Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 17 de agosto de 2002
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Capital

Bernardo Navarro Benítez

Crónica de un chantaje anunciado

El Metro, con sus 200 kilómetros de vías y su creciente número de usuarios en la actualidad, después de más de una década de disminución constante de los mismos, es el principal Metro de todas las ciudades de América Latina y seguramente la principal obra pública urbana de este subcontinente. En nuestro tren metropolitano, sus obras asociadas e inversiones de mantenimiento y actualización, los habitantes de la ciudad de México y su área metropolitana disponen de un activo de más de medio billón de pesos.

Este medio de transporte estratégico para la metrópoli permite a la población en general, y a la de menores ingresos en particular, realizar largos desplazamientos troncales con un subsidio mayor a 50 por ciento de su costo real. Sin el servicio que brinda el Metro el funcionamiento urbano de nuestra metrópoli y su productividad básica serían impensables. Sin embargo, el jueves 8 de agosto la cúpula sindical decidió, sin importarle el precio, detener el servicio en dos líneas estratégicas de este crucial medio de transporte, afectando a 650 mil usuarios. Sus razones seguramente no son banales si, como parece, su objetivo principal es de orden político y consiste en dejar de fintar al gobierno de López Obrador e iniciar acciones directas de presión para calentar el ambiente electoral de 2003 y, paralelamente, chantajear al Gobierno del DF para que detenga el desmantelamiento sistemático de las canonjías recibidas por la cúpula sindical con base en presiones y favores políticos permanentes.

Nuestro joven Metro, no podemos obviarlo, tiene sin embargo más de tres décadas de intenso servicio y por ello requiere importantes esfuerzos para mantenerlo en condiciones óptimas para sus usuarios. Respondiendo a esto, la actual propuesta del Programa Integral de Transporte y Vialidad y los programas operativos del Metro se proponen efectuar importantes y multimillonarias acciones de mantenimiento, renovación de vías, trenes y equipos que garanticen a corto y largo plazos efectivamente la seguridad de los pasajeros y de los trabajadores del Metro.

Incluso se propone la renovación integral de las instalaciones fijas de la línea con mayor desgaste y uso y se establecen acciones directas para corregir los problemas estructurales y los potenciales del conjunto de la red. Particularmente se establecen las acciones concretas para las líneas B y 9. Sin embargo, para la actual dirección sindical es imposible pensar que los pasajeros sean la prioridad del GDF y no las canonjías de algunos líderes y los arreglos políticos.

Por ello estamos ciertos de que para el conjunto de la ciudadanía, usuarios o no del Metro, y para la mayoría de los actores políticos de buena fe, resulta crucial preservar el estratégico servicio del STC, sin chantajes y sin desviaciones, garantizando de esta manera una metrópoli con futuro. Por ello, no cabe la menor duda de que la lucha contra los viejos y nuevos corporativismos, contra el charrismo sindical y en beneficio de los usuarios-ciudadanos constituye una necesidad en la que todos sin distingo debemos converger.

Autor del libro El Metro y sus usuarios, e investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco.

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