Posponen por lluvia el reggae de Riddim Forz y Zenglen
Sorprendieron en el Afrocaribeño las danzas
infantiles de Sol Mestizo
PATRICIA PEÑALOZA ESPECIAL
Veracruz, Ver., 13 de julio. El viernes, tercer
día del noveno Festival Internacional Afrocaribeño, después
de la presentación de Sol Mestizo y su taller infantil de danza
experimental, apenas comenzaba a percutir el Taumbú Ensemble cuando
el chipi-chipi se transformó en tromba. Aunque muchos huyeron apenas
sintieron gotitas, decenas se negaron a dejar de bailar bajo la fresca
lluvia; pero cuando el equipo se mojó, todo cesó y no quedó
ni un alma en el Malecón. El aguacero duró dos horas, por
lo que fue imposible que el reggae de Riddim Forz (Jamaica) y Zenglen (Haití)
cerraran la noche.
Aun
así, el primer acto del programa del viernes fue gratísimo,
colorido, festivo. Con enjundioso ritmo, la agrupación mexicana
Sol Mestizo expuso el rescate que realiza de temas africanos (yorubas),
antiguos danzones de inicios del siglo XX y obras del barroco; todo ello
con un particular toque percusivo. La multiplicidad de sus voces (mujeres,
niños, hombres adultos) le dan un aire familiar. El mejor momento
fue cuando interpretaron una rítmica notablemente africana, intensa,
durante la cual niños y niñas del taller de danza experimental,
ataviados con máscaras, túnicas de brillantes colores y vestimentas
africanas zangolotearon sus cuerpecitos; dos que tres niñas, de
las cerca de 30 que participaron en coreografías y rondas, sorprendieron
a la audiencia con su capacidad de agitarse con la soltura y sensualidad
de una mujer adulta.
Sol Mestizo fue capaz de combinar, con un sonido elemental
pero sabroso, rumba, conga y danzón, ritmos a los cuales muchos
acudieron al frente, a la zona de baile. Otro bello detalle fue cuando
una pareja de ancianos, Martita y David, ganadores del reciente premio
nacional de danzón, bailaron con gran elegancia una habanera de
1910.
Apenas pudo el Taumbú Ensamble de Estados Unidos,
cuya vocalista es veracruzana, comenzar a incitar al baile. Cuando más
demostraban su sobresaliente entretejido de percusiones africanas el agua
se dejó venir. A pesar de ello, no pararon de tocar hasta haber
concluido su primer número musical.
Reprograman el reggae
Debido a este imprevisto natural, el reggae de Riddim
Forz y Zenglen fue programado para la noche del sábado, en otro
foro. Las presentaciones más esperadas para ayer (Xiomara Fortuna,
Kolé, los Pleneros de la 21 y Mono Blanco) fueron trasladadas al
Teatro de la Reforma; por su parte, al escenario del Malecón se
pasó el espectáculo afro-roquer-chilango de Maldita Vecindad,
Salón Victoria y Toño Canica, que originalmente estarían
en Playa Pirata, pero el escenario fue derrumbado por la lluvia.
De gran afluencia, abundante, rico en ritmo y conversación
resultó ayer por la mañana el foro La musicalidad de Guillén,
a propósito de la obra poética del cubano Nicolás
Guillén, dentro de la celebración internacional de su centenario,
y como tema central de este festival. Los investigadores y académicos
cubanos Luis Rovira, Carlos Olivares Baró y Helio Orovio, entre
melodías grabadas y citas poéticas, hicieron notar, ejemplo
tras ejemplo, los rasgos naturalmente musicales de la literatura de Guillén.
Rovira advirtió que aunque el poeta de Camagüey
empleó conceptos para defender la negritud y hablar desde ella,
y que muchas veces usó la décima como forma, resulta simplista
reconocerle sólo como negrista y sonero: "No es eso todo Guillén:
se trata más de un escritor universal".
Helio Orovio denotó cómo Guillén
fue profundamente influido por el Septeto Habanero y el Trío Matamoros.
Rovira hizo ver lo claro de la cercanía e inspiración del
son Caminando de Miguel Matamoros, por ejemplo, con un poema del
escritor cubano, cuyo leit motiv es casi emulación del estribillo.