Leonardo García Tsao
Camino a la sobrevaloración
Todavía no nos apresuremos a considerar un autor cinematográfico al británico Sam Mendes. Si bien en Camino a la perdición, su segundo largometraje, vuelve a examinar las relaciones entre padre e hijo haciendo a un lado la figura materna, el mundo irónico de Belleza americana se ha revelado más propio de su guionista Alan Ball, según ha confirmado la teleserie de cable Six feet under. Ciertamente su estilo visual es esta vez diferente. Para contar una historia de venganza e inocencia entre gángsters, Mendes ha adoptado una mirada sombría y solemne, en el registro opuesto de la resolución demasiado artificial y estudiada de su opera prima.
El tema de la venganza ha sido un imprescindible móvil dramático desde los griegos, y ciertamente Mendes ha querido darle la gravedad de una tragedia a su relato gangsteril: en el invierno de 1931, el gatillero Michael Sullivan (un severo Tom Hanks) le profesa una lealtad total al capo irlandés John Rooney (Paul Newman), a quien ve como un padre. Sin embargo, el verdadero hijo de Rooney, Connor (Daniel Craig) es un peligro para la banda pues está inclinado a la transa y el asesinato gratuito. Cuando el hijo de Sullivan, también llamado Mike (Tyler Hoechlin), atestigua sin querer un sangriento ajuste de cuentas, Connor se dispone a eliminar a la familia de su compañero. Tras el asesinato de su esposa y su otro hijo, Michael insiste en cobrar venganza aún cuando eso significa oponerse a su clan y a la mafia de Chicago.
El guión de Camino a la perdición está basado en una novela gráfica (el eufemismo para designar a un cómic pretensioso), a su vez derivado de un llamado manga japonés, sobre las aventuras de un samurai rebelde y su hijo. Esa raigambre explica el tono de western que a ratos tiene la película. A diferencia del común denominador del género, la película no narra el ascenso de un gángster en una jerarquía sino la marginación de un miembro respetado que, además, pretende alejar a su hijo de la herencia del crimen. Asimismo, gran parte de las acciones no se sitúan en una urbe como Chicago, sino en un ambiente rural de desolación y mal clima. (Esta es una película de gángsters que vuelve literal eso de situarse en la Depresión). La constante lluvia y la oscuridad casi gótica, evocan a Los imperdonables, de Clint Eastwood; de hecho, una de las ejecuciones finales de Sullivan recuerdan la secuencia climática de aquella.
El conflicto entre padre e hijos o entre hermanos con consecuencias violentas, alimentó la filmografía de Anthony Mann, en especial los soberbios westerns que dirigió en los 50. Una obra maestra como Hombre del oeste (1958) realmente alcanzaba la complejidad dramática de una tragedia griega. Mendes se queda corto porque subraya demasiado sus intenciones. Tanto enfatiza la mirada del niño -un actor infantil bastante desangelado, por cierto- que de alguna manera vuelve previsible el desarrollo y conclusión de la historia. No obstante las múltiples pérdidas sufridas por los personajes, Camino a la perdición resulta una obra emocionalmente inerte.
Aún así, hay mucho qué disfrutar en la película: la breve pero eficaz presencia de Newman, exudando autoridad patriarcal; el personaje del psicopático matón a sueldo (Jude Law haciéndose el feo) que se gana unos centavos adicionales vendiendo las fotos que él mismo toma de sus víctimas; la forma elegante como Mendes resuelve algunas acciones, apoyándose en el reflejo de vidrios y espejos; la ya mencionada ejecución bajo la lluvia, donde el tableteo de una ametralladora es sustituida por la sensible música de Thomas Newman; los claroscuros melancólicos conseguidos por la fotografía del gran veterano Conrad Hall.
Como ocurría en Belleza americana, las partes son mejores que el todo. Pero todo parece trascendente. Esa es la habilidad fundamental que le ha valido a Mendes erigirse en uno de los artífices más cotizados de la actual película de arte hollywoodense, aquella que muchos se sienten obligados a elogiar y premiar.
CAMINO A LA PERDICION
(Road to Perdition)
D: Sam Mendes/ G: David Self, basado en la novela gráfica de Max Allan Collins y Richard Piers Rayner/ F. en C: Conrad L. Hall/ M: Thomas Newman/ Ed: Jill Bilcock/ I: Tom Hanks, Paul Newman, Jude Law, Jennifer Jason Leigh, Daniel Craig, Tyler Hoechlin/ P: Dreamworks, The Zanuck Company, 20th Century Fox. EU, 2002.
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