Montiel y Fox, asesinos de Enrique Espinoza, acusan
Venimos a decir no al aeropuerto, advirtieron campesinos
a Curi
La terminal no se hará sin ustedes, aseguró el coordinador
del proyecto
Las reuniones se pactan, no se imponen, dijo
RENE RAMON ALVARADO, JAVIER SALINAS ALONSO URRUTIA
Y ROBERTO GARDUÑO CORRESPONSALES Y REPORTEROS
Finalmente se reunieron el gobierno federal y los ejidatarios
del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, pero sólo ratificaron
sus diferencias irreconciliables. Nunca llegó el diálogo.
"El único punto a tratar es la derogación
del decreto expropiatorio", enfatizó América del Valle a
la delegación gubernamental reunida en el antiguo Palacio de Lecumberri.
El decreto -dijo a su vez Albino Venegas- "no sólo es ilegal, sino
ilegítimo".
Con matices, toda la comisión campesina, que sin
sus dos principales dirigentes (Ignacio del Valle y Jesús Adán
Espinoza) asistió al Archivo General de la Nación, subrayó:
"no venimos a negociar, sino a decirle no al aeropuerto", expuso irritado
Felipe Alvarez, ejidatario de Nexquipayac, a Francisco Curi Pérez
Fernández, negociador del gobierno.
El coordinador para la Atención y el Desarrollo
del Nuevo Aeropuerto llevaba más de dos horas tratando de convencerlos
de dejar a la Suprema Corte de Justicia la decisión jurídica
en torno al decreto expropiatorio y establecer mesas para discutir el proyecto
gubernamental.
"Si no es con el acuerdo de ustedes no se va a realizar
el proyecto aeroportuario en Texcoco. Si ha de salir será sólo
con su participación", trató de conciliar Curi, en el afán
de establecer las pautas para futuros encuentros en mesas de negociación.
Curi se mantuvo impasible durante casi toda la reunión,
hasta que la irritación de los ejidatarios por el asesinato de José
Enrique Espinosa Suárez asomó en la mesa: "Arturo Montiel
y Vicente Fox son los asesinos, porque son los que han asesinado a nuestro
compañero. Que lo sepan y entiendan bien, nos van a matar a uno
o a dos, pero no vamos a dejar nuestras tierras", advirtió Felipe
Alvarez.
Inquieto ante las imputaciones directas al Presidente,
que comenzaban a generalizarse, Curi optó por terminar la reunión
y pactar un nuevo encuentro.
Ya de pie, y rumbo a la salida, un grito de América
del Valle lo regresó a la mesa: "espérese, señor Curi,
nos vemos el viernes 26 de julio a las 5 de la tarde en la Universidad
Autónoma Chapingo".
Sin esconder su enojo, Curi sólo respondió:
"las reuniones se pactan no se imponen".
Luto en San Salvador Atenco
La comunidad amaneció con la noticia del deceso
de José Enrique Espinoza Suárez, campesino de la colonia
Francisco I. Madero, quien se distinguió por ser uno de los integrantes
más activos del movimiento ejidal opuesto a la edificación
del aeropuerto de Texcoco.
José Enrique, un campesino que combinaba sus labores
en el arado de la tierra con la de checador de una línea de autotransporte
de Texcoco, trabajaba el ejido propiedad de la familia de su esposa. Fue
uno de los participantes en la trifulca del 11 de julio en Acolman, donde
recibió una golpiza de los granaderos estatales, que a la postre,
y por falta de atención médica inmediata, le provocó
la muerte.
Al conocerse el deceso de Espinoza, una comisión
de ejidatarios, encabezada por Ignacio del Valle, se dirigió al
hospital de Lomas Verdes para recoger el cuerpo. En el nosocomio, el dirigente
del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra anunció que la postura
de la comunidad para asistir al encuentro con los representantes del gobierno
federal se mantenía: "ahora más que nunca vamos a ir".
En San Salvador, mujeres y hombres comenzaron los preparativos
del velorio. En el templete, ubicado en el auditorio del pueblo, se instaló
una mesa con velas y se colgaron tres moños negros en señal
de luto. Cada uno de los habitantes se prendió listones en los brazos,
y en la casa de José Enrique, sus familiares y sus dos pequeños
hijos iniciaron el rito fúnebre.
Hasta el mediodía, con el luto entre ellos, la
mayoría de los ejidatarios no acordaban si acudirían a la
reunión con las autoridades federales. Y el enojo aumentó
porque el subsecretario de Comunicación Social de la Secretaría
de Gobernación, José Luis Durán, llamó al teléfono
instalado en el auditorio del pueblo para manifestar las condolencias del
gobierno foxista.
Los ejidatarios respondieron que no confiaban en ese pesar,
y advirtieron que su postura, "más que nunca", era no vender la
tierra "a ningún precio".
De inmediato, algunos campesinos comenzaron a lanzar cohetes
para llamar a la comunidad a una asamblea. En minutos ingresaron al auditorio
cientos de mujeres y hombres de las comunidades de Atenco, Acuexcomac,
Nexquipayac, Tocuila, Francisco I. Madero, Santa Isabel Ixtapa y Magdalena
Panoaya, quienes decidieron mantener el acuerdo de asistir a la reunión
con Gobernación.
Posturas irreconciliables
El encuentro arrancó con las condolencias ofrecidas
por Francisco Curi, que ratificaban un comunicado de Gobernación.
Un minuto de silencio convocado por Martha Pérez, de Atenco, anticipó
una respuesta que a lo largo de la reunión le diera al funcionario:
"no creemos que sus condolencias sean sinceras, porque fueron ustedes quienes
lo mataron".
Sin la presencia de sus dos principales líderes,
el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, en voz de América
del Valle, fijó su postura: "quitarnos la tierra es avanzar en la
destrucción de nuestras raíces e identidad".
Dejó claro que los ejidos no tienen precio, "su
valor no se determina en el mercado ni puede ser convertido en pesos, porque
es la razón de nuestra existencia".
En el documento cuestionó al gobierno: "¿qué
significa para ustedes el progreso? ¿Es acaso el despojo y la destrucción
de la vida de toda una región?"
Del Valle subrayó la resistencia del frente de
pueblos "al supuesto progreso que engendra pobreza para los más
y que niega su identidad. Nos oponemos al progreso de unos cuantos, que
a costa de nuestras tierras se sigan engordando los mismos que muchos años
han saqueado al país; a ese progreso que clausura el desarrollo
social y cuyos costos son el sufrimiento, las humillaciones y la destrucción
de la naturaleza, que es irrecuperable".
Sugirió que detrás de la decisión
no está un asunto de utilidad pública, sino los intereses
de un puñado de grandes traficantes de dinero, de los empresarios
Hank y los socios de su empresa Tribasa, de los especuladores de terrenos
del consorcio Ara, de Villacero, de Cemex y de empresas extranjeras como
Mitre, entre otras. "El aeropuerto es el negociazo del sexenio del presidente
Fox."
La respuesta de Curi pretendió suavizar el ambiente
y ofreció que el proyecto no se realizaría si no hay un acuerdo
de los campesinos. "Si ha de salir el proyecto será con la participación
de ustedes."
Les dijo que "la confrontación no nos lleva a nada"
y trae consecuencias "que ninguna de las partes queremos". El camino es
el diálogo, dijo, y por ello planteó la posibilidad de crear
mesas para la discusión del proyecto.
Apenas concluyó, los ejidatarios cuestionaron la
legalidad de la expropiación y los métodos utilizados para
"imponer el proyecto".
Curi reviró: "dejemos que sea el Poder Judicial,
que ha dado muestras de independencia con varios fallos en contra del Ejecutivo,
el que determine la parte jurídica".
Martha Pérez atajó de inmediato: "ninguna
ley puede aplicarse por encima de los derechos humanos". Y agregó
que ejercerían su derecho a la movilización social para oponerse
al aeropuerto.
El negociador gubernamental remarcó que respetarán
las manifestaciones siempre que se den dentro del marco de la ley.
Entre reclamos sobre la responsabilidad por la tardanza
del diálogo y la reivindicación de los ejidatarios de su
derecho a decidir sobre sus tierras, Curi dijo estar de acuerdo, pues "si
construimos el aeropuerto será con ustedes, no contra ustedes".
Sugirió que sean los ejidatarios, los comisariados
y el frente de pueblos los que decidan el futuro del proyecto, pero sin
presiones, "si lo que decidan todos los ejidos no les gusta a ustedes,
pues ni modo; si no nos gusta a nosotros, pues ni modo".
Las intervenciones fueron subiendo de tono y pasaron del
rechazo al decreto expropiatorio a inculpar al gobierno federal de la muerte
de Espinoza.
Fue el momento para que Curi concluyera la reunión,
en la incertidumbre de si habrá una próxima.