Jacobo y el circo
El circo de los Hermanos Vázquez en pleno Zócalo es buen motivo para algunas reflexiones: la semana pasada fue una semana trágica para el gobierno, se abrieron dos grietas profundas, ambas totalmente evitables; una grieta lastimó la esencia y el espíritu, incluso el sistema jurídico de un Estado laico, como el de México. Durante 180 años miles de mexicanos murieron a manos de otros mexicanos por lograr esta conquista: la del Estado laico al margen de la creencia, el talante o los excesos de los gobernantes. Esa grieta es peligrosa, si recordamos cuántas veces los mexicanos se enfrentaron a los mexicanos para librar la riña de la libertad de los credos; no es asunto trivial, ni circunstancial, ni siquiera comparable a lo que ocurre en otros países; en esto la historia de México ha sido distinta, y no debemos olvidar.
La otra grieta abierta la misma semana pasada hiere la capacidad del gobierno para enfrentar los problemas actuales y futuros: una negociación torpe, mal planteada desde el principio, lleva a la autoridad a entregar sus armas ante los machetes, antes de rendirse ante las leyes que les iban a ser adversas. Si sólo se tratara del nuevo aeropuerto de la ciudad de México ya sería, por sí, causa de preocupación, pero es algo más: es el desgaste que este revés provoca y el grado en que disminuye la fuerza negociadora del régimen.
Hoy desvían nuestra atención y se critica a un circo que se instaló en el Zócalo: el circo de los Hermanos Vázquez, y no es más que un circo, se presenta como circo, no nos engañan, dicen: "somos un circo". ƑA quién ofenden? El circo es un espectáculo sano, limpio, con una larga tradición en México. En el Zócalo, recientemente, vi a una mujer posando desnuda, aunque eso tampoco me parece mal; también he visto en el Zócalo, con mis propios ojos, concentraciones políticas que fueron un circo trágico. En la época de la Colonia, el circo no estuvo en el Zócalo, pero el Zócalo fue escenario de ejecuciones públicas y gran parte fue ocupado durante mucho tiempo por un mercado llamado El Parián.
En nada agrede al decoro, ni a la dignidad del Zócalo, que se establezca ahí durante unos cuantos días un circo. La única diferencia entre el circo de los Hermanos Vázquez con los circos que hemos visto durante siglos y hasta la fecha en el Zócalo es que el de los Vázquez tiene la honestidad de confesar: "soy circo". No engañan a nadie y a nadie hacen daño. Da la impresión de que se trata de desviar la atención de los dos problemas que han dejado grietas en el gobierno: el grave atentado al Estado laico y el fracaso para realizar la llamada obra del régimen.
En el Zócalo, viéndolo bien, hay dos circos: uno dentro de lonas, otro afuera. El peor, el de afuera; el que está dentro de las lonas es el menos nocivo de todos los que se han establecido en toda la historia de la gran plaza.
Comentario editorial del periodista Jacobo Zabludovsky en su noticiario radiofónico De una a tres, que se transmite por Radio Centro, a propósito del debate suscitado por la instalación de un circo en la Plaza de la Constitución.