ENTREVISTA /CARLOS
JONGUITUD BARRIOS, EX SECRETARIO GENERAL DEL SNTE
El sistema desechará también a Elba Esther
Gordillo
HA DESMANTELADO TODAS LAS CONQUISTAS DEL SINDICATO
El ex líder moral del magisterio ajusta
cuentas con ella, la mujer a quien dice haber conocido en la más
espantosa miseria. Acusa: el profesor Misael Núñez Acosta
murió a manos de uno de los grupos de control de la maestra, y anticipa:
la situación de los mentores no mejorará
ROSA ELVIRA VARGAS Y JENARO VILLAMIL
Desde el ocaso de su vida sindical y política,
Carlos Jonguitud decide que ha llegado la hora de ajustar cuentas. Y fustiga,
señala, acusa y hasta advierte a Elba Esther Gordillo que como él
se ve hoy, ella también será, más temprano que tarde,
desechada por el sistema político al que se entregó, "importándole
un comino lo que sucedía", convirtiéndose, con su grupo,
en "verdaderos esquiroles" de los maestros.
Porque sin matiz o concesión, para el que fuera
uno de los emblemas del corporativismo mexicano desde el Sindicato Nacional
de Trabajadores de la Educación (SNTE), actualmente se vive "un
retroceso generalizado y una lucha interna apagada porque los maestros
traen fuego en las venas, pero nada más hablan, los clarean y se
acabó".
A
pesar de sus dolencias físicas, Jonguitud Barrios también
trae su propio fuego. Aunque al principio de la entrevista con La Jornada
se muestra reticente a hablar de ella, de "esa muchacha" que él
"trajo" de Chiapas y que "yo formé", más tarde se convierte
en un juicio sumario contra una Elba Esther Gordillo que opera, dice, con
base en grupos de control. "No sé si ustedes recuerden el asesinato
de un maestro en el estado de México, Misael (Núñez
Acosta)... Misael murió en manos de ellos..."
Rotundo en esa acusación, también lo es
cuando asegura: "Creo que Elba en la lucha es capaz de muchas cosas. Yo
digo que si esta entrevista la estuviera oyendo o viendo, ustedes o yo
tendríamos que pagar el pato; no los quiero espantar, pero así
es."
Lo que más le duele, sin embargo, es que la maestra
chiapaneca, hoy alta dirigente del Partido Revolucionario Institucional
(PRI) y abierta colaboradora en las políticas que diseña
el gobierno de Vicente Fox, ha desmantelado las conquistas magisteriales
que se consiguieron en la etapa en la que él fue líder "moral"
y estatutario del SNTE y los mentores vivan hoy "en la más completa
miseria. Se volvieron apáticos, indiferentes, absolutamente fuera
de la realidad".
Jonguitud Barrios acepta la entrevista en las oficinas
que mantiene en un edificio de Insurgentes Sur. Espaciosas, forradas de
madera y con una gran antesala que luce solitaria y un despacho privado
adornado por estatuas en bronce de sus héroes, los héroes
de todo maestro laico: Benito Juárez, Emiliano Zapata, Francisco
Villa.
Las naturales secuelas de su enfermedad lo desesperan.
Dice que la miastenia gravis que lo aqueja es producto de lo que
pasó en "esa época" pero que ha tratado de salvar el pellejo,
pues "tengo muchos enemigos, pero también muchos amigos".
-¿Elba Esther Gordillo es su enemiga?
-De esa mujer no quiero ni hablar siquiera. Me enferma
el sólo pensar.
Pero pensar es a lo que se ha dedicado en estos 13 años
Carlos Jonguitud. Sobre todo le duele Vanguardia Revolucionaria, el grupo
político que formó y utilizó en el interior del SNTE
como instrumento de negociación con el gobierno y de cobertura ideológica
para justificar la íntegra cesión del voto magisterial al
PRI.
-¿Definitivamente desapareció Vanguardia
Revolucionaria?
-Desapareció. Está totalmente desarticulada.
Yo salgo a veces a un estado y todavía por ahí gritan ¡Viva
Vanguardia! Esa es su existencia. Acciones positivas y actuales no las
tiene porque no nos han dejado, nos persiguen, mutilan o apenas nos dan
empleo a medias...
El
maestro Jonguitud ha pasado todos estos años dándole vuelta
a lo que ocurrió aquel abril de 1989. Pero también ha usado
el tiempo para afianzar definiciones, lealtades y, claro, como todo humano,
profundos resentimientos, amarguras.
"Luis Echeverría es mi amigo; fue un gran compañero
y muy útil al magisterio. Y José López Portillo fue
un maestro para mí. Inteligente, siempre se mantuvo alerta a las
cosas del magisterio, al que ayudó..."
Y de su discípula, de la maestra, plantea con total
certeza: "serví de puente para que esta niña se conectara
nuevamente a la dirigencia sindical, nada más... yo vi a esta mujer
en condiciones de miseria". Habla primero serio y luego con risa franca,
incontenible, cuando señala que la ambición de la chiapaneca
le viene desde su infancia y juventud, "y nunca logró nada, a pesar
de los 10 millones que dice que le trajo su abuelo".
"Yo creo que ella no controla nada, pero es muy perseverante
en sus cosas. Cuando pretende algo, lo lleva a cabo, lo realiza, pero esto
no quiere decir control del magisterio sino control de la autoridad, porque
desde el momento en que se da ese contubernio con la autoridad, ella se
implica en conseguir una plaza de doble turno para las gentes que están
apoyándola."
-Pero si dice usted que ella en realidad no es quien controla,
¿cómo ha logrado mantenerse 13 años al frente del
sindicato magisterial?
-A base de sus grupos de control -señala, y guarda
silencio. Jonguitud mira al vacío. Acto seguido, revive un caso
que, para él, ilustra a la perfección su aserto:
"No sé si ustedes recuerden el asesinato de Misael,
un maestro del estado de México. Misael murió en manos de
ellos, precisamente por eso, porque se había convertido en una gente
que tenía cierta afinidad por los planteamientos del sindicato,
porque estaba completamente convencido de la lucha y andábamos buscando
la forma de incorporarlo al sindicato. Ellos lo rescataron y le dieron
línea. Y claro que no tuvo afinidad con ellos y por fin lo mataron."
EL SOBREVIVIENTE
Ex
gobernador de San Luis Potosí, ex senador y amigo personal de personajes
como Gonzalo N. Santos, Jonguitud Barrios transita de un tema a otro sin
perder su pasión por el magisterial y educativo. Extraña
lo perdido en materia de educación rural. Presume haber descentralizado
a la Universidad Pedagógica Nacional y haber conseguido a sus agremiados
prestaciones como la doble plaza. Considera que la educación en
México "está peor" que en su época, descalifica el
reciente acuerdo firmado por la administración foxista y considera
que se quiere "apeñuscar" la filosofía de la educación.
Y establece: "en la época de Salinas desgraciadamente
la educación tuvo un descenso muy fuerte".
Subraya entonces que Elba Esther Gordillo entregó
el sindicato al sistema político y después de 1989 hubo "mucha
represión" contra su grupo.
"Creo que Elba en la lucha es capaz de muchas cosas...
Nosotros éramos blancas palomitas", en comparación.
Y la ironía propia de un hombre que en muchos sentidos
puede considerarse a sí mismo como un sobreviviente surge por la
esquina de alguna expresión. Se refiere así a la reciente
explicación de Elba Esther sobre su fortuna personal:
"No sé cómo ella pudo ubicar (al sindicato)
en una situación desfavorable. No lo entiendo. Cómo una mujer
que había servido al sindicato, que cuando menos tenía esa
línea, modesta, pero la tenía, allá con su abuelo
(en Chiapas) que dice ella que creció entre millonadas de pesos.
Eso no es cierto. Es un ardid de esta mujer que dice que salió de
Chiapas y que aquí el abuelo vino y le depositó 10 millones
de pesos. Esas vaciladas están buenas para Ripley."
Cuando dice cosas así, Jonguitud ríe de
buena gana, pero también cae en silencios tan grandes como las lagunas
que cubren su memoria.
Sin embargo, luego habla recio. Asegura que la intención
no es "atomizar" al SNTE sino "hacerlo desaparecer" y que con su sucesora
se generó "la entrega general a todas las fuerzas del gobierno".
-¿Usted cree que la tendencia es desaparecer también
la educación pública en el actual gobierno?
-Estos van avanzando poco a poco, pero puede ser que lleguen
a eso, si a tiempo no surge un cerebro, una cabeza que guíe los
pasos del magisterio.
-¿La principal resistencia tendría que ser
el magisterio?
-Sí. Es el mismo magisterio, porque hay que convencerlo
de que no puede caminar así, a los lados del gobierno, tienen que
caminar de frente al progreso de los pueblos.
Al referirse a su defenestración, en la primavera
del gobierno salinista, en abril de 1989, Jonguitud Barrios apunta que
su caso se parece mucho al de Joaquín Hernández Galicia,
La Quina. Sólo que "a mí no me podían fusilar
ni meterme al bote, porque yo dije 'piernas para qué te quiero'".
-¿Salinas contó con colaboradores suyos
que lo traicionaron?
-Fíjense que no contó con ellos. Los obligaron
a estar con ellos. Eso es distinto. Y sí hay algunos que voluntariamente
cedieron.
-¿Sería el caso de ella?
-Sí, claro, de ella. Y ya sabe usted quién
es ella.
-Pero ella fue hechura de usted...
-Yo la formé, yo la traje de Chiapas y la formé.
-¿Entonces, por qué se deformó?
-Pues... la formé muy mal porque no sirvió
de nada el esfuerzo.
CUANDO GORDILLO LLEGO DE CHIAPAS
A lo largo de casi dos horas de conversación, Jonguitud
rememora el impacto de su encuentro inicial con Elba Esther Gordillo, cuando
lo abordó, hace décadas, en la avenida Pino Suárez,
en las escalinatas de la Suprema Corte de Justicia.
"Ahí
estaba Elba con dos o tres personas esperándome. Me dijo 'queremos
hablar con usted'. 'Súbase', le respondí. Nos fuimos al Hotel
Diplomático, que tenía un buen restaurante... Las fechas
ya las tengo borradas. Ella era líder sindical. Yo la traje de Chiapas
a través de los amigos que recomiendan personas. Yo con mucho gusto
serví de puente para que esta niña se contactara con la dirigencia
del sindicato."
-¿Qué pasó después?
-Qué paso, quién sabe... -ríe, pícaro-.
Tratamos muchas cosas. Entre ellas, el asunto de que venía de la
más espantosa miseria y necesitaba el apoyo, la ayuda para levantarse
un poco... Venía en condiciones muy lamentables. Venía con
familia, inclusive... Ese tema yo no lo quisiera tratar. Me produce problemas
la situación de esta muchacha.
Jonguitud se resiste. Habla nuevamente sobre la crítica
situación del magisterio y le reprocha a su sucesora la falta de
apoyo a la educación rural y a la doble plaza, que "fue un pleito
tremendo y un disgusto tremendo de algunas gentes, porque decían
que el magisterio se iba a vender por unos cuantos pesos y que no saldría
de la situación económica en la que vivía".
-En 1989 la situación salarial de los maestros
era muy dramática, habían paros aquí en la capital,
había una situación de protesta. ¿Ha mejorado de esa
fecha hasta ahora la situación del maestro?
-Ni va a mejorar. Yo veo la situación muy mal.
Lo que ha sucedido es que junto a la presencia de algunas gentes, entre
ellas Elba Esther, distorsionaron mucho los rumbos de la educación.
Ella, por ejemplo, habló de una cosa que nosotros les entregamos,
como la educación rural. Por eso me detuve en este punto. Yo vi
a esta mujer en condiciones de miseria. Digo, no andaba pidiendo limosna,
era la miseria que se siente en el magisterio, que actualmente se siente
todavía.
Jonguitud insiste en que el gobierno federal "buscó
la forma de anular" la conquista de la doble plaza sindical. "Cuando se
presentaba una plaza de una maestra que la tenía doble, que moría,
o que cambiaba de trabajo, entonces el gobierno jalaba la plaza y ya no
la daba a los trabajadores, como hasta la fecha. Están esperando
que muera un maestro, que pierda por alguna razón, y jalan la plaza,
para aprovecharla y dársela a sus amigos o a otras gentes, o bien
darle otro sentido a este estímulo."
-Entonces, ahí ha faltado liderazgo. ¿Qué
ha pasado en los últimos 13 años? ¿Por qué
el sindicato ha permitido que le impongan acuerdos y que lo limiten laboral
y salarialmente?
-En ese momento, le podría decir que a nosotros
nos empezaron a minar desde que estaba yo. Después me salí
definitivamente del trabajo sindical y lo dejé para que ellos lo
realizaran, porque así era el propósito: tener el magisterio
bajo la bota de esas gentes. Y lo tomaron y efectivamente ridiculizaron
mucho la presencia de los líderes de nuestro sector y de otros grupos
progresistas del magisterio, como el que presidía Jorge Cruickshank
(del PPS) o los grupos revolucionarios que se habían incorporado
al othonismo, porque según ellos acabarían con la corrupción
y con el desvío de recursos, pero la situación siguió
y sigue.
-En
la época del salinismo se decía que había que democratizar
al sindicato y acabar con los cacicazgos. Después de 13 años,
¿qué reflexión tiene sobre este proceso?
-No, no, pues sí penetraron.
-¿Lograron realmente la democratización?
-Esa etapa del decaimiento general del magisterio lo lograron
a base de golpes de audacia. Muchos maestros quedaron en la inopia, en
el abandono completo. No podría decirles, así, sobre las
rodillas, en qué porcentaje se lesionó al magisterio, pero
de lo que sí estoy seguro es de que plaza que por enfermedad, por
muerte o por muchas otras razones caía en manos de la SEP, jamás
la soltaban, y convertían en titular a alguno de los maestros que
les servían, como un premio. Y efectivamente era un premio, pero
ya la finalidad de la doble plaza se ha perdido.
"Hay un contubernio entre las autoridades educativas y
el magisterio sindicalizado. El maestro ha aprendido que su presencia en
el sindicato significa sumisión, aceptación de todo lo que
venga, y que los canales sindicales dejen de trabajar en beneficio del
maestro."
-¿Cómo ha logrado mantener ella 13 años
el control?
-Yo creo que no controla nada (se ríe). Pero es
muy perseverante en sus cosas; cuando pretende hacer una cosa, la lleva
a cabo, la realiza, pero esto no quiere decir control del magisterio sino
control de la autoridad...
Y solo, sin el aparato que lo acompañó cuando
encabezó con mando férreo el sindicato más grande
de América Latina, desde 1972 hasta 1989, Jonguitud llama dos veces
a su secretaria para que le lleve el Manual pedagógico que publicó
pocos años antes de su defenestración y del que se siente
tan orgulloso que ya lo lleva en segunda edición. Le habla quedo,
a veces le cambia el nombre, y cuando se le comenta que tal vez Verónica
no lo escucha, se impacienta un poco porque, dice, "ella debe aprender
el lenguaje de los solitarios".
El asesinato de Misael Núñez, crimen impune
A las 18 horas del 30 de enero de 1981 tres pistoleros a sueldo llegaron a Tulpetlac en un auto Chrysler Le Baron. Al estacionarse frente al local donde se efectuaba una asamblea de maestros y padres de familia, un grupo salió de la reunión para ver quiénes eran los recién llegados. El vehículo tenía los faros encendidos. Cuando el grupo se encontraba a menos de un metro de distancia los criminales reconocieron al profesor Misael Núñez Acosta. Fue entonces que le vaciaron el cargador de una Colt calibre .45.
Los homicidas subieron al coche que habían robado la noche anterior, haciéndose pasar por policías, y huyeron a toda velocidad. Ya en el suelo, Misael quiso levantarse pero no pudo. Trató de decir algo pero no le alcanzó la vida para articular palabra. Dos o tres minutos después murió. Igual destino tuvo el obrero Isidro Dorantes. El maestro Darío Ayala resultó herido de gravedad.
Rufino Vences Peña, Joel Vences Hernández y Jorge Mejía Pizaña fueron los asesinos materiales. Mataron a Misael a cambio de 300 mil pesos. Clemente Villegas, asistente de Ramón Martínez, entonces secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), los contrató. El fue el operador de los homicidas intelectuales. El trato se cerró con Rufino en el Burger Boy de Nezahualcóyotl. Vences Peña convenció después a su tío y a su amigo Jorge Mejía de entrarle al asunto. Bastó con que les adelantara 15 mil pesos para que se comprometieran en la empresa.
Este era apenas el inicio de un próspero negocio. Según declararon los homicidas a la justicia cuando fueron detenidos, "Clemente Villegas, quien nos manifestó que prestaba sus servicios en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, nos indicó que había más personas que calmar, ya que se encontraban agitando, realizando paros, mítines y marchas a Palacio Nacional, aceptando los de la voz calmar a estas personas que agitaban, quedando de verse en un restaurante donde los declarantes recibieron la cantidad de 60 mil pesos" (unomásuno, 27 de julio de 1981).
Misael Núñez Acosta era uno de los más combativos dirigentes de la disidencia sindical democrática del magisterio en el Valle de México, agrupada en la sección 36 del SNTE. Al momento de su muerte informaba a los padres de familia del rumbo que seguiría el paro nacional decretado para el 2 de febrero.
Elba Esther Gordillo era la cacique sindical de los trabajadores de la educación en el estado de México, y una de las principales afectadas por la labor de Misael. Fue designada por Carlos Jonguitud como secretaria general de la sección 36 para el periodo 1977-1980, en lo que ella caracterizó después como un pleito de hombres. De allí saltó, siempre con el apoyo de su protector, a ocupar un puesto en el comité nacional del sindicato, dejando a Leonardo Rodríguez Valero, un personaje incondicional, a cargo de su feudo. En esas estaba cuando un vigoroso movimiento democratizador de base estalló en 1980 en sus dominios. Misael era, con mucho, una de las figuras claves de esa fuerza emergente.
Núñez Acosta nació el primero de agosto de 1949 en Tenango, Hidalgo. Hijo de una familia pobre, de religión protestante, estudió en la Normal Rural de El Mexe, Hidalgo. Allí no pudo cursar más que los dos primeros años. Fue expulsado del plantel por denunciar el mal manejo que los directivos hacían con las raciones alimentarias. Terminó sus estudios, después de una larga lucha, en la Normal de Tenería, en 1970.
Al día siguiente de su asesinato, el CEN del SNTE y la delegación regional de la SEP en el estado de México condenaron "los hechos violentos suscitados en los enfrentamientos de Ecatepec, donde se atenta contra la vida y seguridad de los miembros del magisterio". La declaración provocó una gran indignación entre los profesores democráticos. "Los hechos violentos" eran asesinatos pagados, no enfrentamientos.
De Tulpetlac salió una marcha fúnebre rumbo a la Escuela Normal Superior con los restos de Misael. Cientos de puños en alto lo recibieron allí. Una interminable procesión de carros partió rumbo a Ixmiquilpan, Hidalgo, para sepultarlo. Su féretro fue cubierto con una bandera roja y las siglas de su organización. El 2 de febrero de 1981, día del inicio del paro magisterial nacional, 80 mil personas marcharon por las calles de la ciudad de México. En la descubierta, encabezando la manifestación, fue llevado un simbólico ataúd. Los asesinos materiales fueron detenidos por la policía pero, poco después, se fugaron de la cárcel sin grandes dificultades. Aunque confesaron quién los había contratado nunca se apresó a los autores intelectuales del homicidio. Tan pronto se hizo pública la relación entre los criminales y dirigentes nacional del SNTE, la sección 36 publicó un desplegado en el que tachaba a sus acusadores de amarillistas y de pretender vulnerar la unidad sindical. El comité nacional tardó tres semanas en fijar su posición. Después de atacar a casi todo mundo, excepto al presidente de la República, los líderes del sindicato afirmaron que su gremio: "rechaza categóricamente las aseveraciones que pretenden involucrar a nuestra organización con los actos criminales en los que perdió la vida el compañero Misael Núñez Acosta".
A más de 11 años de su muerte el crimen sigue impune.
ROSA ELVIRA VARGAS Y JENARO VILLAMIL
En el sindicato magisterial sólo decidía
el Padrino
Fueron años en los que el nombre del secretario
general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE)
en turno podía no saberse, pero desde el más modesto trabajador
de la SEP hasta el más prominente funcionario conocía quién
era Carlos Jonguitud Barrios.
Entre 1972, fecha en la que tomó por la fuerza
el control del sindicato nacional con la ayuda del presidente Luis Echeverría,
y 1989, momento en el que cayó de la gracia de su tocayo Salinas
de Gortari, él fue el hombre fuerte del gremio de los trabajadores
de la educación, su líder vitalicio, guía moral y
asesor permanente. Una medalla al mérito sindical fue instituida
en su honor en 1980 para honrar a sus más destacados seguidores.
Comenzó
su carrera de "servicio al magisterio" nacional cargando los portafolios
de sus superiores, a los que luego traicionó para encumbrarse en
la dirección sindical, tal como su Pigmalión, Elba Esther
Gordillo, hizo con él 17 años después. Trepó
en el escalafón de la ignominia en 1960 cuando apedreó y
lanzó cohetes y cubetadas de agua a los maestros democráticos
del Distrito Federal encabezados por Othón Salazar.
Profesor y licenciado, egresado de la Normal Rural de
Tenería, director del ISSSTE, presidente del Congreso del Trabajo,
secretario de organización del PRI, gobernador y senador por San
Luis Potosí, fue, además, cacique político de su estado,
en la tradición de personajes como Saturnino Cedillo y Gonzalo N.
Santos.
Político pantanero, prisaurio aventajado en las
malas mañas de la política corporativa, criatura del echeverrismo,
forjó el instrumento de su poder: Vanguardia Revolucionaria. Conquistó
el control del gremio no por medio de las elecciones, sino tomando por
la fuerza el edificio del SNTE el 22 de septiembre de 1972, con la ayuda
de su amigo en Los Pinos, para deshacerse de los "emisarios del pasado".
Dos años después fue nombrado secretario general del sindicato.
Aunque desde 1977 no ocupó la dirección
formal del SNTE, sus sucesores fueron designados por él, generalmente
de entre su círculo más cercano de colaboradores, procurando
siempre que tuvieran poca fuerza política. Eran sindicalistas caravaneros
y lamebotas, alejados de las cúpulas de la burocracia política,
cuyo trato fue, invariablemente, facultad patrimonial de Jonguitud.
Los aspirantes fuertes, con base de poder real, eran siempre
obligados a competir entre sí para que llegaran debilitados en su
camino a "la grande" y se vieran forzados a aceptar posiciones de segundo
nivel. En la pelea no había más que un árbitro: El
Padrino. Su palabra era la última. Al final, él se encargaba
de conservar unida a la familia vanguardista. Resultaba triunfador indiscutible
de todas las querellas en la cima.
Combatió siempre toda injerencia de políticos
y gobernadores que no pasara por su aprobación. La democracia fue
un lujo que no admitió en su sindicato.
La violencia contra los opositores fue una constante.
Hasta el final de su reinado su fe priísta no tuvo quebrantos. Lo
demostró campaña electoral tras campaña, lo mismo
en miltitudinarios acarreos de alumnos en homenaje a candidatos del tricolor
que en la promoción de brigadas magisteriales para organizar fraudes
electorales "patrióticos" como el de Chihuahua. Porque entre los
profes había "demasiados gallos para tan poquito gallinero" procuraba
hacer de sus compañeros diputados, presidentes municipales o regidores.
Nunca vio satisfecha su más cara aspiración:
ser titular de la Secretaría de Educación. Logró,
empero, tejer dentro de la SEP una intrincada red de intereses que le permitió
hacer de puestos como los directores de escuela o supervisores, personal
sindicalizado. Sus hombres llegaron a controlar la educación en
casi la mitad de los estados del país y en posiciones claves de
la secretaría. Pudo así frenar con eficacia los proyectos
de modernización de la institución que desafiaban su poder.
Combinando lealtad con chantaje, Jonguitud preservó
el control del sindicato durante 17 años. Hasta que, en 1989, la
combinación de una enorme movilización del magisterio de
base por aumentos de salarios y por la democratización del sindicato
le permitió al presidente Carlos Salinas deshacerse de su cacicazgo
para designar a uno más débil y menos burdo: el de Elba Esther
Gordillo. El potosino se fue entonces de la misma forma en la que había
llegado.
Encumbrado, vivió las glorias del poder embalsamado
en vida. Caído en desgracia, hoy es apenas una sombra de sí
mismo.
ROSA ELVIRA VARGAS Y JENARO VILLAMIL