Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 3 de agosto de 2002
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Política

Lo que sigue es la anulación total del decreto de expropiación, dice el líder campesino

En Atenco aún "no hemos ganado nada": Del Valle

"Viene la otra etapa de la revolución, que es conservar la unidad de nuestros pueblos"

RENE RAMON ALVARADO Y JAVIER SALINAS CESAREO CORRESPONSALES

San Salvador Atenco, Mex., 2 de agosto. Del dolor y la incertidumbre, Atenco pasó a la alegría. La cara de la moneda dio un vuelco para los campesinos, que apenas hace una semana sepultaban a su compañero José Enrique Espinoza Juárez y vivían la zozobra ante el rompimiento del diálogo por parte de las autoridades federales.

Ahora, señalan los labriegos, con la cancelación del proyecto aeroportuario en la zona por parte del gobierno federal, todo cambió, aunque aseguran que no bajarán la guardia. "Hemos cumplido una etapa y viene otra más difícil, que es conservar la unidad de los pueblos. No hemos ganado nada; apenas empezamos", dijo Ignacio del Valle, líder del movimiento de resistencia.

La noche del jueves en Atenco nadie creía lo que anunciaban los medios de comunicación electrónicos. A los reporteros que cubren el conflicto, los dirigentes del movimiento les exigían respeto: "No jueguen con nosotros, de dónde sacan que el decreto se revocó". Sin embargo, al paso de los minutos empezó a concentrarse la gente en la plaza del pueblo; comenzaron a retumbar las campanas de la iglesia del Divino Salvador y se dio la señal de alarma con el lanzamiento de los tradicionales tres cohetes.

Pronto el campamento del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y la explanada principal estaban abarrotados. Eran las 22:30 horas, y transitar por la plaza era difícil. Más de 2 mil ejidatarios y habitantes se abrazaban, lloraban y aplaudían al confirmarse la decisión tomada por el gobierno del presidente Vicente Fox. Los decretos de expropiación de más de 5 mil hectáreas del ex lago de Texcoco se cancelaron, y con ello no habrá aeropuerto en las tierras de cultivo de San Salvador Atenco, Chimalhuacán y Texcoco.

Entre los discursos, porras y consignas, como "sí que sí, no que no, el decreto ya cayó", en la cabecera de San Salvador Atenco se fueron sumando los contingentes provenientes de los ejidos de Santa Isabel Ixtapa, Nexquipayac y Acuexcomac, así como de la colonia Francisco I. Madero y los núcleos agrarios texcocanos de Magdalena Panoaya, Tocuila, San Felipe y Santa Cruz. La celebración se prolongó hasta casi el amanecer de este viernes, después de una larga marcha por la zona expropiada.

La bandera nacional era enarbolada en lo alto por los jóvenes. Los campesinos viejos, la vieja guardia, como se les conoce y quienes siempre pernoctaron en el plantón, tenían los ojos cubiertos de lágrimas. Las mujeres oraban y se abrazaban. Doña Lucha y doña Trini recordaban las agresiones y los hostigamientos policiacos de que han sido objeto sus compañeros durante los más de nueve meses de lucha.

La "otra etapa"

Entonces comenzaron los discursos: "No olvidemos que tenemos ante nosotros a un gobierno que no nos escuchó. Ese decreto que echó abajo no fue por buena voluntad, sino por la fuerza de la gente. Nos tenemos que coordinar, pues viene la otra etapa de la revolución", señaló Ignacio del Valle.

Lo que sigue, agregó, es ratificar la cancelación total del decreto. No nos confiamos todavía en esto hasta que lo veamos en un papelito. Tenemos, dijo, que buscar ahora la forma de cómo integrar a nuestros pueblos que se dividieron; ahora tenemos un compromiso muy grande. Hoy les decimos a los partidos políticos que nos disculpen, pero el pueblo de Atenco será el que tome la decisión de cómo quiere su organización: que sea por un concejo municipal autónomo.

La multitud aclamó la propuesta de la creación de un concejo autónomo. "El gobierno municipal siempre dio la espalda al pueblo." "šMárgaro traidor!", coreaban losatenco_triunfo_mx7 campesinos al referirse al desconocimiento del alcalde de San Salvador Atenco, Margarito Yáñez, y su administración.

"Los machetes van a estar pendientes, por ahora, pero hoy más que nunca les vamos a sacar doble filo y los tendremos enfundados para que cuando sea necesario los saquemos. En tanto volverán a las parcelas a producir lo de siempre: vida", señalaban.

Era una noche lluviosa y fría. En el templete, fiel testigo y acompañante de las movilizaciones de los ejidatarios, estaba el estandarte del Divino Salvador, cuyas festividades en su honor serán el próximo domingo. Abajo no cesaban las consignas de reconocimiento al campesino José Enrique Espinoza Juárez, fallecido la semana pasada y a quien se le honrará al ponerle su nombre a la casa de cultura municipal.

La lista de oradores fue larga. Los campesinos de todos los pueblos no cesaban en expresar su alegría y el reconocimiento a las organizaciones que se sumaron en su apoyo; a aquellos ancianos y muchachos que hora tras hora se mantenían en las guardias ante el riesgo de una intervención policiaca.

A la una de la madrugada del viernes más de 2 mil personas, hombres, mujeres y niños, muchos de ellos machete en mano, con consignas y aplausos que parecían interminables, convirtieron la plaza en un centro de baile. Danzaron al son de la música tradicional del pueblo. Mientras, en el templete, Christian, el Chilindrino -quien a sus 10 años participaba activamente en las movilizaciones-, se comprometía por enésima ocasión a darse un baño y acudir a la escuela. Otros entonaban cánticos y versos.

Media hora después, en caravana marcharon por las calles de los pueblos de Acuexcomac, Magdalena Panoaya y Atenco. Varios de los campesinos, mezcal en mano, descargaban sus pistolas, aquellas que sólo son desenfundadas cada 15 de septiembre, cuando con bala al aire se festeja la Independencia de México.

Durante más de tres horas duró la marcha de los ejidatarios, pero esta ocasión era de alegría. Pasadas las cuatro de la madrugada, la tranquilidad regresó a la plaza. La mayoría de la gente decidió que no había mejor momento para descansar, luego de nueve meses de zozobra e incertidumbre.

Como siempre, en el campamento sólo se quedó aquel grupo de ancianos que dejan descansar su cuerpo sobre los bastones.

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