José Blanco
Exorcismos estériles
Los exorcismos discursivos de los presidentes Fox y Bush
en materia económica son inútiles. Los comportamientos económicos
de las sociedades capitalistas no son tan "sicológicos" como los
discursos de Bush y Fox pretenden o implican. Las palabras del poder mal
dichas pueden obrar catástrofes -al menos temporales-, pero las
bien dichas no obran milagros. Ambos presidentes insisten en que la recesión
está vencida. No hay tal. Los procesos económicos en Estados
Unidos pasan por un momento de fluidez incierta en sus tendencias, con
propensión hacia la fatiga y hacia una recesión quizá
de largo plazo.
Todavía hacia el inicio de este año podía
sostenerse la hipótesis de que la recuperación de la economía
estadunidense podía darse en cualquier momento, dadas las señales
que emitía el crecimiento de 5 por ciento durante el primer trimestre;
pero el frenazo del segundo trimestre con un crecimiento de sólo
1.1 por ciento (ambas medidas en variación anual), vino acompañado
de hechos cada vez más graves referidos a problemas que no son de
mera coyuntura.
En México, en el juego de los exorcismos Eduardo
Sojo tomó la iniciativa y dio la "buena nueva" de que la economía
mexicana registraba un crecimiento de 2.1 por ciento en el segundo trimestre,
interrumpiendo los crecimientos negativos de los anteriores tres trimestres.
Ello a pesar de que tanto Hacienda como el INEGI habían informado
que el producto, desestacionalizado (eliminando el efecto de la Semana
Santa, que en 2001 ocurrió durante el segundo trimestre y en 2002
durante el primero), era en realidad de 1.16 por ciento. Con todo, el presidente
Fox echó las campanas a vuelo y de plano dio por terminada la recesión.
En el mismo discurso ha insistido Bush, especialmente durante los dos últimos
meses, como si las palabras presidenciales crearan el conjuro para neutralizar
a las fuerzas del mal que nos mantienen en recesión.
En Estados Unidos el análisis de Bronson con su
indicador WLI, de uso creciente en el análisis macroeconómico,
insiste en la hipótesis de que esa economía enfrenta una
recesión de doble fondo. Por su parte, el índice ISM del
sector manufacturero de Estados Unidos de julio, por lo pronto revela que
estamos todavía a medio año de un probable cambio de tendencia
y por lo tanto a casi un año de una hipotética recuperación.
Justo en relación con problemas de fondo de la
economía estadunidense conviene oír la voz de Paul Krugman,
un economista del MIT y de Princeton al que muchos gobiernos ponen atención.
La semana pasada nos recordaba en el NY Times por
qué, hasta hace poco, según su análisis, la economía
estadunidense no tenía en su horizonte de posibilidades una crisis
económica de largo plazo como la que padece Japón (Krugman
tiene un web site sobre este país, al que ha dado seguimiento
durante cuatro años). En traducción libre, sus argumentos
eran: "1) frente a cualquier eventualidad, tenemos tela de dónde
cortar, en relación con la tasa de interés; 2) la situación
estadunidense de las finanzas públicas a largo plazo es muy fuerte
(recuerde usted a Clinton dibujando en una pizarra un gran cero,
indicativo del equilibrio presupuestal, con gran anticipación a
la fecha originalmente programada: JB), por tanto también hay posibilidades
de estímulo fiscal en el improbable caso de que los decrementos
en la tasa de interés no fueran suficientes; 3) no tenemos que preocuparnos
de una pérdida de confianza al estilo asiático en el sector
comercial, porque nosotros tenemos un control (governance) corporativo
excelente; 4) tenemos -como Japón en su momento-, una burbuja accionaria,
pero no tenemos una burbuja de bienes raíces".
Es claro, para quienes tienen un mínimo de información
sobre la economía estadunidense, por qué Krugman ha debido
eliminar de su análisis los tres primeros argumentos (los instrumentos
a que se refieren los dos primeros incisos han sido ya ampliamente ejercidos,
y en el caso del tercero, los escándalos de corrupción de
las grandes corporaciones a nadie han escapado); respecto al cuarto, la
burbuja accionaria ha sido tan grande como lo demuestran el derrumbe
del Nasdaq y las amplias caídas del Dow Jones. Además, según
Krugman, un análisis reciente de Dean Baker, del Centro para la
Investigación de la Política Económica, es particularmente
convincente respecto de una burbuja en el mercado inmobiliario.
Los precios de las casas han corrido muy por delante de las rentas, sugiriendo
que las personas están comprando casas para la especulación
y no meramente como vivienda.
De acuerdo con este análisis, el fondo de la recesión
estadunidense bien puede ser de 5 a 10 años; tal lo que concluye
Krugman, sin abandonar el nivel de la hipótesis y aunque haya muchas
"W" en el camino del crecimiento. Del otro lado del Bravo, desgraciadamente,
el gobierno no piensa en otra vía de estímulo de la economía
mexicana que la recuperación de los vecinos. Estamos aviados.