REPORTAJE
México posee la red más vasta de esos
espacios en Hispanoamérica
Directivos del IMSS dieron al traste con el proyecto
teatral del instituto
CARLOS PAUL
México posee la red de teatros más importante
y extensa en Hispanoamérica. Integrada por 38 teatros y 36 auditorios
al aire libre esos espacios fueron construidos entre 1958-1960 a instancias
de Benito Coquet, entonces director del Instituto Mexicano del Seguro Social
(IMSS), con la intención de que los trabajadores tuvieran acceso
a la cultura, como lo tienen a la medicina social, al deporte o la vivienda,
y así gozar de un bienestar integral.
El uso de esa infraestructura a lo largo de los años
ha tenido muchos altibajos. Tuvo una época de auge durante el primer
lustro, para luego ser utilizados, principalmente, como simples foros para
reuniones sindicales, partidistas o eventos sociales.
''Nunca, ningún país ha construido en tan
pocos años tantos teatros'', afirma el creador escénico Ignacio
Retes, personaje esencial, con Julio Prieto y José Solé,
entre otros, de las propuestas artísticas durante los primeros cinco
años de vida de esos teatros.
''Muchos
no tienen idea de lo que significó eso. Si no se comprenden los
valores espiritual y cultural con los que se fundó el proyecto,
pues nada más se va a decir: se hicieron teatros." Su declive comenzó,
sustenta Retes, ''a los dos años que nosotros salimos; los nuevos
responsables, a diferencia de nosotros, que trabajábamos en una
pequeña oficinita, ellos ya tenían grandes oficinas alfombradas,
con salas para descanso y juntas. La burocracia se comió al sistema
cultural, se gastaba más en las oficinas que en una puesta en escena".
En esa etapa ''la utilización de los teatros fue
más productiva para los directivos que para el arte escénico.
Fue muy desconsolador. Además, hubo otro momento en que (el IMSS)
pasó (la administración) de los teatros a la Secretaría
de Educación Pública, que los recibió con gran alegría,
pero no se le pasaron los dineros del instituto para que produjera los
montajes. Se le ofrecían esos espacios y que la SEP hiciera lo que
deseara con ellos, esto por supuesto es un decir. Rafael Lebrija quería
continuar con el proyecto, aunque estuvieran en la SEP, pero lamentablemente
en esa dependencia nunca lo recibieron. El funcionario responsable de la
parte cultural en Educación Pública, en ese tiempo, fue un
hombre muy eminente, pero la regó muy feo. Era Mauricio Magdaleno.
Lebrija lo visitó varias veces, pero como no lo recibió,
regresó al Seguro Social y le dijo a Sealtiel L. Alatriste, entonces
director del IMSS: 'licenciado, sucede esto, esto y esto; por mi parte,
como representante del sector patronal ante el Seguro, no se le debe dar
un solo centavo para el manejo de los teatros a la Secretaría de
Educación Pública, porque Magdaleno se sintió dueño
de los teatros y la producción, y ahí empezó el declive,
el desmadre con los teatros del Seguro Social".
Ahora, prosigue, ''el Estado debe gastar dinero en esta
actividad, como lo hace con la construcción de escuelas".
Cuenta el maestro Retes que los teatros se construyeron
entre 1958 y 1960, cuando Benito Coquet, director del IMSS, convenció
al presidente Adolfo López Mateos de que el Seguro Social no era
sólo un instrumento destinado a la salud física del derechohabiente,
sino que también podía abarcar la salud espiritual y cultural
del trabajador. ''Esa fue la base teórica, filosófica, en
la que se basaron para edificar los teatros", cuyos antecedentes inmediatos,
explica, ''fue la Casa de la Asegurada, que luego se convertiría
en distintos centros artísticos (de una escala modesta) junto a
la clínicas".
El Xola, primero en edificarse
El primer teatro en construirse fue el Xola ''a lo largo
de 1959. Antes ya estaba lo que hoy se conoce como el Teatro Reforma, pero
era sobre todo una sala para efectuar asambleas generales o festejar aniversarios
del Seguro Social. De manera eventual se usaba como teatro. Yo usé
el Reforma como teatro. Daba clases a miembros del sindicato y ahí
representamos La loba.
''Los teatros fueron construidos técnicamente por
el arquitecto Alejandro Prieto, quien era director de Construcciones del
IMSS. El creó un proyecto base, con el que se pudieran realizar
espectáculos de una naturaleza y otra, una especie de teatro de
usos múltiples, que podría servir para teatro, ópera
o conciertos. Ese fue el propósito del Xola, y la visión
de que así debería ser en todo el país.
''Cuando surgió el proyecto teatral del Seguro,
Julio Prieto, con quien llevé una amistad muy estrecha, consideró
que yo era la persona idónea para ser el responsable de la Dirección
Teatral Artística.
''Entre Julio y yo hicimos infinidad de planes y proyectos
en su oficina, como director de Producción de Bellas Artes, hasta
que llegó el día en que nos tuvimos que plantear con qué
obra estrenaríamos el Xola. Yo propuse una obra con la que se pudieran
apreciar todas las facilidades de ese escenario. Decidimos que fuera Marco
Polo, de Eugene O'Neil, porque hay barcos y salones. Se hicieron como
cinco decorados (escenografías) diferentes. Las temporadas eran
de martes a domingo. Fue un trabajo que dirigí y satisfizo mucho
al Patronato del IMSS.
''En ese tiempo se construyeron el teatro Hidalgo, algunos
de provincia, el Cuauhtémoc y el San Jerónimo. Dirigí
en esos años muchas obras, entre ellas Un tigre a las puertas,
de Jean Anouilh; Otelo, de William Shakespeare; El tío
Vania, de Anton Chéjov. Había dinero. Se gastaba mucho
dinero, no había recortes presupuestales.
''En 1960 se construyeron prácticamente casi todos
los teatros, pero como a mí se me empezó a cargar el trabajo,
se pensó en invitar a otro director y elegimos a José Solé,
quien estrenó el Tepeyac con Espartaco, de Juan José
de Mora. Desde entonces fuimos dos directores con las mismas atribuciones.
''El lanzamiento de manera formal del teatro griego en
esos escenarios y en México se debe a Coquet, quien una vez nos
llamó y dijo: 'vamos a poner a un griego'. A Julio y a mí
se nos cayó el alma. No le tengan miedo, nos dijo, 'debemos cumplir
con la obligación que nos hemos propuesto: educar al pueblo de México'.
Parece demagogia ?continúa Retes?, pero era una demagogia en acción.
Fue una de los dos únicas imposiciones de Coquet, la otra
fue Corona de fuego, de Rodolfo Usigli, la cual después del
estreno para el dramaturgo la cortamos por mala. El demás repertorio
dependió de nosotros.
''Es muy importante ?destaca Retes? señalar que
las propuestas artísticas de los teatros del IMSS las manejamos
siempre desde una oficinita del Xola, donde sólo había una
secretaria, un escritorio, unas sillas y un teléfono.''
Durante los años ''que estuvimos al frente de los
teatros, pisaron esos escenarios casi todos los actores buenos de la época",
como Ofelia Guilmáin, Ignacio López Tarso, José Gálvez,
Aaron Hernán, Narciso Busquets, María Teresa Rivas y María
Tereza Montoya, entre muchos otros.
''Una de las cosas que han criticado mucho es que se tenía
un repertorio muy convencional, pero no se trataba de hacer experimentos,
de hacer teatro para teatristas, sino para el público y nada más."
Teatros para la Comunidad Teatral
Años después esa importante red nacional
de teatros vuelve a ser punto de atención para la comunidad teatral.
En agosto de 1996, el Consejo Nacional para la Cultura
y las Artes (CNCA) y el IMSS firmaron un convenio de colaboración
para promover el proyecto Cultura y Salud, conformado por cuatro programas:
Teatro Escolar, la Convocatoria de Coproducciones Teatrales (ahora Teatros
para la Comunidad Teatral), los Circuitos Artísticos y las Bibliotecas
Públicas.
El lanzamiento de esa convocatoria se festejó en
su momento por los interesados, pues permitió reactivar esos espacios
subutilizados por muchos años, con actividades teatrales permanentes,
impulsando el desarrollo de un lenguaje propio de las agrupaciones y la
generación de un público para ese arte.
De ese año a marzo de 2002 se lanzaron tres convocatorias,
periodos que estuvieron teñidos de descontentos y ajustes de los
comodatarios y las instituciones.
Los primeros, entre otras situaciones, denunciaron el
atraso en la entrega de los recursos económicos por parte del Fideicomiso
Teatro de la Nación, el ''alto número" de funciones que se
tenían que cubrir al año y el ''elevado porcentaje" de espectadores
con boleto pagado. Cifras que fueron marcadas ''sin considerar las condiciones
que sufre cada uno de los teatros", señalaron en su momento los
teatristas.
De igual manera advirtieron que el presupuesto asignado
era ''insuficiente", que los equipos de sonido en algunos teatros ''son
muy viejos" y que a otros ''les hace falta mantenimiento".
Las instituciones, por su parte, en algunos casos ajustaron
presupuestos, número de funciones y espectadores y en otros se rescindieron
contratos ''por no cumplir con las reglas y metas acordadas".
No
obstante los descontentos y las correcciones, los comodatarios, el CNCA
y el IMSS continuaron con el programa el cual ''contribuyó a consolidar
el concepto de salud integral plasmado en la filosofía que dio origen
al IMSS como institución social". El mayor descontento surgió
cuando la cuarta convocatoria prevista para emitirla el año 2000,
se postergó.
Generó -no sólo entre los comodatarios,
sino entre los miembros de la comunidad teatral y otras disciplinas- la
incertidumbre de que el proyecto Teatros para la Comunidad Teatral pudiera
desaparecer.
El silencio, la falta de información por parte
del CNCA y el IMSS sobre el destino del programa propició que los
comodatarios pasaran de la incertidumbre a la defensa de los teatros, ''patrimonio
de la nación y no privados".
Se cuestionó al instituto y al consejo, así
como la ''arrogancia" del director del IMSS, Santiago Levy, quien declaró
que como esos teatros son propiedad del Seguro Social, se podrían
convertir en estacionamientos.
Unos y otros (CNCA-IMSS) "se han tirado la bolita", dijeron
los comodatarios. Por ello decidieron ''lanzar un manifiesto en el que
solicitamos dejar a un lado uno más de los pleitos de gabinete para
dar solución pronta y positiva a uno de los programas teatrales
más importantes del país."
Ante la presión, el 15 de diciembre de 2001 las
instituciones enviaron un comunicado a las redacciones de los periódicos
en el que destacaban: ''El IMSS y el CNCA están decididos a asegurar
la continuidad del programa que opera hasta la fecha en beneficio de los
grupos artísticos, de los derechohabientes del Seguro Social y de
la población en general. Para ello se analizan las nuevas bases
de una próxima convocatoria, en la que se busca utilizar el mayor
número de espacios y ampliar la participación de posibles
comodatarios".
Sin embargo, dos días después la actriz
Lilia Aragón, el presidente de la Academia Mexicana de Teatro, Germán
Castillo, y Víctor Ugalde, de la Asociación de Escritores
de México, se reunieron con el presidente de la Comisión
de Educación y Cultura del Senado de la República, José
Natividad González Parás, para solicitarle que gestionara
una reunión con el titular del IMSS para analizar la situación
de los más de 70 espacios teatrales ''para que no sean cerrados
o destruidos", pues la incertidumbre persistía.
Los teatristas, conformados ya como la Unión de
Comodatarios de los Teatros del IMSS, enviaron el 14 de enero de este año
un documento al director del IMSS, Santiago Levy, en el que destacaban
que ''la eficaz ?hasta el momento? coordinación entre esas instituciones
coadyuvó a que el programa Teatros para la Comunidad Teatral se
constituyera en uno de los más importantes proyectos culturales
del país. No obstante lo anterior, a partir del cambio de administración
federal la continuidad del programa se ha visto afectada debido a la serie
de irregularidades jurídicas, administrativas y económicas,
lo cual ha repercutido de manera negativa en el buen funcionamiento de
los proyectos. Hoy lo que caracteriza a ese programa es la incertidumbre,
la imprecisión y la irresponsabilidad institucional respecto del
futuro del mismo".
El silencio continuó y los comodatarios enviaron
el 25 de enero otro documento al presidente Vicente Fox, en el que expo-nían
su preocupación: ''Hemos esperado atención y definición
sobre la continuidad del proyecto por más de año y medio
para continuar aplicando nuestras respectivas programaciones y actividades
de doce teatros que funcionan actualmente con poca fluidez presupuestaria,
pues las entregas han sido irregulares y en el umbral para finalizar este
periodo hicimos requerimientos a ambas instituciones sin recibir alguna
hasta el momento".
Fue el pasado 3 de abril, cuando el IMSS y el CNCA dieron
una respuesta con el anunció de la firma de un nuevo Convenio General
de Colaboración. El acuerdo ''garantiza" continuar con los programas
de Teatro Escolar y Teatros para la Comunidad Teatral, pero el descontento
de los comodatarios surgió de nuevo a causa, principalmente, de
dos de las cláusulas de la cuarta convocatoria Teatros para la Comunidad
Teatral.
La primera señala que el comodatario ''se compromete
a no subarrendar el teatro a terceras personas (como antes lo hacía),
disponiendo el Fideicomiso Teatros de la Nación, en todo momento,
del espacio durante las horas y los días que no interfieran directamente
con las funciones establecidas por el comodatario para el desarrollo de
su proyecto". La segunda los obliga a entregar al fideicomiso 20 por ciento
más IVA de ingresos por taquilla, cuando antes era 4 por ciento.
Sin embargo, se debe precisar que 10 por ciento lo pagará el Fondo
Nacional para la Cultura y las Artes y el otro 10 los teatristas.
En este contexto, el pasado miércoles concluyeron
las mesas de análisis sobre Pasado, presente y futuro de los teatros
del IMSS, en el Wilberto Cantón de la Sogem, organizadas por la
Academia Mexicana de Arte Teatral.