Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 24 de julio de 2002
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Mundo

"ƑDónde están los árabes, los musulmanes...?

A los palestinos se les mata y ellos sólo nos miran"

"Mi mujer, mis hijos: todos muertos. Una verdadera matanza", solloza inconsolable Abu Hamed Mater ante las ruinas de su casa en el centro de la ciudad de Gaza, que el lunes por la noche fue objetivo de un bombardeo israelí que acabó con la vida de al menos 15 personas.

El pánico provocado por la operación israelí, que mató entre otros al jefe del brazo armado del grupo islámico radical Hamas y a nueve niños, e hirió a 140 personas, dejó paso este martes a los gemidos de dolor, a las lágrimas y a la cólera en el barrio popular Al Daraj.

En medio del cemento y los amasijos de hierro, aparecen pedazos de cadáveres, piedras ensangrentadas, muebles e incluso los restos de la cena. Dos edificios residenciales de varios pisos quedaron en ruinas, otros tres fueron prácticamente destruidos y 10 muy dañados.

Del cuerpo de Salah Shehade, jefe de las brigadas Ezzedim Al Qassam, brazo armado de Hamas, y objetivo de esta operación, no queda nada. La misma suerte corrieron su guardaespaldas, su mujer y su hija de 10 años.

Pero la noche también fue trágica para Abu Mohammad Matar, de 30 años, que perdió a su mujer Iman, de 27 años, y a sus cuatro niños, de edades comprendidas entre los dos meses y los cinco años. El bebé, Dunia, murió en su cuna. Una de sus sobrinas, de 11 años, también perdió la vida.

Impotente, Matar se sienta frente a la montaña de escombros: "Ya no tengo familia", repite como hipnotizado.

Centenares de palestinos, muchos de ellos en pijama, salieron a las calles para mostrar su ira tras el ataque. Algunos lanzan disparos al aire, otros pidieron venganza por los altavoces situados en cada mezquita.

El martes no había nadie en Gaza que no contara el horror sufrido durante la noche, cuando un avión de combate F-16 dejó caer un misil de 450 kilogramos que sembró el caos y la desolación en este modesto barrio.

"Era como un terremoto", describe Muin, un pintor de 38 años que vio caer el misil en el edificio de Chehadé. "Estaba sentado en la calle con un amigo y mi silla comenzó a temblar", contó.

"Después del ataque, el F-16 siguió sobrevolando la ciudad. Tuvimos miedo de que lanzara otro misil. Por ello no nos arriesgamos a ir al lugar en aquel momento", añadió Muin.

La completa oscuridad que reinaba en la calle tras el bombardeo dificultó la tarea de los equipos de rescate, que trabajaron toda la noche con antorchas mientras que las toneladas de escombros hacían imposible el acceso de las ambulancias.

Una multitud en pánico trataba de rescatar a las víctimas siguiendo el rastro de sus gritos de dolor y desesperación.

Acostada en su cama en el hospital Al Chifa, de Gaza, la joven Iman, de 12 años, no se acuerda de casi nada.

"Estábamos dormidos y nos despertó un terremoto. La luz se fue y todo se volvió negro. Después me desperté en el hospital", cuenta. Al mismo tiempo, otros niños recorren las ruinas buscando restos humanos y piden venganza.

"ƑDónde están los árabes, dónde están los musulmanes?", pregunta Fadi, de 11 años, sobrino de Matar, mientras sigue buscando a sus familiares bajo los escombros. "A los palestinos se les mata y ellos sólo nos miran".

Como la mayor parte de sus compatriotas, Iyad se dice convencido de que habrá una respuesta. "La venganza vendrá, sea desde Gaza, sea desde Cisjordania", garantizó.

Y señalando con un dedo a un niño que camina por la calle, afirmó: "El podría ser el próximo bombardero suicida". AFP

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