La mexicana protagonizó también la versión del musical que se representa en Broadway
Regresó Bianca Marroquín a celebrar ayer las 300 representaciones de Chicago
En Nueva York, el contacto con el público es más íntimo y personal, asegura la regiomontana
La gente debería pensar que ir al teatro sirve para olvidarse de los problemas y divertirse, dice
MARIANA NORANDI ESPECIAL
Para cualquier actor o actriz de comedia musical su mayor sueño es alguna vez poder actuar en Broadway, pero son muy pocos los que lo consiguen. En México teníamos únicamente el caso de Manolo Fábregas, que hace 40 años había sido invitado a estelarizar en Nueva York El rey y yo. Desde entonces ningún otro actor mexicano había tenido ese privilegio hasta que Bianca Marroquín, protagonista de Chicago, el musical, lo logró. Esta regiomontana de 26 años, fue invitada, después de representar durante siete meses el personaje de Roxie Hart en el Centro Cultural Telmex, a interpretar el mismo papel en el mismo musical que se presenta en Broadway.
Todo empezó en 1997, cuando Marroquín, quien era estudiante de comunicación en Monterrey y que soñaba con llegar a ser algún día una gran bailarina de flamenco, se presentó a unas pruebas para participar en la obra La bella y la bestia. Lo que parecía una remota posibilidad, se convirtió en un hecho y fue aceptada. Poco después, participó como suplente de actores en el musical Rent y, en 1999, como capitana de danza en El fantasma de la ópera. A mediados del año pasado, fue seleccionada entre 800 aspirantes para protagonizar el musical Chicago, con el cual logró, no sólo actuar en el escenario del teatro Shubert de Manhattan, sino, deslumbrar al exigente público de Broadway.
Tras una estancia de cuatro semanas en la meca de la comedia musical, Bianca Marroquín retomó su personaje en México y anoche celebró, junto con todos sus compañeros, las 300 representaciones de la obra que la llevó a pisar los escenarios de Broadway.
Acabada la función, nos recibió en su camerino. Sin la indumentaria y caracterización de su personaje, esta actriz se ve mucho más joven que en el escenario. Simpática, espontánea y natural, Bianca se nota algo agitada pero muy feliz por regresar a México tras un gran triunfo.
-ƑCómo te sientes después de haber obtenido tanto éxito en Broadway?
-Acoplándome nuevamente a la altura y a nuestro querido smog, que me está dando problemas de garganta, pero espero volver a mi estado normal. En cuanto a la primera actuación lo pasé un poquito mal, ya que sufrí las diferencias respecto al Chicago de Broadway. En muchos momentos hacía gestos o tiempos de la otra puesta.
-ƑQué diferencias existen entre aquél Chicago y éste?
-Los tiempos. Allá son más rápidos. La velocidad de las canciones y de la música es más ágil. Por eso ahora, de repente, hay momentos en que me acelero un poco. Por otro lado, el teatro Shubert es más chiquito y tiene forma de laberinto, lo que hace que el contacto con el público sea más íntimo y personal. En cuanto a escenografía y vestuario es exactamente igual.
-ƑEl cambio de idioma fue una dificultad?
-No, porque mi mamá es estadunidense y yo crecí en la frontera. Desde chiquita fui a la escuela en Texas y conozco bien el inglés. Ellos al principio pensaban que no me iban a entender bien y que se me iba a notar mucho el acento, pero luego vieron que no era así.
-ƑCómo fue tu conexión con el público?
-Muy bien. Cuando me enteré que me habían invitado, iba preparada para lo peor. Una amiga me regaló un cuarzo para que me protegiera de las vibras negativas. Iba preparada para recibir actitudes sangronas y groseras por parte del elenco, pero fue todo lo contrario. El día del estreno, mi camerino estaba lleno de flores y tarjetas, y mis compañeros me apoyaron mucho. Cada noche había ovaciones de pie. Yo pensaba que eso era normal, pero luego me dijeron que el público se paraba por mí. La gente se quedaba al final, y cuando salía del camerino me aplaudían y sacaban fotos.
-ƑEs un público distinto?
-Es otra cultura. El sentido del humor es diferente. En partes donde aquí se parten de la risa allí no, y viceversa
-Desde Manolo Fábregas ningún actor mexicano actuaba en Broadway. ƑQué sientes ante eso?
-Cuando Morris Gilbert me comunicó la invitación, me sentí con mucha carga sobre los hombros. Era una oportunidad muy grande para mí, pero también para mi país. Iba como embajadora de México y de la empresa OCESA. Afortunadamente todo salió muy bien y vuelvo muy contenta.
-ƑTe salieron contratos?
-La coreógrafa de Chicago, Ann Reinking, me hizo algunas propuestas, pero todavía no hay nada en concreto.
-ƑNo te da miedo tener que mantener ahora un listón tan alto?
-Sí, porque además este personaje me encanta, me gustaría hacer Roxie toda la vida, pero sé que hay que seguir avanzando. Yo querría sacar adelante mi proyecto como cantautora.
-ƑDe qué se trata ese proyecto?
-Toco el piano y compongo desde hace muchos años. Tengo un estilo musical propio, entre contemporáneo, rock y pop. A raíz de Chicago, me vio el productor Memo Méndez Guiu, con el que existe una admiración mutua. Ya empezamos a arreglar mis canciones y a sacarles sonidos diferentes. Cuando las tengamos listas buscaremos una disquera.
-Ahora que tuviste esta experiencia en Broadway, Ƒqué crees que nos hace falta en México para impulsar el género musical?
-La ventaja que tiene Nueva York es que la gente va a ver teatro y a divertirse. En nuestra cultura la gente piensa que ir al teatro es muy formal y, por lo tanto, se tiene que comportar. Y eso no es así, se trata de que vengan a ver un espectáculo, se olviden de todos sus problemas por un rato y se diviertan. A nosotros no nos está yendo muy bien, pero no debemos aflojar, tenemos que seguir luchando porque algún día sé que lograremos enriquecer nuestra cultura teatral.