Enrique Calderón A.
San Salvador Atenco y lo que pueda venir atrás
La sorpresiva decisión del presidente Fox de cancelar el aeropuerto de Texcoco es hoy motivo de indignación, coraje y frustración de un importante sector de la población, que incluye a altos dignatarios de la Iglesia católica, a muchos empresarios interesados en el progreso del país y dispuestos a hacer cuantiosas inversiones para desarrollar Texcoco y sus alrededores, así como a distinguidos políticos mexiquenses y a algunos distinguidos líderes de opinión de la radio y la televisión.
Para todos ellos la decisión resultó torpe, falta de visión y cobarde, con tres secuelas que dañarán enormemente al país: en primer lugar por la imagen de inseguridad que ha dejado en los inversionistas, que reconsiderarán la conveniencia de invertir en México; en segundo lugar, por el pésimo ejemplo que se les ha dado a los campesinos, para que anden por allí de revoltosos, oponiéndose al progreso y protestando por todo, sin mayor objetivo que ser escuchados, aun cuando no tengan razón; y en tercer lugar, porque la decisión es una clara invitación a diversos grupos de agitadores para que apoyen cualquier movimiento social o campesino con objeto de sacar leña para su propio fuego.
No me queda duda de que en buena parte estos grupos tienen toda la razón del mundo al pensar así, porque lo que vaticinan es lo que seguramente va a pasar; sin embargo, es precisamente de eso de lo que se trata, y lo que conviene que ocurra porque:
1. Los inversionistas deben dejar de pensar en el dinero fácil, en apoyar proyectos cuyo negocio estriba en despojar de su patrimonio a campesinos y grupos débiles, como tanto ha sucedido en el país. Es tiempo de que los inversionistas además de pensar en sus utilidades, lo hagan también en torno de la contribución que sus proyectos puedan hacer a las comunidades, y a la sociedad mexicana en general, porque de otro modo, Ƒpara qué necesitamos y queremos sus inversiones?
2. Debemos aceptar que en buena medida las inconformidades sociales se deben a agravios que los campesinos y los grupos sociales más débiles ya no están dispuestos a soportar. Los campesinos dejarán de protestar y de usar machetes en sus manifestaciones en la medida en que se terminen los despojos territoriales y los engaños, cuando los gobiernos cambien de actitud y acepten dialogar con ellos, y no como algunos quisieran, como resultado de la represión y del asesinato de esos hombres y mujeres inconformes.
3. Los grupos de agitadores políticos dejarán de apoyar movimientos sociales para aprovecharse de ellos cuando simplemente desaparezcan esos movimientos sociales, de modo que sus demandas se queden huecas.
Por ello, esta decisión particular de Fox me parece inteligente, visionaria y justa. Espero sinceramente que el gobierno la sostenga; sus beneficios se verán en el corto plazo, aunque a los ricos y a sus voceros no les guste.