El plan busca "desmantelar la agricultura indígena
y saquear los recursos biológicos", dicen
Campesinos tienden redes de cooperación contra
el PPP
CAROLINA GOMEZ Y GUADALUPE LOPEZ CORRESPONSAL
Ante el compromiso de incorporar al Plan Puebla-Panamá
(PPP), en un plazo no mayor de 60 días, lo relativo al desarrollo
agropecuario y rural, organizaciones campesinas, indígenas y sociales,
de México y la región empiezan a tender redes de cooperación
para establecer planes de defensa.
Un ejemplo es el encuentro nacional Porque el pueblo
es primero: no al PPP, en Jalapa, Veracruz, una de las reuniones preparatorias
del tercer foro mesoamericano Frente al PPP, por la integración
popular, que se efectuará en Managua del 16 al 18 de julio,
que organiza el Consejo Latinoamericano de Organizaciones del Campo (CLOC).
Al concluir ayer este encuentro, en la Declaración
de Jalapa, las organizaciones participantes, entre ellas la Alianza
Mexicana por la Autodeterminación de los Pueblos (AMAP), manifestaron
su rechazo al "desarrollo excluyente y devastador del PPP", por lo cual
se llamó a la consolidación de la "resistencia popular".
Para los representantes de las agrupaciones de Oaxaca,
Tabasco, Campeche, Chiapas, Guerrero, Quintana Roo, Veracruz y Puebla,
el PPP y el Acuerdo de Libre Comercio para las Américas (ALCA) lo
único que propiciarán será la consolidación
de los proyectos neoliberales, lo cual atentará contra las soberanías
y las economías regionales.
Entrevistados por separado, dirigentes campesinos, como
Ignacio Irys Salomón, secretario general de la Coalición
de Organizaciones Democráticas, Urbanas y Campesinas (CODUC), José
Jacobo Femat, presidente de la Central de Organizaciones Campesinas y Populares
(Cocyp), y Víctor Suárez Carrera, presidente de la Asociación
Nacional de Empresas Comercializadoras de Productos del Campo (ANEC), externaron
la necesidad de formar espacios de resistencia contra las propuestas que
pretenden "entregar nuestros recursos a las trasnacionales".
Aunque el PPP es todavía un instrumento "virtual"
al cual no se ha destinado ningún presupuesto, el hecho de que esté
apoyado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y que se haya convocado
a invertir a empresarios estadunidenses y europeos es razón suficiente
para pensar que el interés no está en el apoyo a los habitantes
de la región, si no en el "desmantelamiento de la agricultura indígena,
en el tránsito hacia la dependencia alimentaria y en el saqueo de
los recursos biológicos".
Jacobo Femat consideró que el PPP "no es un proyecto
acorde a las necesidades de desarrollo del país ni a la conservación
de las formas tradicionales de trabajo ni de la cultura ni del cuidado
de nuestra biodiversidad", por lo cual lo único que nos traerá
será una "mayor profundización de la miseria en el sureste
del país".
Para Irys Salomón, pese a que el compromiso de
integrar al PPP los mercados y los agronegocios regionales, es un "sueño
porque nuestra agricultura es particularmente de autoconsumo, por lo cual
casi no hay excedentes y porque no tenemos la organización económica,
la infraestructura y los recursos para almacenar y vender, no está
demás globalizar la organización y la lucha en contra de
los planes capitalistas".
En opinión de la ANEC, el PPP, aunque aún
no se aterrice, sí es una "amenaza" porque que "busca aniquilar
la agricultura de granos básicos -maíz, frijoles y arroz-
en la región", con la intención de que las trasnacionales
puedan "monopolizar" el comercio de estos productos.
En la Declaración se dejó en claro que se
rechaza la "expropiación y privatización de tierras de propiedad
social en donde se pretenda construir autopistas, corredores industriales,
maquiladoras y presas", además que se "denunciará cualquier
tipo de explotación laboral, de género y de trabajo infantil
que viole los convenios de la ONU, por parte de las trasnacionales que
pretendan instalarse en la región con motivo del PPP".
Pese a que para la Cocyp, de prosperar el PPP, éste
"no tendrá una larga vida, y lo más que durará será
lo que resta del sexenio", es un hecho que en el tiempo que opere --advirtió
Jacobo Femat-- podría agudizar la pobreza en el campo y la importación
de productos que actualmente es de "35 por ciento, lo que ha originado
la pérdida de dos millones de empleos en el sector y la disminución
del ingreso familiar campesino, al grado de que 80 por ciento de la población
rural percibe menos de un salario mínimo".