VENTANAS
Eduardo Galeano
Verderías
CUANDO LA MAR ya era mar, la tierra no era más
que roca desnuda.
Los líquenes, venidos de la mar, hicieron las praderas.
Ellos invadieron, conquistaron y verdearon el reino de la piedra.
Eso ocurrió en el ayer de los ayeres, y sigue ocurriendo
todavía. Donde nada vive, los líquenes viven: en las estepas
heladas, en los desiertos ardientes, en lo más alto de las más
altas montañas.
Los líquenes viven mientras dura el matrimonio
entre las algas y sus hijos, los hongos. Si el matrimonio se deshace, se
deshacen los líquenes.
A veces, las algas y los hongos se divorcian, por riñas
y disputas. Según ellas, ellos las tienen encerradas y no las dejan
ver la luz. Según ellos, ellas los empalagan de tanto darles azúcar
noche y día.