Se presenta todos los martes en el teatro Helénico
''¡Alesbiánate, mujer!'' exclamación
profunda de la obra Bellas Atroces
JENARO VILLAMIL
Cuatro personajes en una sola sesión se desgranan
entre ellas en un viaje interior, con estampas históricas que aluden
a Emily Dickinson, pionera en la reflexión del amor lésbico
de la era victoriana, tan crudamente expuesta en algunos relatos de Henry
James, para presentar un ágil e intenso fresco de la relación
amorosa en Bellas Atroces, la obra de Elena Guiochíns, dirigida
por Ana Francis Mor, estrenada el pasado martes 17 de septiembre en el
teatro Helénico.
Pocas
obras como la presente, de factura moderna, con algunos elementos de ironía
y costumbrismo, plena de reflexiones y monólogos internos, que por
momentos recalan en una retórica de la defensa y la resistencia,
plantean un acercamiento lo más honesto posible con la intimidad
y la vida lésbica.
De hecho, los momentos más logrados de la obra
son aquellos que plantean con humor desenfadado la cotidianidad que no
se ciñe a opciones sexuales sino a añejas taras amorosas
y culturales que nos conducen a la posesión del otro y de la otra.
"El amor siempre responde al amor y no al miedo", exclama María,
uno de los personajes-guía de la obra.
"¡Alesbiánate, mujer!", exclama Lilith -interpretada
por Cecilia Sotres- en su discusión con María -Vanessa Ciangherotti,
en un papel que asciende y desciende a lo largo de la obra-, al hacer un
repaso de las muchas obsesiones que dominan en los ligues furtivos y obsesivos,
en el enamoramiento que aún no llega a exclusividad, pero que es
deseo, es duda y es ganas de romper esquemas. Vigilante, la "invitada del
clóset" -interpretada por Marissa Rubio- se convierte en una especie
de conciencia racional que acaba por erotizarse por completo ante el juego
de los otros tres personajes: Lilith, María y Eva -encarnada por
María Renée Prudencio que hace gala de metamorfosis maternal,
fresca y ligadora-.
Si bien la obra no rompe por completo muchos de los esquemas
y fórmulas ya conocidos en la presentación de los conflictos
amorosos y vitales del mundo lésbico, sí pretende cuestionar,
desde un escepticismo con frases contundentes, hasta reflejos humorísticos
que dinamitan la solemnidad del momento, el mito fundador del amor lésbico.
Bellas Atroces es una invitación a la liberación,
a soltarse el pelo y a desenfadarse para no mantener la pétrea imagen
que con tino la autora de la obra plantea en su ironía sobre Emily
Dickinson que seduce a su closetera cuñada, o la propia "invitada
del clóset", instalada en el papel de terapeuta que mira a las lesbianas
con "interés científico", que acaba por integrarse a un juego
con varias direcciones y matices.
La obra juega con los tiempos, con los roles protagónicos,
con algunos clichés y con los escenarios, modestamente presentados
a través de biombos, y de una lámpara que se enciende y se
apaga, como la propia conciencia. Tal vez se extiende el juego un poco
más allá de lo teatralmente necesario, pero, sin duda, es
una apuesta valiente.
Bellas Atroces se presenta todos los martes, a
las 20:30 horas, en el teatro Helénico.