Algunos nombres
Los cabilderos o lobbyistas, como les gusta llamarse, consideran la actual coyuntura política nacional -abierta con el fenómeno de la pluralidad en el Congreso- como el mejor momento para extender su influencia en la toma de decisiones legislativas.
El más cercano y mejor ejemplo del trabajo del lobbying es el estadunidense. Con sus 4 mil cabilderos profesionales registrados en pequeñas y grandes firmas, es representado ante el resto de las naciones por diez despachos que tienen en sus carteras a 80 por ciento del mercado empresarial en aquella nación. Algunos de sus nombres son: Cassidy Verner, Patton, Akin, Preston, Hogan, Williams, Barbour, Washington y Baker.
Aquel gran espejo estadunidense es un fruto apetecible en México, porque tan sólo la firma Cassidy Verner factura al año un promedio de 20 millones de dólares. A pesar de las sumas de dinero que se manejan de forma discrecional en México por el trabajo de relaciones públicas y cabildeo, algunos de sus actores consideran que el próximo paso de su actividad consistirá en desmitificarlo.
Sebastián Lerdo de Tejada y su socio Luis Antonio Godina, del despacho Lobbying México, consideran que las empresas de relaciones públicas y algunos ex políticos "prometen lo imposible a cambio de contratos muy bien remunerados. Nosotros no aceptamos trabajos inviables para cobrar únicamente; ofrecemos un servicio integral y pedimos respeto y honestidad a quienes nos contratan".
A Lobbying México se suman otros nombres de personajes y despachos que cabildean o "entregan información ordenada de las empresas a los servidores públicos, para que tomen decisiones adecuadas a los intereses de los sectores involucrados en un tema determinado": Fernando Lerdo de Tejada, Manlio Fabio Beltrones, Liébano Sáenz, Marco Provencio y Gustavo Almaraz, así como las empresas Bourston Martsteller y Edelman. ROBERTO GARDUÑO Y CIRO PEREZ