ƑLA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
DE INICIOS Y DE REGRESOS
CUANDO EL PAIS en general y su ciudad capital en particular esperan con ansia otra oleada de luz gracias a la incansable presencia del Sumo Pontífice en su quinta visita a México -como la Guadalupana, no ha hecho cosa igual con ninguna otra nación-, hoy con el noble propósito de elevar a los altares al beato Juan Diego, lo paradójico es que entre los pueblos devoción mata milagros y a más confianza en el más allá, menos concresiones en el más acá.
QUIZA ESE SEA el último resorte que sostiene al cada vez más escaso público de toros: una fe de carbonero para aguardar, en cualquier momento y en cualquier plaza, el milagro tauromáquico que mantenga viva la débil flama de la afición por el arte de lidiar toros bravos o lo que se le parezca, así sea, como en el resto de los milagros, a cuentagotas.
EN LA SEXTA novillada de la Plaza México -durante los cuatro últimos festejos convertida en Plaza Telmex-, sin duda el cartel más rematado en lo que a alternantes se refiere, hicieron el paseíllo Christian Ortega, del DF, menos maduro de lo que él suponía; Guillermo Martínez, al que le pesó la plaza de más, y Aldo Orozco, con cualidades y carisma suficientes para aspirar a comer de esto, ambos de Guadalajara, para estoquear un encierro de la ganadería de La Paz, el otrora prestigiado hierro de Jesús Cabrera, hoy menguado de bravura y transmisión pero no carente de rasgos para medir la entrega, avances o retrocesos de quienes sueñan con sobresalir en tan difícil profesión.
"QUE SE DIVIERTA", sueltan los empleados de la plaza a cada asistente al que cortan su boleto, haciéndose eco de esa mentalidad de falso servicio, por ignorante, que confunde la emoción del arte del toreo con un chistorete de Brozo o con la declaración de un cumplido funcionario del gobierno del cambio.
LO PEOR ES que al haberse desvirtuado la bravura en las reses de lidia, de la emoción se pasó al tedio y las cantidades industriales de derechazos -tres y el de pecho por tanda, gracias al infame ejemplo de las figuras de hoy- no alcanzan para levantar a la gente de sus asientos, aunque sí para que ocupen alguno de éstos las madres y esposas de los matadores. ƑPorque aumentó el valor de las mujeres? No, porque decrecieron la casta y la peligrosidad en los toros.
ANTE LA DESASTROSA falta de coordinación entre los falsos promotores de la fiesta, y por consiguiente nula presión de quienes supuestamente debe-rían desplazar a los veteranos, es que toreros como David Silveti, apenas con 25 años de alternativa el próximo 20 de noviembre, mermado de facultades y deficientísimo estoqueador, deciden regresar a los ruedos, no por otra razón sino por su exceso de afición, según ellos.
ANTE UN ANOVILLADO encierro de Montecristo, el sábado en Querétaro, David exhibió la entrega, el sello y las limitaciones de siempre, y resultó prendido hasta en tres ocasiones por su segundo, al que tardó en matar. Lo bueno es que se trató de la Gran Corrida de la Espada de Santiago de Querétaro. No, si milagreros somos, qué duda cabe.