Concejos autónomos denuncian el hecho; dicen que la gente ha comenzado a enfermar
Aeronaves arrojan cajas con moscas en Chiapas
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
Ocosingo, Chis., 19 de julio. Los municipios autónomos de la región que rodean las ciudades de Ocosingo y Altamirano viven un recalentamiento de la guerra de baja intensidad. Esto se expresa principalmente con la paramilitarización, inducida por grupos y líderes del PRI, y pagada con frecuencia por los nuevos gobiernos federal y estatal.
En la zona norte de Chiapas, y al norte de la selva Lacandona, la paramilitarización encuentra nuevamente un nicho entre el magisterio oficialista (que, en la oposición, no desaprovecha ninguna oportunidad para provocar al gobierno de Pablo Salazar Mendiguchía). La línea de continuidad entre sectores del SNTE y los grupos paramilitares (tan bien documentada ya en el caso de Paz y Justicia y su vinculación con la agrupación Socama, del SNTE) se repite en el municipio autónomo Ricardo Flores Magón, donde profesores del enclave priísta de Santo Domingo, en el valle del mismo nombre, "organizan" abiertamente a la "contra". Por ello, diversos observadores de la región consideran significativa la proximidad del norte chiapaneco con el estado de Tabasco, bastión duro del tricolor (Tabasco, magisterio, "nuevo" PRI...).
Por la vía paralela crecen todo tipo de presiones militares y, por así decir, civiles. El concejo autónomo de Miguel Hidalgo denuncia que en las semanas recientes se han desatado hostigamientos contra los campesinos bases de apoyo del EZLN que llevan a vender sus productos a los mercados de Amatenango del Valle, Teopisca y Comitán. Los "controladores" priístas de estos mercados han subido los impuestos. "Son demasiado altos", dice la autoridad autónoma. De este modo, ahora queda abierta una justificación para echarles a la policía.
En el municipio autónomo Olga Isabel, las autoridades denunciaron persecución y amenazas luego del plantón en Crucero San Antonio, con el cual los zapatistas detuvieron la construcción de un camino. Los priístas del rumbo (municipio oficial de Chilón) y los policías andan buscando "quiénes encabezaron ese movimiento".
Todavía hoy los patrullajes de la Policía Judicial son constantes en las comunidades autónomas, en el tramo Chilón-Bachajón. El concejo de Olga Isabel demanda "que paren esa persecución".
La militarización, por lo demás, sigue su curso, y todo indica que va al alza. En las dos semanas anteriores los movimientos de grandes contingentes militares entre Ocosingo y Rancho Nuevo, y los patrullajes entre Bachajón y Chilón se han vuelto la norma.
Hace poco una patrulla del Ejército se detuvo en el crucero Cuxuljá, a mil metros de la comunidad Moisés Gandhi, "atravesó" el plantón de bases de apoyo del EZLN (instalado hace varios meses para proteger el inmueble) y se introdujo en la tienda comunitaria de los municipios autónomos. Los soldados, fingiendo consumir, amenazaron con "sacar a los zapatistas de ahí". En su momento, el concejo autónomo de Ernesto Che Guevara denunció el hecho como "una provocación del Ejército".
En una reunión de los siete concejos municipales de esta región autónoma, celebrada esta semana, cuatro de ellos coincidieron en una misma denuncia, que sugiere la posibilidad de que se esté utilizando también "armamento" bacteriológico contra las comunidades en resistencia. Por extraña que parezca, la misma experiencia refieren las autoridades autónomas de Vicente Guerrero, Diecisiete de Noviembre, Primero de Enero y Ernesto Che Guevara.
En las semanas recientes, aviones y helicópteros, no militares al parecer, han estado arrojando "cajas con moscas" que infestan inmediatamente los campos y pueblos. A raíz de eso, familias enteras han presentado vómito y diarrea, y algunos niños han estado graves, especialmente en Patria Nueva y Jerusalén, poblaciones próximas a Ocosingo y al conjunto militar de Toniná, respectivamente.
Las autoridades de Che Guevara recuerdan que hace unos años, en ocasión de otra escalada contra los municipios autónomos, las aeronaves arrojaban cajas "con ratas y ratones, que se comían el maíz". Luego, ese "bombardeo" cesó.
Si la "lluvia de moscas" obedece a alguna "campaña sanitaria", nadie ha solicitado permiso a las comunidades (ni notificado siquiera) para arrojar sobre sus tierras esas cajas que parecieran de Pandora; mientras, los "efectos colaterales" que experimentan los indígenas ponen en peligro sus vidas.