Sami David
Las cifras de la pobreza
Hablar de las contradicciones del régimen ya es lugar común. Entre el decir y el hacer persisten profundas diferencias, lo que indica falta de buen juicio. O ausencia de ética. Pero en política esto es grave, porque quien finalmente recibe el impacto directo de la insensatez gubernamental es la sociedad. Por lo mismo, las cifras oficiales de pobreza esgrimidas provocan inquietud y desazón: 53.7 por ciento de los mexicanos se encuentran en este punto. En términos reales denota que ha fallado la política económica en cuanto a generación de empleos y a la ausencia de una política de desarrollo social.
Las cifras, ciertamente, alarman, aunque a decir de los analistas, el método seguido soslayó lo que en verdad significa la marginación: el acceso a la salud, a la educación y a la vivienda. Según Julio Boltvinik, investigador de El Colegio de México, hay alrededor de 75 millones de mexicanos en la inopia, cantidad que supera, en mucho, a lo estimado por el foxismo. Significa, entonces, que el enfoque ofrecido por el gobierno federal a la problemática es parcial, puesto que de inmediato se advierte la ausencia de causas. Si hay una percepción equivocada habrá, obviamente, una respuesta insuficiente.
Pero frente a la desproporción de datos vuelven las cuentas alegres, el afán declarativo al dar a conocer las reservas del país: 45 millones de dólares, como clara señal de recuperación económica: "De hecho ya casi no sabemos qué hacer con esa cantidad de enormes reservas que acumula el país y que le dan una gran solidez", señaló Fox para enseguida continuar hablando sobre la solidez económica.
Luego del asunto de San Salvador Atenco, las reservas, que en la actualidad ascienden a 45 mil millones de dólares, son una clara rúbrica para el FMI indicativa de que el manejo de las divisas provenientes de financiamientos obtenidos para la regulación monetaria es adecuado.
Pero el manejo interno aún no logra sacudirse la insensibilidad social que priva en la administración actual. Inseguridad pública, ausencia de empleos, insuficiencia alimentaria, aguda problemática en el agro, son algunos elementos que determinan el fracaso de una política económica contraria a los intereses de la mayoría. Y aunque se envíen indicadores positivos a los inversionistas internacionales, México tiene riesgos profundos, desafíos a vencer en casa.
En apariencia el régimen foxista juega a ser el nuevo rico del sistema político mexicano. Por eso desaprovecha y derrocha lo que no le ha costado propiciar: la estabilidad social del país. Quien hereda un patrimonio desconoce el trabajo y el esfuerzo de quienes lo forjaron. Por eso es más fácil que lo derroche. Y aquí conviene resaltar que los datos crudelísimos sobre la situación de los mexicanos son graves. Hay un desfasamiento entre la economía y la política. Por lo que es urgente revisar el modelo económico actual. O modificarlo para atender la demanda social.
El rostro económico de México frente al mundo es de bonanza. Pero la contradicción se revela con los datos ilustrativos de la debacle. Por eso mismo apremia diseñar una política social integral en la que confluyan los esfuerzos de todos los sectores. Urge una política de reingeniería en todos los órdenes. Disminuir la marginación y la pobreza es lo prioritario, pero sin afanes electoreros. No hay que olvidar que estos indicadores comprueban que no se han implementado políticas de crecimiento, que la mayoría de los mexicanos son considerados como cifras y datos en un frío expediente del gobierno empresarial. En año y medio de foxismo los pobres continúan a la alza. Y eso es una muestra clara de que el cambio aún no termina de llegar.
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