Niños denuncian abuso policiaco en Tlalpan
Señora directora: Nuestros nombres son Mario
Tonatiuh y Hugo Enrique; tenemos 13 y 10 años, respectivamente,
y por este medio queremos denunciar el abuso policiaco que sufrimos el
pasado 8 de agosto, cuando trabajábamos en un proyecto de apoyo
comunitario para recordar a nuestros vecinos que deben mantener las calles
de la colonia limpias de los desechos de sus mascotas.
Aproximadamente a las 6:40 de la tarde, mientras pegábamos
uno de nuestros carteles en la esquina de avenida Miramontes y calle Cárcamo,
en Villa Coapa, Tlalpan, se nos acercó una patrulla con dos policías
de la Secretaría de Seguridad Pública, uno de los cuales
nos advirtió que "pegar esa información era una falta administrativa"
(aunque horas más tarde autoridades de nuestra delegación
lo negaron).
Nosotros le explicamos que los carteles eran para una
acción comunitaria, pero el policía respondió que
eso no importaba y que la próxima vez que nos viera nos "iba a remitir
a la cárcel".
Después nos llamó hacia él y llegó
otra patrulla de la que se bajó otro policía con uniforme
diferente; este segundo oficial nos amenazó con llevarnos al Consejo
Tutelar de Menores. Tomó a Hugo del brazo y lo quería subir
a la patrulla, pero se soltó y comenzamos a rogar que no nos detuvieran;
uno de los policías nos amenazaba diciendo: "es la última
vez que hacen esto", mientras que los otros se burlaban riéndose.
Para denunciar esta injusticia ya fuimos a la Comisión
de Derechos Humanos del Distrito Federal a poner una queja. Por este medio
le pedimos a Marcelo Ebrard, pues nos dijeron que él es el jefe
de esos policías, que tome medidas para que esto no le suceda a
nadie más. Gracias por el espacio.
Mario Tonatiuh Meléndez Huerta (13 años)
y Hugo Enrique Galván Guido (10 años)
La biblioteca de aula vale la pena, afirman
Señora directora: Cuando participamos en
la selección de textos para integrar las bibliotecas de aula, poco
imaginamos que nuestra labor fuera a despertar semejante escándalo.
Incluso, las primeras reacciones críticas las entendimos quizás
como un malentendido, o como un afán amarillista, o como mala leche
de los medios. Nos consta ?estábamos ahí? que muchas veces
el crítico no sabía de lo que hablaba. Pero la cosa sigue,
y ahora se han sumado a la polémica algunos grandes escritores,
es decir, precisamente aquellos cuyas obras, entre otras, son las que nos
inclinan a hacer lo que hacemos.
El asunto es particularmente doloroso considerando cuál
es nuestra vocación y cuáles son nuestros intereses. No somos
escritores ni artistas, pero tampoco altos funcionarios o burócratas,
y no participamos en este programa por un sueldo, ni mucho menos ?inocentes
de nosotros? por figurar en los titulares de los diarios. Somos maestros,
investigadores y promotores de la lectura. Somos lectores, nuestra profesión
es leer y compartir lo que leemos, así como buscar que otros lean.
Vistas desde nuestros rincones de trabajo, donde se lee
mucho aunque a nadie le importe, incluyendo a los medios y a los escritores,
las reacciones parecen increíbles: ahora resulta que hemos conseguido
lo que no consiguieron Abascal y la Iglesia católica. Si no fuera
tan ridículamente desmesurado, sería un insulto. Si no hubiera
tanto en juego, movería a risa.
Nos acusan de haber omitido "literatura esencial". ¿Qué
es lo esencial en la literatura? ¿Lo que no es esencial es accesorio?
¿Chéjov, Arreola y Poe son accesorios? ¿Cuál
es el parámetro de lo esencial? Para nosotros, que no solemos volar
tan alto, el criterio de juicio era la estimulación de la lectura.
No la de Fuentes, Monsiváis o Poniatowska, que leen mucho y pueden
comprar libros, sino la de los millones de estudiantes cuyos hábitos
y posibilidades de leer están más cerca de las historietas
y las "revistas para adolescentes" que de Cervantes o Paz. A ellos es a
quienes ahora todos nos indican, con una seguridad y una soberbia pasmosas,
que hay que proporcionarles Don Quijote y Piedra de sol.
Pero nosotros teníamos que elegir textos para iniciar
a niños y jóvenes que poco o nada leen (hablamos de la realidad,
de nuestros alumnos: de esa realidad que es bastante peor que las cifras
oficiales). Teníamos que seleccionar doce o trece textos literarios
por grado pensando en un universo de cuentos, poemas y novelas capaces
de seducir y encantar a niños y niñas con gustos, intereses
y habilidades infinitamente diversos. Y aun así nadie notó,
en ese trabajo nuestro, a Chesterton y Hawthorne, a Borges y Swift, a Bradbury,
Twain y Verne. Nadie los notó, o nadie los consideró "esenciales".
Nos acusaron por lo que no está (y les faltaron unos cuantos miles),
pero nadie se preocupa por lo que sí está, por los libros
que ?si nada peor ocurre? podrán leer a partir de octubre los estudiantes
de 750 mil aulas mexicanas. Monsiváis nos acusa de fomentar la puerilidad
y matar la imaginación; Poniatowska, de enemigos de las letras patrias.
Más: nos acusan de no haber incluido a autores que sí incluimos:
Fuentes, Arreola, Ibargüengoitia, Rulfo, Pacheco. Los cinco están
allí, en la lista. ¿No la consultaron? ¿No la leyeron?
(Para no acabar: había que mandar a los salones diccionarios, porque
no los hay. De ese nivel es la carencia.)
En otros señalamientos preferimos no abundar. Ninguna
selección de textos ?qué decir de una de este tamaño?
puede dejar satisfechos a todos los lectores, y nosotros lo sabíamos
desde el principio; pero sostenemos ésta, que hicimos con toda nuestra
pasión y toda nuestra habilidad profesional. No éramos una
comisión de apoyo a la industria editorial mexicana, ni buscábamos
hacer el panegírico de la literatura nacional.
En esas materias, ni siquiera nuestros detractores consiguen
ponerse de acuerdo, y donde unos reclaman a D'Amicis y Salgari, otros aducen
Abreu Gómez y Nellie Campobello. Nosotros pensamos en nuestros estudiantes.
La biblioteca que formamos vale la pena. Y va de segunda: la biblioteca
que formamos vale la pena.
En suma, creemos que las críticas han sido injustas
y superficiales. Letales, además, por venir de quienes vienen. No
es la primera vez, ni será la última, que los desencuentros
entre maestros e intelectuales pesen, aparentemente, más que las
coincidencias, ya no digamos entre lectores. Pero creemos también
en esta iniciativa con toda una vida de trabajo respaldándonos ?aunque
haya sido en la oscuridad, aunque no le importara a nadie?, y la defendemos:
incluso de autores a los que admiramos profundamente. No somos incondicionales
de la SEP ni mucho menos, y en estos días más de una propuesta
educativa ameritaba bombardeos de buen calibre; pero en esta ocasión,
en lo que a este programa se refiere, creemos que Fuentes, Poniatowska
y Monsiváis le están haciendo el trabajo al enemigo. Y sin
embargo, no perdemos la esperanza de que, después de no recibir
de ellos nada más que una crítica ligera y desinformada,
pueda llegarnos del mismo lugar un comentario constructivo y hasta alguna
palabra de aliento. No saben la falta que hace, a veces.
Juan Sebastián Gatti, Alma Carrasco Altamirano,
Ana Barahona Echeverría, Miguel Angel Vargas García
Propone filme sobre la nueva santa inquisición
Querida Carmen: Propongo que Carlos Carrera realice
una película de tan buena factura como El crimen del padre Amaro
con el vasto material que nos está obsequiando la
emergencia de la nueva santa inquisición virtual
y su memez inquebrantable. Onésimo está que ni mandado a
hacer para
guionista.
José Blanco
Exigen detener la impunidad en Chiapas
Señora directora: A sólo una semana
de la agresión contra bases zapatistas en el municipio autónomo
Ricardo Flores Magón, que dejó como saldo siete heridos,
el 7 de agosto fue asesinado en presencia de sus hijos José López
Santiz, en el municipio autónomo 17 de noviembre, cerca de Altamirano.
José era zapatista, miembro de las autoridades autónomas.
Estos hechos muestran la agravación del conflicto.
La descomposición de la situación en muchas
localidades recuerda el contexto que en su momento preparó las condiciones
para masacres como las de Acteal y El Bosque.
Estas situaciones muestran las debilidades de la política
gubernamental de administrar el conflicto en lugar de resolverlo con una
estrategia para la paz con justicia y dignidad, que debiera pasar, en primer
lugar, por el reconocimiento pleno de los derechos y la cultura indígenas,
consagrados en los Acuerdos de San Andrés y en la iniciativa de
reformas de la Cocopa.
La Presidencia de la República, la Secretaría
de Gobernación, el comisionado para la paz y el gobernador del estado
tienen una responsabilidad directa en la agravación de la situación
en Chiapas; es indispensable una respuesta pronta que ponga fin a la impunidad.
Exigimos justicia en el caso del asesinato de José López
Santiz.
Dolores Soto, Marisa Magallón, Roberto Martínez,
Dolores González, Miguel Alvarez, Francisco Cerezo, Emiliana Cerezo,
Elizabeth Martínez, Nuri Fernández, David Peña, Pedro
Padrón, Arturo Ramos Guerrero, Enrique Pineda, Edilberto Bautista,
Erika Doring, Jorge Fuentes y más firmas. Alianza Cívica
DF, Servicios y Asesoría para la Paz, Comité Hermanos Cerezo,
Jóvenes en Resistencia Alternativa, Convergencia Socialista-PRT,
Red de la Sociedad Civil