Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 29 de agosto de 2002
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Sociedad y Justicia

REPORTAJE /LOS MICROCULTIVOS, NUEVA FORMA DE PRODUCCION DE DROGA

Protegen amapola y mariguanailjo plantándolos junto a las milpas

Tratan de evitar que sean localizados desde el aire y su fumigación

Miembros del Ejército trabajan para terminar con los plantíos que van de entre unos cuantos metros cuadrados a 3 mil, en la Comunidad de San Vicente, a menos de 35 kilómetros de Chilpancingo

JESUS ARANDA ENVIADO

Comunidad San Vicente, Gro. A menos de 35 kilómetros de Chilpancingo -capital de Guerrero-, elementos del Ejército mexicano enfrentan nuevas formas de cultivos de mariguana y amapola; son los "microcultivos", que van desde unos cuantos metros cuadrados hasta los 3 mil, en los que las plantas crecen en terrenos inhóspitos y entre los sembradíos de maíz, para evitar ser localizados desde el aire, pero también para impedir su fumigación.

Tan sólo en los alrededores de San Vicente, donde se instaló la Base de Operaciones con una docena de tiendas de campaña y áreas para cocina, lavado de platos y de aseo personal, el alto mando de la 35 Zona Militar, con sede en Chilpancingo, ha detectado 18 plantíos de amapola, que crece en esta área de la Sierra Madre del Sur porque la altura es favorable (la amapola, de la cual se extrae la goma de opio, se da a una altura de mil 500 a 3 mil metros sobre el nivel del mar, mientras la mariguana se desarrolla en terrenos en que la altura no supera los 2 mil metros).

El general de brigada Audomárico Martínez Zapata, comandante de la 35 Zona Militar, señala en entrevista que Guerrero ocupa el primer lugar en el plantío de amapola en el país, y uno de los primeros en cultivo de mariguana y que, por ello, la erradicación de cultivos ilícitos constituye la labor central de sus subordinados. Explica que 60 por ciento de sus soldados (mil 500 efectivos) está adscrito a la erradicación de la droga; 20 por ciento descansa de los operativos, y el restante 20 por ciento es personal administrativo.

Los militares consideran que pese a la erradicación anual de casi 6 mil hectáreas de amapola, cifra lograda el año pasado, en esta entidad consiguen sobrevivir alrededor de 20 por ciento de las plantaciones.

"Cada vez es menos el número de sembradíos y menor la producción de droga en este estado, porque ya conocemos dónde siembran... pero, para lograr el ciento por ciento de la erradicación de cultivos de enervantes, necesitaríamos más gente y más helicópteros para moverla", asegura el general Martínez Zapata.

El Ejército moviliza diariamente a más de 8 mil 600 soldados, agrupados en 385 bases de Operación y 540 bases de Intercepción -integradas cada una por 30 elementos- en todo el territorio nacional para erradicar los cultivos de enervantes.

Durante más de seis horas diarias, los integrantes de una sección (30 elementos) recorren brechas y caminos en la sierra para destruir plantíos de enervantes. Rutina que siguen durante los 60 días que viven de manera ininterrumpida en su Base de Operaciones, a la espera de su relevo.

Pese a la cercanía con la capital del estado, los malos caminos de terracería multiplican el tiempo de recorrido; después de casi dos horas de viaje en vehículos Hummer los soldados llegan al lugar que será sumdf21536 campamento por 60 días.

Previamente, las cuatro aeronaves con que cuenta la comandancia de la 35 Zona Militar para ubicar plantíos determinan los puntos idóneos para iniciar la búsqueda y la destrucción de amapola y mariguana. A diferencia de los elementos de la Procuraduría General de la República (PGR), quienes están autorizados para fumigar los plantíos desde el aire, los soldados tienen que destruir las plantas "a mano"; en el caso de la amapola basta que se destruya la planta para evitar que el bulbo de la flor se desarrolle y produzca lo que se convertirá en goma de opio, pero si es mariguana, tienen que quemar la yerba en el lugar.

Para evitar la fumigación de sus cultivos, los sembradores de enervantes siembran la droga a un lado de sus milpas y, con ello, obligan a que los militares tengan que utilizar únicamente machetes o varas para destruir la amapola.

Los militares reconocen que difícilmente capturan a campesinos, porque sólo están autorizados para aprehender a quien se encuentre in fraganti, lo cual es sumamente raro, porque cuando ven a los soldados semex004-110504-pih alejan del lugar.

Tampoco es común que los militares sean agredidos cuando buscan plantíos, porque difícilmente habrá una fuerza capaz de atacar a 30 soldados armados con ametralladoras G-3 y protegidos con chalecos antibalas.

Después de levantarse, a las 6:45 horas, para asearse, desayunar, lavar la loza y planear sus actividades del día, la sección de soldados inicia el reconocimiento del terreno, es decir, comienza la búsqueda, a pie, de los plantíos previamente ubicados.

La amapola que crece en esta zona se desarrolla en todo tipo de terreno: en laderas, al lado de cultivos, en la cima de una montaña; la fértil tierra y la lluvia le facilitan el trabajo al sembrador, quien regresará a los tres meses de haber plantado sus semillas para recoger los bulbos de las flores a los que les extraerá el líquido para formar la goma de opio.

Aun y cuando el número de cultivos que pueden estar cerca de una Base de Operaciones varía, los soldados tienen 60 días para realizar un reconocimiento radial de 10 a 15 kilómetros a la redonda y, una vez que se cubre, se desmantela la base y se instala más adelante. La idea es abarcar la zona de mayor incidencia de sembradíos que tiene lugar en la Sierra Madre del Sur.

Luego de caminar por brechas y destruir sembradíos, los soldados regresan a su campamento cerca de las cinco de la tarde. Si tienen suerte, se asearán, comerán, limpiarán su armamento y se irán a descansar. En caso contrario, comenzarán la ronda nocturna de seguridad periférica por espacio de dos horas, en tanto llega su relevo encargado de vigilar en lugares estratégicos la seguridad de toda la sección.

Los militares adscritos a las bases de Intercepción tienen la encomienda de establecer puestos de vigilancia y control en carreteras y caminos vecinales, en los que se tiene detectada la mayor incidencia del paso de estupefacientes.

Teodoro Amaro Pérez, originario de Tlacotepec, Guerrero, dice que le gusta estar "arriba" (en la base denominada Velázquez, apellido del oficial a cargo), porque ahí las sanciones disciplinarias son menores que en el cuartel. "Aquí uno no anda peligrando por llegar tarde", dice este joven de tez morena, quien afirma que nunca ha sido agredido durante la erradicación de cultivos ilícitos.

"La gente no se mete con nosotros", dice mientras se acomoda su fusil y escudriña con ojos vigilantes los alrededores de la Base de Operaciones.

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