CRONICAS TEXANAS
Propios y extraños critican el escaso apoyo de las autoridades a
la cultura
Austin, oasis progresista y capital de la música
en vivo, busca convertirse en polo cinematográfico
JIM CASON Y DAVID BROOKS
Austin, Texas. Cualquier noche uno puede acudir
aquí a 100 interpretaciones en vivo, entre conciertos de estrellas
internacionales y decenas de antros con músicos desconocidos que
buscan escapar del anonimato, todo lo cual convierte a Austin en capital
nacional de la música en vivo.
Country, rock, blues, jazz, bluegrass, latino rock, two-step
y géneros recién inventados conviven en una especie de paraíso
artístico. Austin no pretende ser centro de la industria musical,
ni se ofrece como gran punto comercializador; o sea, no es Los Angeles
o Nueva York. Es un lugar para tocar y escuchar música en vivo.
En ese sentido, no hay nada que se le parezca en Estados Unidos.
Caminando por el centro, por la avenida Red River, o a
lo largo de varias cuadras por la Calle 6, o en la South Congress, uno
se adentra en la historia viva de la música estadunidense. Aquí
fue donde la texana Janis Joplin comenzó su carrera y donde están
por saltar a escena nacional personas como Alejandro Escovedo -"el Lou
Reed de Austin"-, a quien la revista Rolling Stone califica de músico
que ha inventado su propio género.
También puede encontrarse que el gran innovador
del country "progresista", Willie Nelson, viene a ofrecer un concierto
a la ciudad que le dio refugio y lo hizo famoso internacionalmente, o que
otros artistas que se han nutrido o nacieron aquí tocan a una cuadra.
Lucinda Williams, Nanci Griffith, Shawn Colvin, Jerry
Jeff Walker y Joe Ely, entre otros, son nombres nacionalmente reconocidos
cuyo paso por Austin ha sido fundamental. La ciudad también atrae
a muchos músicos ya famosos, porque cuenta con un público
inteligente, aunque algo intolerante de la mediocridad, ya que vive entre
tanto lujo de excelencia musical. B.B. King, Grateful Dead, Van Morrison,
Bonnie Raitt y el hijo predilecto y ya fallecido Stevie Ray Vaughan, el
gran representante del llamado texas blues, cuya estatua está en
uno de los parques de esta ciudad.
Todos ellos han elevado a Austin al centro del universo
musical estadunidense. En clubes famosos como el Continental, el Broken
Spoke y Antone's, o paseando de un club a otro, se pueden escuchar rasgos
de lo nuevo del country, ecos del punk, nuevos géneros híbridos
de música texana-norteña con rock y jazz.
Aunque
las raíces de la evolución musical de esta ciudad se establecen
desde 1879 con sociedades musicales alemanas y antros en la zona roja
de ese tiempo, la era musical contemporánea de Austin comienza cuando
Willie Nelson se muda aquí, a principios de los años setenta,
buscando un refugio para tocar su versión progresista del country
fuera de los límites convencionales de Nashville.
Raúl Hernández, editor de música
del Austin Chronicle, semanario independiente del periódico
más influyente en la vida cultural de esta ciudad, dice que Austin
se convierte en un cruce de caminos nacional para la música, con
una combinación de influencias que alimentan el caldo musical.
Aquí, dice Hernández en entrevista con La
Jornada, se encuentran las influencias de la polka de alemanes y checos
que migraron en el siglo XIX, los blues del sur y el country del oeste.
También nace parte de la influencia del punk de los ochenta (con
los Butthole Surfers), y música de México y el Caribe. "Austin
es un imán para toda la música, es una ciudad que no separa
la música de lo demás. Es parte integral de esta cultura,
parte del tapiz cotidiano."
Al mismo tiempo, señala Hernández, el público
de aquí es muy inteligente, por lo que no es un lugar fácil
para tocar música, y tiene gran conocimiento en la materia. "En
Austin todo mundo sale a escucharte la primera vez. Los músicos
se van con la impresión de que ya la hicieron, porque llenaron un
antro, pero esto no garantiza que a la siguiente el público regrese.
Te dan una oportunidad, son generosos a la primera, pero si concluyen que
ya no hay más no regresan a verte."
Aquí se celebra lo que se ha convertido en el festival
anual de música en vivo más importante de Estados Unidos,
el South by Southwest Festival o SXSW, que nace en 1987. Celebrado en marzo
de cada año, el festival reúne a unas mil bandas y conjuntos
de todo el país en más de 400 locales y 15 mil asistentes.
"Austin es como Nueva Orleans, es tierra sagrada para la música,
pero es difícil explicar exactamente por qué", concluye Hernández.
Patricia Vonne, cantautora originaria de San Antonio y
residente en Austin, está emprendiendo una carrera con una música
que califica como "rock de raíz de influencia texana con sabor del
sur de la frontera".
Aunque tuvo éxito en el circuito musical de Nueva
York, Vonne ha "regresado a casa", donde están sus influencias,
y dice que su música surge de sus experiencias como latina (sangre
mexicana y española) con las influencias texanas. Ha abierto conciertos
para Los Lobos y para su ídolo local Alejandro Escovedo, y comenta
que sus canciones siempre tienen que ver con la exploración del
lugar donde creció, de historias reales, entre ellas la de vivir
en un mundo a la vez texano y mexicano.
Ella es buen ejemplo de una artista de Austin, con un
poco de blues, rock, tex-mex y de música mexicana, cantando de amores,
soledades y desencantos en el paisaje texano.
Aunque Austin se promueve ahora como "capital de la música
viva", muchos critican el poco apoyo de las autoridades a la cultura y
que el auge económico de Texas y de esta ciudad, con el sector de
alta tecnología, están amenazando ahora la existencia de
las decenas de clubes que no pueden pagar las alzas constantes en las rentas,
y varias han tenido que desaparecer.
Otros, como el famoso Antone's, se subsidian de otras
formas, aunque frágiles. "Creo que metieron de nuevo al bote
a Antone", comenta el promotor y representante artístico Jeff Nightbyrd
a La Jornada. "El subsidiaba su club con venta de mota; ni
modo, ojalá sobreviva su antro." Sin embargo, se calcula que el
sector económico de la música genera aquí casi 700
millones de dólares al año.
Esas cifras apetecen a los grandes comerciantes de la
música, como Tower Records y los Hard Rock Café, pero por
el momento el mundo musical aquí sigue defendiendo su independencia.
Aunque Tower está aquí, no cabe duda que la mejor tienda
de discos es la independiente Waterloo Records, que también promueve
la música independiente local, incluso con conciertos en vivo en
su tienda.
El cine
Austin también busca convertirse en un polo cinematográfico,
y el SXSW está acompañado ahora por un festival cada vez
más importante. En Austin se han rodado varias películas
y actualmente el director Ron Howard y el actor Russell Crowe preparan
la filmación del gran acontecimiento histórico texano, El
Alamo. Al parecer no será una nueva versión de la película
sobre el mismo tema con la actuación estelar de John Wayne.
Esto se supone, dado que sorpresivamente el guión
está a cargo de John Sayles, el gran director y escritor progresista
estadunidense. También aquí vive y trabaja Robert Rodríguez,
hermano de la cantautora Patricia Vonne y también director de cine,
famoso por su película independiente El Mariachi. Tras ser
reclutado por Hollywood, Rodríguez dirige ahora películas
altamente comerciales como Spy Kids, entre otras.
Austin: oasis liberal de Texas
Otra razón por la cual Austin es una capital cultural
es porque para muchos es un oasis progresista, o por lo menos más
plural, en un mar relativamente conservador. Aquí se encuentra el
ambiente académico-estudiantil, por la presencia de la gigantesca
Universidad de Texas y por ser la capital política del estado. Austin
también es sede de varias organizaciones sociales y de ONG, de periódicos
alternativos como el Texas Observer y el Chronicle, y de
figuras políticas nacionales críticas, como la columnista
Molly Ivins y el líder populista Jim Hightower.
Aquí todo es posible. Por ejemplo, en los días
en que los corresponsales estuvieron ahí, se celebró una
convención anual de motociclistas; casi 20 mil participantes en
Harley Davidson, filas interminables estacionadas en las calles del centro,
o rugiendo en competencia con la música. Por separado, pero en el
mismo centro, se celebró el desfile y festival anual del orgullo
de lesbianas y gays. Cabían todos, pero seguramente no se hubieran
encontrado estas dos comunidades en ninguna otra esquina de Texas sin consecuencias
violentas.
Hernández dice que Austin, por su carácter,
es un imán para toda persona no convencional o poco cómoda
en el resto de Texas; muchos suelen ser artistas. En Austin se encuentran
los inconformes texanos con el resto del mundo. Y la música de ese
encuentro está en las calles todas las noches.