Sin democracia en la economía no se crecerá: Ibarra
Rechazan investigadores la dictadura de las calificadoras
El ex secretario de Hacienda instó a un golpe de timón
HUMBERTO ORTIZ MORENO
Apoyado por investigadores universitarios que pugnaron por un golpe de timón en la estrategia nacional de cambio y rechazaron la dictadura de las calificadoras, que anclan las variables financieras y atan a la Secretaría de Hacienda, David Ibarra Muñoz advirtió ayer que sin democratizar la política económica y las decisiones públicas, no habrá posibilidad alguna de crecimiento económico ni progreso. Alertó el ex secretario de Hacienda: "El país se encuentra en una riesgosa pendiente de indefensión y desaliento que no podrá revertirse ni pronto ni fácilmente".
Irónico, mostró su extrañeza porque con los gobiernos "populistas, dispendiosos y corruptos del pasado" la economía mexicana crecía y hoy, con gobernantes "nada corruptos ni populistas", prevalecen desempleo e incertidumbre. Así, llamó a proceder de inmediato con una agenda de modificaciones al modelo económico y "deshacernos de las telarañas ideológicas que nos atenazan..."
No se trata, aclaró, de derruirlo, sino de emprender una reconstrucción institucional y reorientar las cosas, porque las reformas que pretenden los actuales gobernantes "no sirven de gran cosa".
A su vez, Rolando Cordera Campos, investigador de la UNAM, aseveró que el riesgo real para el país es que su sistema político da claras muestras de sufrir serias dificultades para tomar decisiones importantes y podría perder la confianza de los inversionistas. "Es un lujo que no podemos darnos. Necesitamos no sólo un régimen nuevo, sino productivo", planteó.
Ambos expertos, junto con una veintena de especialistas más, entre ellos otros dos ex integrantes de administraciones pasadas, Carlos Tello Macías y Antonio Gazol Sánchez, confluyeron en un foro para analizar la situación de la economía nacional y sus perspectivas, tomando en cuenta además el comercio exterior y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Buscarán, juntos, acudir a otros foros para consensar un proyecto de reformas y persuadir a los gobernantes sobre el imperativo de reorientar el modelo económico.
Ibarra Muñoz insistió en que hasta ahora las polarizaciones en el reparto de los ingresos y los costos del ajuste transicional han sido cargados a la cuenta del grueso de la población y de los sistemas políticos.
"Ante la insatisfacción popular con un gobierno está la salida fácil de la alternancia repetitiva, pero en la medida en que el gatopardismo mantenga sin atender las demandas sociales, el cambio de partido en el poder simplemente deviene en desprestigio de la democracia", puntualizó el actual funcionario de la Comisión Económica para América Latina (Cepal).
Alertó que muchas instituciones y capacidades se han destruido y pocas se han creado para reacceder al desarrollo sostenido y reducir la desigualdad. Aún más, aseveró que "la acción pública no sólo está constreñida por la cesión de la soberanía expresada en la aceptación sin salvaguardas de los paradigmas del nuevo orden económico mundial, sino por el desmantelamiento de las instituciones y del personal técnico dedicados a impulsar la modernización socioeconómica y lograr el equilibrio social: órganos de mediación política, banca de desarrollo, oficinas de preparación y evaluación de proyectos de inversión; instituciones de seguridad social, empresas innecesariamente extranjerizadas..."
Abundó que se ha perdido la inclinación desarrollista de los sectores público y privado, ganando la mística financiero-estabilizadora del manejo económico y político que, por prudente y por mirar hacia fuera, olvida el mar de insatisfacciones internas. Con ello, muchos problemas se ahondan por desatención, complicando las soluciones posteriores, cuestionó Ibarra Muñoz.
Para el ex secretario de Hacienda, hoy las reformas estructurales que propone el gobierno, en algunos casos, pudieran tener justificación aislada pero, en conjunto, "siguen cargando los dados en sentido desequilibrado: favorecer el acomodo de los intereses foráneos, beneficiar en menor grado a las élites económicas de adentro, mientras los trabajadores, las clases medias, la mayoría de los empresarios, siguen aguardando cambios que los beneficien, compensen o, al menos, no los perjudiquen".
Ibarra Muñoz remachó: "Pareciera que esas asimetrías buscan ensanchar el déficit democrático de las políticas públicas".
A su vez, especialistas universitarios establecieron que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) "ya dio de sí" y hoy lo que menos proporciona es crecimiento económico y empleo para la población.
Y es que, argumentaron, el extraordinario crecimiento de las exportaciones ha tenido un escaso impacto en el valor bruto de la producción total, con un máximo de 17 por ciento, en comparación con la importancia de las ventas externas en el PIB (31 por ciento).