Luis Linares Zapata
Reformas y contracampaña
Los canales para introducir entre los priístas la postura de la actual administración para reformar el sector eléctrico han quedado sellados. Por un momento, al menos en la perspectiva optimista y voluntariosa de Fox, se creyó que existía la posibilidad de empatarla con sus proyectos, darle un vuelco y modificar lo que ya se llama iniciativa Bartlett. La fracción del PRI en la Cámara de Senadores, convocada ex profeso, reafirmó su negativa a efectuar modificaciones constitucionales para abrir a la inversión privada (en realidad externa) la industria eléctrica. Tampoco buscarán arreglos a la legislación secundaria para lograr efectos parecidos mediante una ruta indirecta. El espíritu nacionalista del PRI dominó la escena por completo. Los disidentes internos, que los hubo, fueron una minoría insignificante que no logró siquiera poner a la debida consideración del grupo lo que habían adelantado como otras alternativas. En realidad algunos priístas coincidían, al menos en el fondo, con lo que los panistas y miembros del gabinete han avanzado a manera de intencionalidad, puesto que una propuesta terminada no ha sido presentada al Congreso.
Después del acuerdo alcanzado por la fracción, y que llevó al senador Genaro Borrego a afirmar que "no hay otra iniciativa que la nuestra", las fuerzas políticas del país están por completo desbalanceadas a favor de preservar, bajo total dominio del Estado, una industria por demás estratégica, tal como lo postula la Carta Magna y lo sostiene, sin duda, la mayoría del pueblo de México. Siguiendo la determinación mostrada en el encuentro definitorio que se comenta, parece que la pendiente reforma energética seguirá patrones similares si no es que francamente idénticos.
Pero lo que a primera vista parece un camino despejado no es más que el punto de partida para mejorar al sector, sobre todo si se considera el mazacote actual en el que se debaten tanto la CFE como LFC y toda una constelación de plantas generadoras hechas con inversión privada (Pidiregas). Queda a los legisladores la difícil tarea de aclarar el urgente y complejo panorama futuro de esta industria. Asuntos como los masivos apoyos a los grandes consumidores (acereras y otras compañías) de electricidad, los subsidios a los hogares o a la informalidad esperan ansiosos su actualización. También habrá que meterle mano a las deformaciones contractuales que han provocado pasivos inmanejables, al menos los relativos a las pensiones y, por fin, darle la autonomía operativa de que se habla para que la CFE pueda realizar las cuantiosas inversiones que se requieren y modernizar así tan vital industria. Para desembocar de manera exitosa en los propósitos así enunciados, hace falta consolidar la incipiente coalición con los legisladores perredistas, puesto que los del Verde seguirán la ruta.
El PAN se encuentra por completo desorientado y no atina a coordinar sus acciones. Quizá la contractura que le causa su figura central, sometida a escrutinio por su doble papel de senador y litigante contra el mismo Estado, sea causa de ello. Pero lo cierto es que los desplantes privatizadores a ultranza que los panistas han exhibido los colocan fuera del cauce principal por donde corre el talante protector de los intereses nacionales y el precio les espera a la vuelta de las elecciones venideras.
La pretensión tanto del gobierno de Fox como de la burocracia del PAN se finca en el 2003. Quieren obtener un balance de fuerzas favorable que les permita llevar a cabo sus planes. El empuje que ahora logran concitar alrededor de sus programas no es suficiente. Por eso han desatado, desde ya, su campaña electoral. La han decidido en estrecha coordinación con la Presidencia: enfocarse sobre el descrédito del PRI y sus 71 años de gobiernos ininterrumpidos (llenos de mentiras, alegan), así como en los juicios públicos de algunos de los priístas que en el pasado fueron sus adalides más señalados: Echeverría y Salinas. En el caso del primero se coincide con pulsaciones efectivas de la sociedad, al menos por la parte de los afectados de manera directa o derivada y, por tanto, sólo aprovechan el impulso. Con Salinas se han embarcado en filtraciones y amagos que todavía están lejos de llegar a los tribunales aun cuando materia no les falta. El complemento lo aportan casos menores pero que, en el constante golpeteo de medios, llegan a conformar el cúmulo que, piensan, les dará la ventaja en las urnas.
Lo cierto es que la actividad legislativa, y más en lo general, la política misma, sufrirán las consecuencias al supeditar las acciones ejecutivas a los avatares de una campaña de propaganda electoral. Mientras esto ocurre, el costo se incrementa y las presiones de los empresarios llegan por todos los lados concebibles. Y, para acabar de redondear el cuadro de expectativas frustradas, y en contra de los estimados de Fox y los panistas, la que parecía inminente recuperación enfrenta condiciones adversas provenientes de la economía estadunidense. Los votos esperados se alejan más rápido que el valor de las grandes compañías fraudulentas.