantean un acercamiento lo más honesto posible con la intimidad y la vida lésbica.

De hecho, los momentos más logrados de la obra son aquellos que plantean con humor desenfadado la cotidianidad que no se ciñe a opciones sexuales sino a añejas taras amorosas y culturales que nos conducen a la posesión del otro y de la otra. "El amor siempre responde al amor y no al miedo", exclama María, uno de los personajes-guía de la obra.

"¡Alesbiánate, mujer!", exclama Lilith -interpretada por Cecilia Sotres- en su discusión con María -Vanessa Ciangherotti, en un papel que asciende y desciende a lo largo de la obra-, al hacer un repaso de las muchas obsesiones que dominan en los ligues furtivos y obsesivos, en el enamoramiento que aún no llega a exclusividad, pero que es deseo, es duda y es ganas de romper esquemas. Vigilante, la "invitada del clóset" -interpretada por Marissa Rubio- se convierte en una especie de conciencia racional que acaba por erotizarse por completo ante el juego de los otros tres personajes: Lilith, María y Eva -encarnada por María Renée Prudencio que hace gala de metamorfosis maternal, fresca y ligadora-.

Si bien la obra no rompe por completo muchos de los esquemas y fórmulas ya conocidos en la presentación de los conflictos amorosos y vitales del mundo lésbico, sí pretende cuestionar, desde un escepticismo con frases contundentes, hasta reflejos humorísticos que dinamitan la solemnidad del momento, el mito fundador del amor lésbico.

Bellas Atroces es una invitación a la liberación, a soltarse el pelo y a desenfadarse para no mantener la pétrea imagen que con tino la autora de la obra plantea en su ironía sobre Emily Dickinson que seduce a su closetera cuñada, o la propia "invitada del clóset", instalada en el papel de terapeuta que mira a las lesbianas con "interés científico", que acaba por integrarse a un juego con varias direcciones y matices.

La obra juega con los tiempos, con los roles protagónicos, con algunos clichés y con los escenarios, modestamente presentados a través de biombos, y de una lámpara que se enciende y se apaga, como la propia conciencia. Tal vez se extiende el juego un poco más allá de lo teatralmente necesario, pero, sin duda, es una apuesta valiente.

Bellas Atroces se presenta todos los martes, a las 20:30 horas, en el teatro Helénico.

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