''Es indispensable no dejarlo morir más'',
dice el autor
Fritz Glockner recupera a Fernando Benítez en
un reportaje literario
CESAR GÜEMES
La multiplicidad de facetas que ofreció intelectual
y culturalmente Fernando Benítez, en particular aquellas que manifestó
entre 1959 y 1968, época que pasó en los alrededores del
Observatorio de Tonanzintla y justo cuando puso manos a la obra en libros
como La ruta de Hernán Cortés, son las que rescata
el narrador Fritz Glockner en su más reciente libro, Coleccionista
de estrellas. Fernando Benítez en Tonanzintla (Secretaría
de Cultura de Puebla).
El
volumen, presentado la noche de este domingo como uno de los últimos
actos de la segunda Feria del Libro del Zócalo, contó con
los comentarios del también escritor David Martín del Campo
quien dijo: "Es un libro necesario y agradecible. Lo leí con cierto
prejuicio porque pensé que me iban a contar otra vez la misma historia,
pero no, hay novedades y recuentos puestos al día. Fritz en este
reportaje literario se dedicó a indagar con las personas que conocieron
a Benítez de manera cercana, de modo que vamos conociendo testimonios
de amigos, familiares y de personas que trabajaron con él".
Respecto de la estimación histórica del
texto, añadió Martín del Campo: "Vale la pena recordar
la figura de Fernando Benítez en libros como éste, porque
se fortalece el homenaje al invento que muchos colegas en Latinoamérica
nos envidian: el desarrollo y el impulso de las artes por medio del periodismo.
Los suplementos y las secciones de cultura en México serían
distintas o no existirían de no haber sido por la presencia de Benítez,
un verdadero paladín que logró llevar la realidad artística
al espacio de la noticia".
Presente también la escritora y periodista Elena
Poniatowska, recordó: "Invitado por Luis Enrique Erro, director
del Observatorio de Tonanzintla, Benítez vivió en uno de
sus bungalos durante varios años. Ahí, en su gran mesa de
trabajo, escribió varios de sus libros, gracias al apoyo de Guillermo
Haro, el segundo director del observatorio. Por su sentido del humor, su
carácter juguetón, su camaradería y dotes de excelente
conversador, Benítez era muy querido por los miembros del sitio".
A propósito del volumen, Poniatowska hizo las siguientes
acotaciones: "Algunos temas se extrañan dentro de este volumen.
Por ejemplo, ¿qué libros escribió Benítez en
Tonanzintla, cuáles eran sus horarios, cuál su método
de trabajo? Todos sabemos que ahí redactó La ruta de Hernán
Cortés, pero ¿cuáles fueron las demás obras,
qué libros no escribió ya como habitante de Tonanzintla,
cuáles eran sus lecturas de entonces, cuáles sus entusiasmos
literarios? Glockner hace un gran énfasis en la vida de Benítez,
en las vueltas y revueltas del amor, en los apasionamientos y los distanciamientos,
pero hacen falta los afanes intelectuales, los gustos por determinado libro,
sus reglas de vida, su práctica del periodismo, su capacidad de
interrogar e interrogarse. Habría sido bueno encontrar algunas respuestas
tanto a la talacha periodística como a la vena del cronista que
corrían dentro del cuerpo y el cerebro del extraordinario reportero".
En su turno, antes de la lluvia que se avecinaba sobre
la Plaza de Santo Domingo, el autor de Coleccionista de estrellas dio
cuenta de sus motivos para realizar la investigación que devino
libro: "La fama de Benítez como antropólogo, literato, periodista,
historiador, comunicador, se pierde en las nuevas generaciones de periodistas.
Si hoy le preguntamos a los estudiantes de la materia, no saben quién
es. Tal vez porque no murió en el momento clave o porque no era
la Doña, parece que don Fernando no es fácilmente situable".
Y concluyó con una frase que al mismo Benítez habría
satisfecho: "Escribí este libro porque pensé que era indispensable
no dejarlo morir más".