Arnoldo Kraus
Los expedientes de Laguna Verde* /I
Entre Hiroshima y Nagasaki transcurrieron 72 horas. En esos días de agosto de 1945 fallecieron aproximadamente 243 mil personas. Se ignora cuántos murieron después por leucemias y enfermedades similares. Junto con los bombardeos sobre las ciudades japonesas sucedieron dos eventos: finalizó la Segunda Guerra Mundial y el mundo se enteró del poder de la bomba atómica y de la energía nuclear. No era indispensable que el coronel Tibbets, piloto del Enola Gay, se suicidase para que las conciencias asumieran que las muertes lejanas no eran tan lejanas: la energía nuclear se había convertido en sombra del ser humano y en amenaza constante. En sombra, y no sólo en bondades como las que supuestamente ofrecía el programa estadunidense Atomos para la Paz, cuyos beneficios principales estarían, en teoría, encaminados a generar electricidad.
Desde la Revolución Industrial, cuando la ciencia dejó de ser neutral, vivimos sumidos en dicotomías constantes, e incluso, en no pocos momentos, atados a los tenues balances entre la sinrazón y la razón de los políticos y empresarios que se han apoderado de los frutos y destino de la ciencia. La idea añeja, pregonada por eticistas y apoyada por humanistas, que sustenta que los límites de la ciencia deberían correr siempre en forma paralela a los posibles daños ocasionados por la misma, es continuamente cuestionada en todos los ámbitos. Sobran ejemplos en las áreas de la medicina, de la agricultura, de la ecología, así como del impacto nocivo en la naturaleza y en los humanos producido por incontables sustancias químicas y maniobras tecnológicas.
Los cánceres tiroideos de los niños de las islas Marshall en el atolón de Bikini tras los experimentos realizados por franceses y estadunidenses en 1954, el accidente en la isla de Tres Millas en Estados Unidos en 1979 y el de la central termonuclear de Chernobyl en 1986, entre otros, son ejemplos del uso inadecuado o de accidentes derivados de la energía nuclear.
En Chernobyl, más de 2 millones de personas fueron afectadas, entre ellas 500 mil niños. El cáncer de tiroides se incrementó en algunas zonas 100 veces, y 30 por ciento de las 50 mil personas que trabajaban sobre el edificio del reactor para extinguir el incendio y construir el nuevo muro de hormigón padece o padeció trastornos del aparato reproductivo, tales como infertilidad o defectos congénitos. Las alteraciones observadas son directamente proporcionales al grado de proximidad y exposición a la energía nuclear.
En Chernobyl las malformaciones (paladar hendido, síndrome de Down, deformación de extremidades y funcionamiento inadecuado de diversos órganos) aumentaron 83 por ciento en las zonas gravemente contaminadas, 30 por ciento en las medianamente contaminadas y 24 por ciento en las "no contaminadas". En la región más afectada se incrementó el cáncer en la infancia (más de 60 por ciento de lo esperado), aumentaron diversas enfermedades sanguíneas (54 por ciento) y se reportaron más anomalías en los órganos digestivos (85 por ciento). Por otra parte, la contaminación de las tierras ha restringido la producción agrícola, eliminado los árboles y contaminado las aguas. Chernobyl demostró la fragilidad de las centrales termonucleares, la impunidad y negligencia de los responsables y la inmensa vulnerabilidad de quienes por azares del destino -llamémosle al destino pobreza y al azar corrupción- son vecinos -y no tan vecinos- de este tipo de plantas.
Si aceptamos que la mayoría de los políticos en el mundo se parecen por pertenecer a la misma ralea, por compartir genes similares que determinan su irresponsabilidad, su desdén, su falta de ética, su incultura, su sordera, su amor por la corrupción, su entreguismo y su matrimonio imperecedero con la impunidad y con los contubernios más inimaginables, vale la pena preguntar: Ƒqué tan lejano es Chernobyl de Laguna Verde -LV? O bien, Ƒsería posible saber las condiciones previas de los reactores nucleares en Chernobyl antes del accidente? ƑEran similares a las que imperan en LV?
Es evidente que los encargados de la planta de Chernobyl no pensaron que podría suceder lo que sucedió. Es evidente también que los responsables de LV consideran, a pesar de las advertencias, que las probabilidades de un accidente sean cercanas a cero. La realidad es que la especie que ostenta el poder político en el orbe es idéntica. Y la otra realidad es que deben ser muchas las similitudes entre las contingencias de una planta nuclear y otra. ƑQué dice el estudio de Alejandro Calvillo Unna, Los expedientes de Laguna Verde, elaborado para Greenpeace México?
* Primera parte del texto que se leerá el 4 de julio, a las 18 horas, en la Casa del Tiempo de la Universidad Autónoma Metropolitana (Pedro Antonio de los Santos 84).