La cadena de homicidios se extendió a Oaxaca,
Puebla, Guerrero y otros estados
El asesinato de Misael, punto de partida de una oleada
de muerte y represión contra disidentes
KARINA AVILES /II Y ULTIMA
Después del asesinato de Misael Núñez
Acosta, la muerte de disidentes magisteriales (hay registro de cuando menos
152 asesinatos o desapariciones) se extendió a siete entidades más:
Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Guerrero, Morelos, Chiapas y Michoacán,
justamente las que apoyaron con mayor fuerza el paro-plantón organizado
en 1981 por el entonces Consejo Central de Lucha del Magisterio del valle
de México (CCL), del que el maestro victimado fue pieza clave, según
consta en las acusaciones ministeriales que levantaron los fundadores del
consejo contra Elba Esther Gordillo, Carlos Jonguitud y otros dirigentes
del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
Luego del asesinato de Núñez Acosta, "en
ese mismo año (1981) continúa la guerra sucia con
el homicidio del maestro Pedro Palma, en Pachuca, Hidalgo, realizado en
una emboscada preparada por Vanguardia Revolucionaria que dirigió
en ese entonces Refugio Araujo, secretario particular de Carlos Jonguitud
Barrios. La represión continúa con otros crímenes
más en los siguientes años en Oaxaca, Puebla, Guerrero, Morelos,
Michoacán y otros estados, donde también hubo desapariciones",
establece uno de los denunciantes en su comparecencia.
Del plantón a la represión
Los maestros José González Figueroa, Germán
Aguilar Olvera, Teodoro Palomino Gutiérrez, Ramón Couoh Cutz
y Juan José Altamirano Gómez presentaron por separado sus
denuncias ante la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y
Políticos del Pasado para acusar a Gordillo, Jonguitud, Ramón
Martínez Martín y Leonardo González Valera del homicidio
de Núñez Acosta. El próximo 12 de septiembre continuarán
sus denuncias ante ese organismo, pero ahora sobre los asesinatos de profesores
ocurridos en diversos estados. Entre ellos, los de Pedro Palma, en Hidalgo;
Modesto Patolsin, en Oaxaca, y Celso Wenceslao, en Chiapas.
En sus acusaciones ya presentadas ante la fiscalía
reconstruyen los hechos que sobrevinieron después de la muerte de
Núñez Acosta, ocurrida la tarde del 30 de enero de 1981,
en vísperas de un gran paro-plantón organizado por la disidencia.
Uno de los protagonistas rememora: el 2 de febrero de aquel año
"se realizó una gran movilización de maestros de todo el
país, estableciéndonos en plantón en las calles de
Belisario Domínguez, Argentina, Brasil y Venezuela, alrededor de
la Secretaría de Educación Pública y del Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación.
"Exigíamos el descongelamiento de sobresueldos,
aumento de salarios, democracia sindical, realización de congresos
seccionales, entre otras demandas, a las cuales se sumó el esclarecimiento
del asesinato de Misael Núñez Acosta y de otros homicidios
de maestros perpetrados en Oaxaca y Michoacán, todos de tinte político".
El 3 de febrero, como a las tres de la mañana,
el plantón "fue atacado por granaderos y la policía montada
de la ciudad de México, que utilizaron gases lacrimógenos.
Con violencia fuimos subidos a cientos de camiones de la Ruta-100 y vigilados
por patrullas policiacas. Fuimos trasladados por distintos rumbos a las
afueras de la ciudad de México. Eramos aproximadamente 40 mil maestros
los que manifestábamos nuestra inconformidad".
El paro-plantón, al que se habían sumado
"masivamente" compañeros de Hidalgo, Morelos, Guerrero, Oaxaca,
Chiapas y Distrito Federal, "fue levantado" por la fuerza "a petición
del Comité Ejecutivo Nacional del SNTE, encabezado por Ramón
Martínez Martín". Después de ser conducidos con violencia
hacia los autobuses, los disidentes fueron abandonados en las carreteras
de Texcoco, Pachuca y Morelos, establece uno de los maestros en su acusación.
Otro de los elementos que destacan es que fueron obligados
"por la Secretaría de Gobernación, en aquel entonces presidida
por Enrique Olivares Santana, a aceptar por la fuerza una comisión
de cinco miembros del CCL para que se incorporaran al comité ejecutivo
de la sección 36 del valle de México, llamándolo 'comité
ampliado', sin resolver ninguna de las demandas (del movimiento) y con
la amenaza de que de no aceptar la propuesta serían cesados miles
de maestros".
A algunos de los líderes del movimiento opositor
se les impuso ocupar esos "cargos inventados" que tenían el fin
de desprestigiar al movimiento haciendo parecer que los miembros del CCL
"iban por puestos sindicales y no por las demandas del magisterio", establece
otro de los denunciantes.
Pero la táctica gubernamental no sólo tuvo
como blanco el valle de México, sino otras entidades en donde el
movimiento disidente había tomado fuerza. De esa manera, a varios
maestros los obligaron a ocupar puestos -"so pena de continuar con la represión"-
en los comités seccionales de Guerrero, Hidalgo y Morelos.
Sin embargo, la presión social y las movilizaciones
magisteriales "exigiendo castigo" para Elba Esther Gordillo, Carlos Jonguitud,
Ramón Martínez Martín y Leonardo González Valera,
y para el gobierno del entonces presidente, José López Portillo,
"que los protegía", hizo que detuvieran a los homicidas materiales,
manifiesta otro de los maestros.
En 1982 fueron aprehendidos los asesinos materiales de
Núñez Acosta, de nombres Rufino Vences Peña, Joel
Vences Hernández y Jorge Mejía Pizaña, "todos originarios
del estado de México y ex agentes judiciales" de la entidad.
Los asesinos declararon ante el Ministerio Público
de Tlalnepantla que fueron contratados por Clemente Villegas Villegas,
el secretario auxiliar del entonces secretario general del SNTE, Ramón
Martínez Martín. La sentencia que recibieron fue de 30 años
de prisión.
Después de "poco más de medio año"
de estar en el penal de Barrientos -lugar "donde los asesinos amenazan
a Carlos Jonguitud, Elba Esther Gordillo, Ramón Martínez
Martín y Leonardo González Valera de dar a conocer los nombres
de los autores intelectuales del crimen de Núñez Acosta si
no son liberados de inmediato"- son trasladados a la cárcel de La
Perla, en Nezahualcóyotl, por influencia de "Gordillo y González
Valera".
Al respecto, otro de los denunciantes señala en
su declaración que miembros de la dirección del CCL se presentaban
a las audiencias del juicio de los homicidas, en Tlalnepantla porque el
profesor Daniel Campos, quien acompañaba a Núñez Acosta
cuando lo asesinaron, tenía que presentar sus testimonios.
"En dichas ocasiones nos percatamos de la presencia de
ayudantes de Elba Es-ther y del Comité Nacional del SNTE. A la actitud
agresiva de la Policía Judicial permanentemente éramos intimidados
e incluso en dos ocasiones fuimos sacados de los recintos. Algunos de los
asistentes fueron sacados de la plaza de Tlalnepantla con chorros de agua
por la Policía Municipal".
Al poco tiempo de estar en el penal de La Perla los homicidas
escaparon, aunque en una de las declaraciones se precisa que uno de ellos,
Jorge Mejía Pizaña, fue trasladado días antes a la
prisión de Texcoco, de donde también se fugó, sin
que hasta el momento se sepa nada de ellos.
Desde entonces, "la dirección política del
CCL en el valle de México señaló a Gordillo y Jonguitud
como autores intelectuales de la muerte de Núñez Acosta,
y también como autores tanto intelectuales como materiales de la
represión generalizada contra el magisterio opositor.
"En aquel momento llegaron a estar cesados más
de 2 mil maestros. Esto, porque la estructura administrativa de la SEP
en el valle de México desde entonces ha estado copada por la misma
gente que primero es dirigente de la sección 36 del SNTE y después
pasa a ocupar los cargos administrativos de todos los niveles de la Secretaría
de Educación, situación que hasta la fecha permanece".