Logramos que enemigos en teoría queden unidos por la música, celebra Baremboim

Sonaron en Sevilla las notas por la paz en Levante

ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL

Sevilla, 24 de agosto. Después de tres semanas de intenso aprendizaje, de horas de ensayos y sufrimiento, de largas discusiones -lo mismo de música que de las razones del conflicto que les corcome-, la Orquesta de la Paz interpretó finalmente sus notas de la paz, con las que pretende sembrar la semilla de una nueva convivencia en Oriente Medio.

Ochenta músicos, jóvenes árabes y judíos a las órdenes de la batuta del maestro Daniel Baremboim, hicieron tangible en el Teatro de la Maestranza de Sevilla un "sueño compartido", el de la paz. Y lo hicieron a través de la música, esa que habla y sostiene que una nueva convivencia entre palestinos, sirios, egipcios, jordanos y judíos es posible; lejos, muy lejos, de todos esos bombardeos, explosiones súbitas y campos de refugiados.

"No me gusta hablar en el escenario pues creo que la música lo dice todo, pero tengo que confesar que estoy tan conmovido como ustedes; todos los días vemos que en Oriente Medio la gente se mata o desaparece, sin embargo aquí estamos, gente que en teoría debería ser enemiga y estar enfrentada, tocando en armonía y unidos por la música", afirmó con los ojos llorosos y excitados el prestigioso director de orquesta y pianista argentino de origen de judío, convertido en uno de los artistas más comprometidos por construir un escenario de paz.

Baremboim y el intelectual palestino Edward Said pusieron en marcha hace cuatro años un proyecto que pretende perpetuarse: reunir en una sola orquesta sinfónica a músicos de pueblos enfrentados. Pero hoy, en Sevilla, la única ciudad que durante siete siglos convivieron en relativa paz judíos, musulmanes y cristianos, los signos de la guerra se convirtieron con este concierto sublime que provocó lágrimas y un unánime aplauso, en el reencuentro de judíos y palestinos en torno a ese "milagro que es la música".

El "West Eastern Divan", como llamaron a este proyecto hace cuatro años Baremboim y Said, culminó con este concierto un largo proceso de integración entre estos jóvenes músicos, cuyas edades oscilan entre los 13 y los 26 años.

La velada abrió con la obertura número tres de Leonora, de Beethoven, después el "gran desafío" a la política "ciega" que permite que el conflicto de Oriente Medio tengo todas las trazas de perpetuarse: el concierto en fa mayor para tres pianos de Wolfgang Amadeus Mozart.

Esta pieza, la única que existe en la historia de la música para tres pianos y una orquesta, significó un desafío porque las más de 500 cuerdas sonando al unísono se repartieron entre tres intérpretes: el propio Baremboim, que dirigió y tocó el piano menos relevante del concierto; y de Shai Wosner y de Saleem Abboud Ashkar, judío y palestino unidos en torno a esta música por la paz.

"La selección del concierto de Mozart fue por razones prácticas, pues es el único concierto que existe para tres pianos y orquesta y yo quería que sobre todo tocaran ellos dos, pues yo también toco pero el tercer piano, que es el menos importante, pues considero que el protagonismo es para ellos", explicó el propio Baremboim, quien consideró esta gesta como el máximo "desafío" a la estulticia que permite que el conflicto en la región no tenga visos de desaparecer.

Como colofón, la joven Orquesta de la Paz interpretó el entreacto de Rosamonda de Schubert y la obertura del Barbero de Sevilla, de Rossini, antes de iniciar la breve gira que les llevara a emitir su mensaje de pacificación en dos conciertos más: Alemania y Estrasburgo.