José Steinsleger
Aborto y terrorismo
Sólo un error en el mecanismo de detonación de la bomba impidió que en marzo de 1999 la clínica de Asheville (Carolina del Norte) quedase reducida a escombros. La FBI siguió la pista de Eric Rudolph, sospechoso de colocar bombas en clínicas de Atlanta (Georgia 1997, siete heridos) y en un centro de planificación familiar de Birmingham (Alabama 1998, un policía muerto).
Carpintero de 35 años, Rudolph es el ideólogo del movimiento radical antiabortista y vive escondido en el parque natural de Nantalaha (Carolina del Norte), donde "... su entrenamiento pasado en una unidad especial del ejército le permite permanecer escondido en lugares de difícil acceso", según la FBI.
La clínica de Asheville es uno de los 35 centros médicos que han recibido paquetes que dicen "ántrax", sustancia letal que se emplea en la fabricación de armas biológicas de destrucción masiva. Aunque ninguno de los envíos contenía realmente ántrax, las amenazas obligaron a evacuar rápidamente las clínicas. El atentado de Asheville fue el quinto de este tipo en sólo unos pocos meses y en el contexto de más de 2 mil acciones terroristas desde 1993.
La cruz con sangre entra. Pese a que en Estados Unidos el aborto es legal, el número de centros que lo practican ha disminuido en los pasados 10 años. Los médicos que practican abortos se enfrentan 24 horas al día con los manifestantes de organizaciones tipo Pro- Vida que desfilan y gritan consignas a la puerta de sus clínicas. Barnett A. Slepian, ginecólogo que practicaba abortos en Buffalo (Nueva York), intentó reabrir el debate político sobre el ejercicio de ese derecho constitucional. Slepian fue asesinado.
Un archivo en Internet ofrece nombres y apellidos de los médicos, direcciones clínicas y domicilios privados, matrículas de sus coches, datos personales de sus familias y un suplemento con nombres de políticos y jueces que apoyan la interrupción voluntaria del embarazo. Los nombres llevan código de colores. Si aparecen en negro significa que el médico está activo. Si figura en gris está "herido". Si está tachado, como en el caso de Slepian, "ha fallecido". La lista tiene tachados los nombres de siete médicos y enfermeras asesinados.
En 1993 el doctor David Gunn fue asesinado durante una manifestación a las puertas de una clínica en Florida. El ginecólogo John B. Britton corrió la misma suerte. Pero cuando no matan, los grupos Pro-Vida se ensañan con enfermeras y personal administrativo, como ocurrió en el caso de John Salvi, quien en 1994 mató a dos recepcionistas de una clínica de Boston y luego se suicidó en la cárcel.
Neal Horsey, creador de los "archivos Nuremberg" (así se llama el espacio creado en Internet), es un supuesto periodista de 56 años que asegura no hacer apología del asesinato, sino "un trabajo de documentación". Horsley explicó al New York Times que recopila y ofrece datos personales de las vidas de los médicos que practican abortos "para que sus crímenes puedan ser juzgados con pruebas", si es que alguna vez el aborto vuelve a ser ilegal.
"Se trata de que no queden absueltos por falta de pruebas, como ocurrió con algunos nazis en el juicio de Nuremberg", dijo. Horlsey decora sus páginas electrónicas con imágenes truculentas de las que se desprenden gotas de sangre. Las páginas reciben 200 mil visitas mensuales y el autor reconoce que no sintió pena cuando supo que el doctor Slepian había sido asesinado. "Estamos en guerra", afirmó.
Donald Sptiz, reverendo de la Iglesia pentecostal que dirige un grupo radical Pro-Vida de Virginia, coincide con Horsley. "El que ha matado a Slepian es un héroe, ya que ha salvado la vida de muchos seres humanos condenados antes de nacer. Cualquier acción está justificada para salvar la vida de alguien que todavía no ha nacido".
ƑQué justificaría los asesinatos de los grupos Pro-Vida" de Estados Unidos? En noviembre de 2001 el cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos, ministro de Salud del Vaticano, dio la versión oficial de lo que sería el fundamento ideológico del asunto: "Cristo -aseguró- nació de un óvulo fecundado por el Espíritu Santo, el cual estuvo presente en todas las fases del desarrollo embrionario. Y esta unión produjo un cigoto con un patrimonio cromosómico propio en el que estaba el Verbo encarnado en el que se gestaba la salvación de la humanidad. Después de siete días Dios se convirtió en un embrión humano: el hijo de Dios. Cuando el feto medía entre ocho y 15 centímetros, el corazón de Dios empezó a latir gracias a la fuerza del corazón de María (la Virgen) y Cristo utilizó el cordón umbilical para alimentarse a través de su madre, la Inmaculada Virgen".
Sin embargo, en su lucha contra el aborto, que tolera por omisión la muerte de millares de mujeres en el mundo, los funcionarios de Dios en la tierra no han condenado hasta la fecha el voluntarismo homicida de los grupos Pro-Vida de Estados Unidos.