Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 25 de julio de 2002
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Política
Montiel y Fox, asesinos de Enrique Espinoza, acusan

Venimos a decir no al aeropuerto, advirtieron campesinos a Curi

La terminal no se hará sin ustedes, aseguró el coordinador del proyecto  Las reuniones se pactan, no se imponen, dijo

RENE RAMON ALVARADO, JAVIER SALINAS ALONSO URRUTIA Y ROBERTO GARDUÑO CORRESPONSALES Y REPORTEROS

Finalmente se reunieron el gobierno federal y los ejidatarios del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, pero sólo ratificaron sus diferencias irreconciliables. Nunca llegó el diálogo.

"El único punto a tratar es la derogación del decreto expropiatorio", enfatizó América del Valle a la delegación gubernamental reunida en el antiguo Palacio de Lecumberri. El decreto -dijo a su vez Albino Venegas- "no sólo es ilegal, sino ilegítimo".

Con matices, toda la comisión campesina, que sin sus dos principales dirigentes (Ignacio del Valle y Jesús Adán Espinoza) asistió al Archivo General de la Nación, subrayó: "no venimos a negociar, sino a decirle no al aeropuerto", expuso irritado Felipe Alvarez, ejidatario de Nexquipayac, a Francisco Curi Pérez Fernández, negociador del gobierno.
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El coordinador para la Atención y el Desarrollo del Nuevo Aeropuerto llevaba más de dos horas tratando de convencerlos de dejar a la Suprema Corte de Justicia la decisión jurídica en torno al decreto expropiatorio y establecer mesas para discutir el proyecto gubernamental.

"Si no es con el acuerdo de ustedes no se va a realizar el proyecto aeroportuario en Texcoco. Si ha de salir será sólo con su participación", trató de conciliar Curi, en el afán de establecer las pautas para futuros encuentros en mesas de negociación.

Curi se mantuvo impasible durante casi toda la reunión, hasta que la irritación de los ejidatarios por el asesinato de José Enrique Espinosa Suárez asomó en la mesa: "Arturo Montiel y Vicente Fox son los asesinos, porque son los que han asesinado a nuestro compañero. Que lo sepan y entiendan bien, nos van a matar a uno o a dos, pero no vamos a dejar nuestras tierras", advirtió Felipe Alvarez.

Inquieto ante las imputaciones directas al Presidente, que comenzaban a generalizarse, Curi optó por terminar la reunión y pactar un nuevo encuentro.

Ya de pie, y rumbo a la salida, un grito de América del Valle lo regresó a la mesa: "espérese, señor Curi, nos vemos el viernes 26 de julio a las 5 de la tarde en la Universidad Autónoma Chapingo".

Sin esconder su enojo, Curi sólo respondió: "las reuniones se pactan no se imponen".

Luto en San Salvador Atenco

La comunidad amaneció con la noticia del deceso de José Enrique Espinoza Suárez, campesino de la colonia Francisco I. Madero, quien se distinguió por ser uno de los integrantes más activos del movimiento ejidal opuesto a la edificación del aeropuerto de Texcoco.

José Enrique, un campesino que combinaba sus labores en el arado de la tierra con la de checador de una línea de autotransporte de Texcoco, trabajaba el ejido propiedad de la familia de su esposa. Fue uno de los participantes en la trifulca del 11 de julio en Acolman, donde recibió una golpiza de los granaderos estatales, que a la postre, y por falta de atención médica inmediata, le provocó la muerte.

Al conocerse el deceso de Espinoza, una comisión de ejidatarios, encabezada por Ignacio del Valle, se dirigió al hospital de Lomas Verdes para recoger el cuerpo. En el nosocomio, el dirigente del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra anunció que la postura de la comunidad para asistir al encuentro con los representantes del gobierno federal se mantenía: "ahora más que nunca vamos a ir".

En San Salvador, mujeres y hombres comenzaron los preparativos del velorio. En el templete, ubicado en el auditorio del pueblo, se instaló una mesa con velas y se colgaron tres moños negros en señal de luto. Cada uno de los habitantes se prendió listones en los brazos, y en la casa de José Enrique, sus familiares y sus dos pequeños hijos iniciaron el rito fúnebre.

Hasta el mediodía, con el luto entre ellos, la mayoría de los ejidatarios no acordaban si acudirían a la reunión con las autoridades federales. Y el enojo aumentó porque el subsecretario de Comunicación Social de la Secretaría de Gobernación, José Luis Durán, llamó al teléfono instalado en el auditorio del pueblo para manifestar las condolencias del gobierno foxista.

Los ejidatarios respondieron que no confiaban en ese pesar, y advirtieron que su postura, "más que nunca", era no vender la tierra "a ningún precio".

De inmediato, algunos campesinos comenzaron a lanzar cohetes para llamar a la comunidad a una asamblea. En minutos ingresaron al auditorio cientos de mujeres y hombres de las comunidades de Atenco, Acuexcomac, Nexquipayac, Tocuila, Francisco I. Madero, Santa Isabel Ixtapa y Magdalena Panoaya, quienes decidieron mantener el acuerdo de asistir a la reunión con Gobernación.
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Posturas irreconciliables

El encuentro arrancó con las condolencias ofrecidas por Francisco Curi, que ratificaban un comunicado de Gobernación. Un minuto de silencio convocado por Martha Pérez, de Atenco, anticipó una respuesta que a lo largo de la reunión le diera al funcionario: "no creemos que sus condolencias sean sinceras, porque fueron ustedes quienes lo mataron".

Sin la presencia de sus dos principales líderes, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra, en voz de América del Valle, fijó su postura: "quitarnos la tierra es avanzar en la destrucción de nuestras raíces e identidad".

Dejó claro que los ejidos no tienen precio, "su valor no se determina en el mercado ni puede ser convertido en pesos, porque es la razón de nuestra existencia".

En el documento cuestionó al gobierno: "¿qué significa para ustedes el progreso? ¿Es acaso el despojo y la destrucción de la vida de toda una región?"

Del Valle subrayó la resistencia del frente de pueblos "al supuesto progreso que engendra pobreza para los más y que niega su identidad. Nos oponemos al progreso de unos cuantos, que a costa de nuestras tierras se sigan engordando los mismos que muchos años han saqueado al país; a ese progreso que clausura el desarrollo social y cuyos costos son el sufrimiento, las humillaciones y la destrucción de la naturaleza, que es irrecuperable".

Sugirió que detrás de la decisión no está un asunto de utilidad pública, sino los intereses de un puñado de grandes traficantes de dinero, de los empresarios Hank y los socios de su empresa Tribasa, de los especuladores de terrenos del consorcio Ara, de Villacero, de Cemex y de empresas extranjeras como Mitre, entre otras. "El aeropuerto es el negociazo del sexenio del presidente Fox."

La respuesta de Curi pretendió suavizar el ambiente y ofreció que el proyecto no se realizaría si no hay un acuerdo de los campesinos. "Si ha de salir el proyecto será con la participación de ustedes."

Les dijo que "la confrontación no nos lleva a nada" y trae consecuencias "que ninguna de las partes queremos". El camino es el diálogo, dijo, y por ello planteó la posibilidad de crear mesas para la discusión del proyecto.

Apenas concluyó, los ejidatarios cuestionaron la legalidad de la expropiación y los métodos utilizados para "imponer el proyecto".

Curi reviró: "dejemos que sea el Poder Judicial, que ha dado muestras de independencia con varios fallos en contra del Ejecutivo, el que determine la parte jurídica".

Martha Pérez atajó de inmediato: "ninguna ley puede aplicarse por encima de los derechos humanos". Y agregó que ejercerían su derecho a la movilización social para oponerse al aeropuerto.

El negociador gubernamental remarcó que respetarán las manifestaciones siempre que se den dentro del marco de la ley.

Entre reclamos sobre la responsabilidad por la tardanza del diálogo y la reivindicación de los ejidatarios de su derecho a decidir sobre sus tierras, Curi dijo estar de acuerdo, pues "si construimos el aeropuerto será con ustedes, no contra ustedes".

Sugirió que sean los ejidatarios, los comisariados y el frente de pueblos los que decidan el futuro del proyecto, pero sin presiones, "si lo que decidan todos los ejidos no les gusta a ustedes, pues ni modo; si no nos gusta a nosotros, pues ni modo".

Las intervenciones fueron subiendo de tono y pasaron del rechazo al decreto expropiatorio a inculpar al gobierno federal de la muerte de Espinoza.

Fue el momento para que Curi concluyera la reunión, en la incertidumbre de si habrá una próxima.

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