La Planta de Luz, heredera de la tradición, dice
Guadalupe Pineda: las peñas, raíz
musical de una generación en México
ARTURO CRUZ BARCENAS
Las peñas fueron el ámbito natural
para los artistas que buscaban nuevas formas de expresión (y que
no eran aceptados en ningún otro negocio). Su auge se dio en los
setenta-ochenta y una de ellas, El Cóndor Pasa, fue refugio de quienes
huían (o buscaban algo más) de la Discotheque a Go-Go. Predominaban
las ideas revolucionarias, la difusión de la poesía que se
declama a la luz de una vela, pensar y saborear un trago. "La Planta de
Luz es heredera de las viejas peñas", expresó Guadalupe
Pineda.
El
pasado sábado, Pineda derrochó voz en ese espacio de Plaza
Loreto. A diario vocaliza dos horas, mínimo. Se cuida al máximo
para seguir cantando temas como Jacinto Cenobio, el Adán
campesino que se fugó del paraíso de montes y llanuras. "Las
peñas son la raíz", agregó.
Lleno el sitio, sobre todo de gente que ha seguido su
carrera de 25 años -quizá un poco más-, que se sabía
todas e inclusive intuía cuál seguía. Son los asiduos,
los buscadores del pasado, de su pasado, de los sonidos que los rodearon
en sus años ceceacheros, preparatorianos y universitarios.
A eso instaba Pineda cuando como parte de su show leyó
el poema Instante, de Jorge Luis Borges, en el que éste se
conduele de sí mismo, viejo, sus órganos maltrechos, casi
ciego. Se habla del placer no disfrutado a tiempo y de la felicidad, que
no es permanente, sino una suma de instantes felices, de esos que hacen
a los viejos dormir con una sonrisa. "La tristeza es la muerte lenta..."
Pineda avanza su programa con ese pasado: Para vivir,
Gracias a la vida; va a lo bohemio con boleros de Los Panchos, de
Malena Valdelamar... Quiéreme mucho, de Consuelo Velázquez...
Anuncia que en octubre próximo dará a conocer su disco de
arias, algunas cantadas en español. Interpreta dos piezas, para
que su público se vaya acostumbrando. Una de Haendel. También
para que los jóvenes sepan algo de ópera, género para
muchos tan lejano a su vida.
Entra al tango, con una versión impresionante de
Uno, que despierta aplausos. Va de un tipo de canto a otro, no en
balde es parte de una familia de cantantes. Su mamá Josefa es hermana
de Antonio Aguilar; por lo tanto, Guadalupe es prima hermana de Pepe Aguilar.
"Aquí está mi hermana -Coco-, quien canta... pero
en su casa", dice.
Los encores necesarios y el ramo de rosas rojas
que en cada concierto le envía su esposo, el ex procurador Antonio
Lozano. Son, fácil, cien rosas. Que así la enamoró,
se comenta en el ambiente. Guardó para el final la más pedida
de la noche: Yolanda, de cuyo disco vendió más de
2 millones de copias, cosa que no logró el cantautor Pablo Milanés.
Le pedían más rolas, pero eso será el próximo
sábado 3 de agosto, en el mismo lugar (Planta de Luz, Plaza Loreto,
5616-4761 y 62), a las 22 horas.