''Está
en mi memoria por dos actuaciones memorables''
Cobo fue un hombre que tuvo buena y mala suerte: Monsiváis
ANGEL VARGAS
La encarnación "del mal en estado puro" en su
papel de El Jaibo en Los olvidados, de Luis Buñuel,
marcó para siempre al actor Roberto Cobo, como también lo
hizo sin duda su personificación de La Manuela y el beso
apasionado que como tal logró arrancar al mal macho recalcitrante
interpretado por Gonzalo Vega en El lugar sin límites, de
Arturo Ripstein.
Para la memoria cinéfila de Carlos Monsiváis,
como para la de muchas otras personas, El Calambres permanece gracias
a esas "dos actuaciones memorables y eso, siempre, es agradecible y suficiente".
Según el escritor y cronista, Roberto Cobo fue
un hombre de buena y mala suerte, que lo mismo saltó a la fama por
circunstancias fortuitas y se salvó de puro milagro en el terremoto
de 1985, que deambuló sin rumbo por provincia durante largo tiempo
y participó en películas de poca relevancia.
Con motivo del fallecimiento del actor, Monsiváis
señaló anoche: "Roberto Cobo fue un excelente bailarín,
de esos chicos del coro del teatro Lírico y del Teatro Margo, que
de repente, por una suerte del casting, resultó elegido para
el papel de El Jaibo en Los olvidados, lo que definitivamente
lo marcó. El Jaibo es la presencia de la falta de escrúpulos,
casi del mal en estado puro, aunque ni Buñuel ni sus argumentistas
creyesen posible el mal en estado puro; es un resultado de la pobreza y
de la venganza sobre los pobres.
"Desdichadamente, Cobo no tuvo durante años una
oportunidad semejante, y vagó en provincia y en películas
de nombre piadosamente olvidado. Su condición gay, en una etapa
muy homófoba de la industria del cine, limitaba aún mas sus
posibilidades. Arturo Ripstein con indudable acierto lo escogió
para el rol de La Manuela en El lugar sin límites,
y la carrera de Cobo renació. Su interpretación travesti
de La leyenda del beso es notable, como es notable su actuación
durante el crimen de odio que perpetra el personaje de Gonzalo Vega.
"Cobo tuvo buena y mala suerte. Se salvó de milagro
en el terremoto de 1985, al derrumbarse su edificio en Tlatelolco. Entre
cascajos y cojeando abandonó el lugar. Luego participó en
películas interesantes como Dulces compañías,
de Oscar Blancarte, en el papel de un gay acosado y también víctima
de un crimen de odio, y en obras de teatro y en películas sin la
relevancia necesaria. En mi memoria de cinéfilo permanece gracias
a dos actuaciones memorables y eso, siempre, es agradecible y suficiente".
Las cenizas de Roberto Cobo, según trascendió,
serán llevadas a Acapulco, para cumplir así su deseo de descansar
en el puerto.