Grupos empresariales o sindicales negocian con
legisladores la redacción de leyes
El cabildeo en el Congreso, práctica cotidiana
que se extiende sin control
La actual correlación de fuerzas políticas
abre espacios para nuevos tipos de enlaces
ROBERTO GARDUÑO Y CIRO PEREZ
La actividad encubierta de cabildeo o, como algunos lo
llaman, "maña para ganarse voluntades" en la Cámara de Diputados
y el Senado de la República, no tiene reconocimiento público.
No obstante, el gobierno federal, grupos empresariales y sindicatos organizan
reuniones de trabajo con legisladores para influir en la redacción
o modificación de leyes constitucionales o reglamentarias.
La brecha para la negociación directa entre los
poderosos intereses económicos y el Congreso de la Unión
se abrió con la derrota electoral del PRI en 1997, al manifestarse
el punto de quiebre del sistema presidencialista que hasta entonces fungió
como el gran factor en la toma de decisiones de los órganos legislativos
dominados por la mayoría priísta.
Como ominosos recuerdos de la imposición presidencial
quedaron los cambios constitucionales y reglamentarios promovidos por Carlos
Salinas de Gortari (modificación al artículo 27 de la Carta
Magna y la venta de las instituciones bancarias), y los impulsados por
Ernesto Zedillo (incremento a la tasa del IVA al nivel actual de 15 por
ciento, el desmantelamiento de Conasupo y el Fobaproa). En esos casos,
la mayoría legislativa del PRI escuchó los designios del
mandatario en turno, y sin atender ni consultar a los sectores afectados
por esas medidas, las aprobaron.
El panorama cambió a la par de la derrota priísta
de hace cinco años, porque el gran interlocutor del Congreso federal
dejó de ser el huésped de Los Pinos. El equilibrio en las
bancadas del PRI y de la oposición (PAN y PRD) en la Cámara
de Diputados y el Senado de la República abrió la puerta
a un importante número de funcionarios de "enlace", provenientes
de las dependencias del Ejecutivo federal para facilitar el contacto y
la negociación entre sus jefes, los secretarios y subsecretarios,
y los legisladores, porque el Presidente de la República había
perdido el control en ambas cámaras. Aquella primera experiencia
se acercó más a las relaciones públicas que a la negociación.
Algunos, como es el caso del Instituto de Protección
al Ahorro Bancario (IPAB), cuentan con los servicios del ex legislador
José Merino, quien antes de ocupar el cargo de enlace con el Congreso
pasó por la Cámara de Diputados y por la de Senadores, es
decir, conoce al detalle el proceso legislativo, los tiempos y los actores.
El escenario se tornó más difícil
para el Ejecutivo tres años después, en la 58 Legislatura.
Ningún partido alcanzó la mayoría para impulsar cambios
por sí solos. Esa nueva correlación de fuerzas rompió
el tradicional ejercicio del poder presidencial priísta, que ordenaba
a sus legisladores y éstos cumplían cabalmente los designios.
La Secretaría de Gobernación, rebasada
Los
comicios federales de 1997 pusieron al país ante un nuevo escenario
político. El PRI por vez primera obtuvo 39 por ciento de la votación,
el PAN 26 por ciento y el PRD 25 por ciento. Desde entonces en adelante,
por lo menos en aquella elección la aprobación de leyes estaría
sometida al escrutinio de esos tres partidos, que deberían aprender
a llegar a consensos.
Aquella derrota del mandato zedillista propició
en su equipo de gobierno una nueva estrategia para acercarse y negociar
con el Poder Legislativo: se crearon las oficinas de enlace en el interior
de las dependencias de gobierno. No obstante, esa reacción de los
funcionarios públicos, pasados y presentes, contraviene lo establecido
en la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal.
En su artículo 27 la citada reglamentación
establece que a la Secretaría de Gobernación (SG) le corresponde
presentar ante el Congreso de la Unión las iniciativas de ley o
decretos del Ejecutivo. En el inciso 15 aclara por qué esa dependencia
es la responsable de esa encomienda, tarea que no ha cumplido por la participación
desordenada de enlaces de otras áreas dependientes del Presidente
de la República:
"Conducir, siempre que no esté conferida esta facultad
a otra secretaría, las relaciones del Poder Ejecutivo con los demás
poderes de la Unión, con los órganos constitucionales autónomos,
con los gobiernos de las entidades federativas y de los municipios, y con
las demás autoridades federales y locales, así como rendir
las informaciones oficiales del Ejecutivo federal."
A raíz de la derrota priísta de 1997, las
secretarías de Desarrollo Social y de Hacienda, encabezadas por
Gonzalo Martínez Corbalá y Guillermo Ortiz Martínez,
respectivamente, fueron las primeras que establecieron relación
directa con el Legislativo por conducto de oficinas de enlace.
Sin regulación, esa actividad de acercamiento entre
los poderes Ejecutivo y Legislativo ha propiciado el surgimiento del cabildeo
privado, que se encarga no sólo de apoyar a sus contratantes en
temas de carácter fiscal o presupuestario, sino de asesorar y elaborar
textos, como proyectos de iniciativas de ley.
La crisis política que golpeó a los priístas
los obligó a cambiar de rubro: de políticos a asesores. Gran
cantidad de ex funcionarios y ex legisladores del tricolor a los
que alcanzó el desempleo al perder el control político que
se les garantizaba desde la Presidencia de la República, se convirtieron
en cabilderos profesionales y otros en oportunistas y charlatanes que cobran
grandes sumas de dinero por el simple hecho de organizar reuniones entre
empresarios y diputados o senadores para discutir iniciativas de ley determinadas.
Cabilderos con resultados, y los otros
A la fecha todas las secretarías de Estado cuentan
con una oficina de enlace con el Congreso de la Unión. La Secretaría
de Hacienda, que es la más reconocida y experimentada en esa labor,
mantenía como representante ante diputados y senadores a Carlos
Bandala. Además, por la Secretaría de Gobernación
la labor de acercamiento con los legisladores corresponde a José
Luis Díaz; a Javier Romo, quien trabaja para la Suprema Corte de
Justicia; Jorge Estefan, por el IMSS, y Mauricio Campos, por la Secretaría
de Energía.
Del lado contrario, sin tener nada que ver con las autoridades
federales y aprovechando la ausencia de regulación para cabildear
en la Cámara de Diputados y en el Senado de la República,
un grupo de afamados priístas aprovechó el proceso de equilibrios
en el Congreso de la Unión para ofrecer servicios de asesoría
y resolución de conflictos entre empresarios, gobernadores y funcionarios
públicos con el Legislativo. En sus gestiones lograron pocos resultados.
Entre esos personajes se cuenta al ex vocero presidencial
de Ernesto Zedillo, Fernando Lerdo de Tejada, quien trabaja para el gobierno
del estado de México y algunas empresas dedicadas a la elaboración
de alimentos. A la lista de cabilderos se suman los nombres de Liébano
Sáenz, quien a su paso por la secretaría particular del último
mandatario priísta consiguió tejer una red de contactos que
en la labor de relaciones le ha redituado múltiples beneficios.
En la tarea de convencer a los legisladores de los beneficios
de leyes también se suman algunos diputados. Durante la negociación
del presupuesto y Ley de Egresos, en diciembre de 2001, Guillermo Hopkins,
del PRI, realizó una amplia labor de cabildeo entre los legisladores
de su partido y del PRD para establecer acuerdos que condujeran a la aprobación
de más recursos para la comercialización de los productores
del campo.
También su compañero de bancada Enrique
de la Madrid, hijo del ex presidente Miguel de la Madrid, emprendió
el año pasado una acción soterrada entre sus compañeros
priístas para explicarles la viabilidad de la venta de Banamex a
Citibank.
Incluso en la Cámara de Diputados se sabe que el
presidente de la Comisión de Gobernación, el panista Armando
Salinas Torre, es un activo organizador de reuniones entre el secretario
de Gobernación, Santiago Creel, y diputados de las diversas fracciones
que conforman ese cuerpo legislativo.
Con el propósito de "evitar el desorden" y la actividad
dual, en abril pasado el priísta Efrén Leyva presentó
ante el pleno de la Cámara de Diputados una iniciativa de ley para
regular el trabajo de los cabilderos en el Poder Legislativo.
La intención de esa propuesta es que en el próximo
periodo ordinario de sesiones se apruebe, porque la negociación
del paquete económico se prevé que será tortuosa y
la participación de los cabilderos ?que cada día son más--tendrá
que someterse a una reglamentación estricta para "que no interfieran
en el proceso legislativo"