Eduardo Galeano
Crónica
Tertuliana Queiroz mora, ora y labora en algún lugar de Ceará.
Esperando, se duerme.
Esperando, se despierta.
Ella espera, sus hijos esperan.
En mejores tiempos, hablaba de corrido. Ahora le cuesta.
Los hijos eran quince.
Me quedan siete, dice. No, dice: seis.
Los otros murieron, de muerte morida o de muerte matada.
Mira al cielo. Tiene ojos de sonámbula.
Dios los llamó, dice.
Ella tiene costumbre.