Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 27 de agosto de 2002
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Política

Adolfo Gilly /y II

La guerra relámpago del presidente Bush

Estados Unidos, arrastrado por su propia potencia militar sin paralelo, se va aproximando a un abismo cuyo fondo no se alcanza a divisar. Mientras para su particular mesianismo Ariel Sharon puede sacar inspiración del Dios del Antiguo Testamento, Bush y los suyos no pueden encontrar en los Evangelios una doctrina que alimente y legitime su venganza. Avanzan sobre el vacío: inmensos territorios, inmensas poblaciones serían involucrados a mediano plazo por los efectos del primer golpe, aunque éste lograra ser breve y exitoso. El anticipo de lo que puede sobrevenir en gran escala no son la guerra del Golfo ni la de Yugoslavia, sino la guerra actual en Palestina.

Nadie, salvo Dios (y esto con ciertos asegunes), tiene el poder absoluto para escoger los interlocutores que desea. Son la realidad y la relación de fuerzas (de la cual las armas, por importantes que sean, son tan sólo una parte) las que se los imponen. De nada vale en tal caso impacientarse.

Bush declara que su gobierno no tratará con Saddam Hussein, con Yasser Arafat o con Fidel Castro, entre otros. Es una ficción caprichosa, para consumo interno: caprichos de estos suelen costar caro. Hace muy poco fue recibida en Washington una representación de la Autoridad Palestina. Fidel Castro se las arregla para seguir siendo interlocutor, no sólo en privado sino en público, como lo demostró en su indiscreta y divertida conversación telefónica con Vicente Fox. Y el hombre de Bagdad quién sabe por cuáles canales europeos, árabes o asiáticos comunica.

Lo cierto, en cambio, es que se terminó lo que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial impidió el inicio de una tercera: la existencia de la Unión Soviética y de su bloque de estados satélites, la posibilidad de contener y de tratar como lo muestra, aun en forma parcial y sesgada, la película Trece días sobre la crisis de los misiles de 1962. Había en esos países dictaduras burocráticas, pero también trabajo para todos y cierta cobertura social. Destruidas las dictaduras y esa protección al mismo tiempo, imperan hoy la democracia de las mafias y niveles de desamparo que arrojan sobre Europa occidental cientos de miles de desocupados cada año: rumanos mendigan en el metro de París, albanesas nutren las redes de prostitución en Italia y en Francia.

George W. Bush, al comprometerse a acabar con Saddam Hussein por cualquier medio, parece creer que la abrumadora superioridad tecnológica, industrial y militar de su país le asegura una victoria fulminante. Puede ser. Pero no puede ser en todo lugar ni para siempre, como lo insinúa el simple hecho de que todavía no han podido apresar a Bin Laden ni al mullah Omar y de que su control sobre los señores de la guerra que se dividen el poder en Afganistán es, por lo menos, inseguro e inestable.

El gobierno de Estados Unidos, aunque cueste creerlo, parece también pensar que se puede asegurar una victoria duradera sin arriesgar la vida de sus tropas y sin controlar con su infantería el territorio. Siglos de guerra han enseñado en Europa, y las dos grandes guerras del siglo xx lo confirmaron desde los Urales hasta el Atlántico y desde el Artico hasta el Mediterráneo, que la infantería sigue siendo, pese a todo, "la reina de las batallas", y que donde las propias tropas no controlan, el propio mando no manda. La guerra del Golfo fue, para Estados Unidos, el más reciente ejemplo. Las del Golfo y de Afganistán fueron expediciones punitivas, no guerras en su cabal sentido.

Suena brutal decirlo, pero en el mundo de estos días un gobierno cuyo pueblo no está dispuesto -en buena hora- a aceptar decenas o cientos de miles de bajas en una guerra verdadera no está en condiciones de ganarla. Según informa el Wall Street Journal del 22 de agosto, el Pentágono acaba de realizar en Georgia, en el sur de Estados Unidos, un ejercicio militar de lucha callejera simulada para tomar el control de una ciudad, calle por calle, contra sus defensores. "Las ciudades disminuyen la superioridad tecnológica", constata el comentario. Al término del ejercicio, el número de bajas de los "atacantes" fue muy elevado, sin que lograran del todo su objetivo. "Atacar ciudades sin una gran superioridad numérica es una empresa peligrosa", concluye el Wall Street Journal, que recuerda las bajas de los combates en la ciudad vietnamita de Hue en 1968. Este comentario es, por supuesto, otro modo de pedir prudencia.

Europa fue arrasada de un extremo al otro en las dos grandes guerras del siglo xx. Es explicable la cautela de sus gobiernos y las resistencias que en Gran Bretaña encuentra Tony Blair. China, India, Indonesia y Asia entera siguen su propio camino. El silencio de sus gobiernos es acompañado por el sentimiento antiestadunidense que los observadores de todos los bandos registran en sus poblaciones. Son miles de millones: Ƒlos equilibran la superioridad tecnológica de la fortaleza americana con sus 300 millones de habitantes?

En estos días, Kim Jong-il, el jefe de Estado de Corea del Norte, viajó en su tren especial a Vladivostok, donde se encontró con Vladimir Putin. Rusia prosigue su propia política, y aunque Bush incluya a Corea del Norte en el eje del mal, Putin quiere llegar a un acuerdo con Kim para prolongar el ferrocarril transiberiano, renovando la línea férrea central que atraviesa Corea del Norte para tener una salida hacia Corea del Sur y sus puertos, según informa el Financial Times de Londres. Por otro lado, el 18 de agosto Rusia confirmó la firma de un acuerdo de cooperación económica y comercial con Irak por 40 mil millones de dólares. Mientras, el primer ministro ruso, Mijail Kasyanov, visitó China para discutir temas de comercio y fronteras (Financial Times, 22 de agosto). En estos casos, los hechos hablan.

El norte de Africa y Oriente Cercano son tierras del Islam. Hasta sus incondicionales aliados sauditas le están jugando doble a la Casa Blanca, porque humillar a Irak es humillar a todos ellos ante sus propios pueblos. Por su parte, Africa negra sigue su propia y terrible deriva.

América Latina, por fin, es en estos tiempos escenario y prueba de la insensibilidad y la incapacidad de previsión de un gobierno y un poder político, militar y financiero (Casa Blanca, Pentágono, FMI) que desde Washington quieren imponer sus designios al mundo. Creyeron que causando el derrumbe de la economía argentina al cortarle los préstamos para castigar el default en el pago de la deuda, no iba a haber resistencia en ese país ni "contagio" en los vecinos. Ahora han tenido que virar en redondo y precipitarse a "salvar" con cuantiosos préstamos a Uruguay y Brasil.

Argentina, con una clase gobernante obediente a los mandatos del FMI, es la vitrina de los resultados de un modo de dominación imperial en el cual la omnipotencia financiera está respaldada por el poder militar. Si los planes de guerra anunciados por Bush siguen adelante, Irak podrá ser la vitrina, mucho más atroz todavía, de la omnipotencia de ese poder militar respaldado por el poder financiero.

ƑY después, qué? ƑTampoco habrá "contagio"? Pues el mundo no tiene confines, está poblado por seres humanos innumerables y diversos, esos seres piensan, tienen sus propias ideas y resisten, y todo poder tiene sus límites. George W. Bush y su grupo dirigente están lanzados en una fuga hacia delante y han impuesto a las demás naciones una discusión sobre la guerra sin que por ahora aparezca, dentro o fuera de Estados Unidos, una fuerza contraria que alcance en verdad a disuadirlos. ƑY después, qué?

Si así están las cosas del mundo, uno tampoco entiende muy bien por qué el presidente Fox fue al Mercosur a declarar que en México sí estamos seguros y protegidos porque 90 por ciento del comercio exterior del país se hace con Estados Unidos, ni qué seguridad da semejante grado de dependencia. La privatización de la energía eléctrica y, después, del petróleo mexicano no son sólo objetivos del poder económico vecino. Son también objetivos del poder militar, para completar su control territorial de la fortaleza norteamericana y de sus recursos estratégicos. ƑQuiénes pagarán más caro los errores y los desvaríos del poder que gobierna en Washington, aquellos que están más cerca y más aceptan la subordinación o aquellos que tratan de mantener ciertas distancias y preservar cierta autonomía?

También en Estados Unidos hay resistencias, reservas o reticencias, incluso en círculos cercanos al poder, sobre la guerra relámpago (blitzkrieg, la llamaban los alemanes) contra Irak. Temen la extensión, el contagio y las consecuencias. No comparten la visión catastrófica del mundo. La guerra no es todavía un hecho consumado. Pero la amenaza es cierta.

Si hay un país de nuestro continente cuya cautela, mesura y sangre fría podría contribuir a alentar esas resistencias y reservas, ese es México, el vecino grande de Estados Unidos. Debo decir que no creo que el actual gobierno de este país cuente en su haber con esas tres virtudes. Tanto mayor será su responsabilidad como aliado de George W. Bush en los acontecimientos venideros y tanto peor será tratado por su socio del norte si en esta crítica situación internacional, siendo incluso miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, persiste en hacer como si le hablara Juan Diego.

París, 22 de agosto.

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