Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 21 de julio de 2002
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Política
Guillermo Almeyra

Argentina: las elecciones, ¿trampa u oportunidad?

Las elecciones fueron convocadas por un gobierno ilegítimo de un establishment corrupto y odiado que ha hundido a Argentina y mantiene la política del capital financiero internacional rebajando brutalmente el nivel de vida de la población del país. El odio contra todos los políticos y sus partidos se ha confundido así, para muchos, con el repudio a la política y, en este caso, con el rechazo a las elecciones. Es, por lo tanto, reducido el porcentaje de quienes declaran su intención de votar y de hacerlo en las elecciones internas que determinarán cuáles serán los candidatos de los frentes sociales que disputarán el gobierno. La confusión se agrava porque el gobierno trata de limitar la contienda electoral a una simple elección dentro del peronismo (donde se enfrentan, sobre todo, un delincuente como Menem, el gobernador de Córdoba, De la Sota, y el de Santa Cruz, Kirchner, además de otros candidatos con menos posibilidades) y porque la oposición social está aún dividida principalmente entre la candidatura de la diputada Elisa Carrió, que lidera un grupo de ex radicales, de socialistas de diferente tipo y de independientes de centroizquierda, y la del también diputado Luis Zamora, de origen trotskista. Los importantes sectores (desocupados organizados, grupos de clase media o trabajadores radicalizados que animan las asambleas populares) que están desarrollando experiencias de democracia directa y de construcción de elementos de poder desde abajo tropiezan, en lo que respecta a las elecciones, con la provocación gubernamental que quiere llevarlos a una abstención que permitiría la perpetuación de quienes gobiernan actualmente, y también con el sectarismo y el palabrerismo radical de los grupúsculos de extrema izquierda, que denuncian las elecciones sin ofrecer una salida alternativa que no sea la futura toma del poder y el socialismo.

Pero las elecciones están ahí, dentro de ocho meses y ante ellas hay que adoptar una posición, se quiera o no. También están ahí el gobierno y el poder del capital internacional, que siguen actuando, y a los cuales hay que hacer frente en todos los terrenos, incluidos los que ellos imponen aunque resulten menos favorables para quienes buscan una alternativa social. ¿Acaso los cocaleros, los indígenas y la izquierda en Bolivia, con Evo Morales, o en Ecuador, en tantas otras ocasiones, no han utilizado las elecciones para ampliar su influencia, para organizarse, para difundir su programa? El abstencionismo principista, montado sobre el asco por los partidos, esconde sólo impotencia y pasividad. La abstención sólo se justifica si no se puede imponer que las elecciones sean también para todos los cargos o si se supone que habrá un fraude aplastante. La participación en las elecciones, en cambio, es una oportunidad para soldar el frente social alternativo que se expresó ya en la consulta del Frente Nacional contra la Pobreza (antes mismo de derribar al gobierno De la Rúa-Cavallo) y volvió a concretarse en las huelgas generales y las marchas a Plaza de Mayo. Es también una ocasión para lograr un acuerdo programático en torno a la defensa del nivel de vida, de las fuentes de trabajo, de la lucha contra el hambre y la desocupación, de la recuperación de las palancas económicas para el desarrollo nacional, de la ruptura con los planes del capital financiero, del no pago de la deuda externa ilegal, de la defensa de la soberanía y la independencia nacionales. Es, por último, un modo de cerrarle el camino a los agentes de Washington, como Menem, que derramarán dinero para comprar votos de desesperados y tratarán de reanimar el derechismo peronista, y un modo de elevar la preparación cultural y política de las mayorías (aún no participantes en piquetes y asambleas, aún proclives a votar por candidatos que se proclamen peronistas) y de hacer una experiencia masiva de pluralismo y de democracia, cosas ambas que Argentina jamás ha conocido.

Por lo tanto, sin prestar oído a las sirenas delirantes de la ultraizquierda, es elemental esforzarse por imponer elecciones generales, para todos los puestos, para efectivamente sacar de todos los niveles del gobierno a todos los que deben ser echados. Y es deber de ciudadanía construir foros de debate y de unificación política para lograr una fórmula única, con un programa mínimo común alternativo que responda a las necesidades más urgentes de la población y del país. La candidatura de Evo Morales no borró las diferencias entre los integrantes de su frente, la de Lula no elimina las divergencias internas en el Partido de los Trabajadores brasileño, el Frente Amplio uruguayo une distintas tendencias: ¿por qué no formar entonces en Argentina un Frente Social Alternativo, plural y democrático, cuya idea misma temen los que en el gobierno quieren hacer de las elecciones una simple interna del peronismo y teme también Washington? ¿Qué "socialismo" proponen los que en nombre de la pureza y simulando asco ante las elecciones se niegan a luchar por la democracia?

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