Rebeldes con causa inaugura la historiografía
sobre un tema hasta ahora menospreciado
Sin Elvis, imposible explicar el movimiento del 68
y la crisis del sistema político mexicano: Zolov
La época analizada es vista con vergüenza
por la izquierda partidista, expone al autor
ARTURO GARCIA HERNANDEZ
Sin Elvis Presley no se puede explicar el movimiento estudiantil
mexicano de 1968 y la consecuente crisis del sistema político mexicano.
Así dicho, tal vez suene a disparate o exageración. Sin embargo,
la frase tiene un fondo de verdad que resume e ilustra la tesis central
del libro Rebeldes con causa. La contracultura mexicana y la crisis
del Estado patriarcal, del historiador estadunidense Eric Zolov.
Este libro inaugura la historiografía sobre un
tema hasta hoy ignorado o menospreciado en los ámbitos académico
e intelectual mexicanos: el surgimiento de la contracultura mexicana que,
"sin una intención deliberadamente política", contribuyó
a socavar la estructura autoritaria "impuesta por el PRI y los valores
conservadores de una sociedad patriarcal, rígida y tradicional".
Zolov es profesor de Historia de América Latina
en Franklin & Marshall College, de Lancaster, Pennsylvania. Rebeldes
con causa (publicado por Grupo Editorial Norma) fue su tesis para doctorarse
por la Universidad de Chicago, asesorado, entre otros, por el historiador
Friedrich Katz. Originalmente se publicó en inglés (University
of California), bajo el título de Refried Elvis: The rise of
the mexican counterculture, en 1999.
Al principio de su investigación, el interés
de Eric Zolov estaba centrado en el 68 sólo como movimiento político-estudiantil.
Pronto descubrió que el acontecimiento "no fue el arranque de una
nueva conciencia histórica, sino su acontecimiento central". Fue
la expresión mayor de un cuestionamiento largamente incubado, alimentado
por una inquietud y una rabia crecientes contra la estructura patriarcal
autoritaria de la sociedad mexicana.
Movilización social
El
historiador también observó que la historiografía
que le habían enseñado sobre México era "la de la
Revolución, la de los campesinos, los militares, los trabajadores,
pero la clase media urbana no existe en esa historiografía o apenas
aparece. Por ejemplo, del movimiento ferrocarrillero de finales de los
años 50 y principios de los 60, se brinca al movimiento estudiantil
como hecho aislado, a lo mejor toca la matanza del 10 de junio de 1971
y luego la nacionalización de la banca en 1982. Pero todo el marco
histórico de la década de los 60 y 70 estaba casi ausente".
El rock and roll; la antisolemnidad; la moda; el trastocamiento
del lenguaje y su manifestación tanto en el habla cotidiana como
en la literatura; el rechazo a la vieja moral sexual y a las prácticas
autoritarias; el anhelo de modernidad... Estos y otros son los componentes
de un clima social y cultural que -de acuerdo con la tesis de Zolov- dieron
contexto e impulso a la movilización social de 1968: la contracultura
mexicana o "La Onda".
Con estos hallazgos e ideas Zolov inició sus estudios
de posgrado en la Universidad de Chicago, "en un momento en que estaban
cambiando los marcos teóricos; se estaba descartando y criticando
el marco teórico del 'imperialismo cultural' que habían propuesto
Armand Mattelart y Ariel Dorffman con el libro Para leer al pato Donald,
que fue clave para toda una generación. Cuando llegué a la
Universidad de Chicago ya se manejaba el marco teórico de las culturas
híbridas (al que en México acuden teóricos como Néstor
García Canclini y Roger Bartra).
-¿Por qué un historiador estadunidense se
interesa en articular una historia dispersa y desdeñada por la academia
y parte de la intelectualidad mexicanas?
-Nací en 1965; soy de la generación cuya
conciencia política despertó en la época de Ronald
Reagan; participé en las manifestaciones contra su política
exterior, su posición sobre armas nucleares y sobre Centroamérica.
En esas manifestaciones los líderes que tenían mayor peso
político y moral pertenecían a la generación anterior,
los que estuvieron vinculados a la contracultura estadunidense de los años
60. Entonces, el despertar de mi conciencia política también
está ligada a esa contracultura, aunque no la viví. En 1986
vine a México a estudiar y me llamó la atención que
en la radio hubiera mucha música en inglés, sobre todo música
de los 60, la que después nombraríamos como rock clásico.
¡Era la música de mi contracultura, cómo que aquí
la están escuchando! Ese mismo verano conocí la Zona Rosa,
que aún conservaba ese toque de los 60 y los 70. Fui a los hoyos
fonqui, a las tocadas en Neza, y vi que todo mundo tenía
sus chamarras de Ramones y Sex Pistols. Y otra vez: ¡Cómo
que punks en México! Conocí las novelas de José
Agustín, De perfil y La tumba, y supe de Avándaro.
Todo eso me llamó mucho la atención y descubrí que
había toda una historia de la contracultura también en México.
-Los historiadores en México ven con desdén
ese aspecto del que te ocupas en tu libro.
-Está literalmente ausente de la memoria histórica.
Es vista con vergüenza por la izquierda partidista y con desdén
por los académicos. Desde su punto de vista, los verdaderos historiadores
que escriban sobre el aspecto político y social del 68. ¿El
rock? ¿La contracultura? ¡No! También ocurre que los
libros escritos sobre la contracultura y el rock en México son autobiográficos,
anecdóticos o crónicas, a veces poco rigurosos y hechos sin
metodología. Tienen un valor testimonial porque algunos están
escritos por los protagonistas, están bien como un primer paso.
En ese sentido mi libro está en deuda con ellos, pero hace falta
establecer nuevas historias.
"Pienso que hay dos razones básicas por las que
Avándaro y la contracultura no existen en la historiografía
mexicana. Por un lado, está el desprestigio, porque, ¿cómo
es posible que luego de los mártires del 68 (que los hubo, por supuesto)
había gente cantando y desnudándose en Avándaro? Era
una pena, una vergüenza, mejor olvidarlo. Por otro lado, es muy difícil
acceder a los sonidos y las imágenes de la época. Eso es
importante. ¿Existiría la referencia y el mito de Woodstock
sin la película de tres horas y el disco doble? En México,
aparte de unas cuantas fotos, un libro y algunos rollos de película,
la memoria de Avándaro se ha transmitido de manera oral".
De acuerdo con el razonamiento de Zolov, sin el rock y
la contracultura no se explica el 68, y sin el 68 no se explica Avándaro
y sin todo ello no se explica el desgaste y la crisis del sistema patriarcal
y autoritario edificado por el PRI: "Estaban totalmente vinculados y yo
quise ubicar el 68 en un marco histórico más amplio. Para
mí la contracultura es el otro lado de la moneda del 68".
-Rebeldes con causa también puede leerse
como un capítulo en la historia de amor-odio entre México
y Estados Unidos. ¿Cuál es tu opinión al respecto?
-Ojalá contribuya a que tanto estadunidenses como
mexicanos entendamos que estamos mucho más involucrados y vinculados
de lo que queremos creer. Incluso, culturalmente. Allá decimos:
ilegal alien, aquí dicen: "los pinches gringos". Son dos
discursos xenofóbicos que sólo ayudan a gobiernos represivos.
Somos vecinos y ni modo. Creo que en el futuro se consolidará entre
ambos países una cultura de la fusión, que ya se está
dando.
-En el libro dejas ver que la izquierda, o parte de ella,
no comprendió la contracultura, no se interesó en ella y
menos la apoyó.
-Por un lado, la izquierda y la derecha política
coincidían en su condena a las manifestaciones de la contracultura.
Es famosa la declaración del muralista David Alfaro Siqueiros, que
decía que el rock and roll y la pornografía llevarían
a México al borde del desastre. Y en 1971 el líder estudiantil
y ex preso político, Luis Cervantes Cabeza de Vaca, quien era un
héroe del momento, escribió que Estados Unidos estaba exportando
a México el desquiciamiento de su sociedad en decadencia.
Nuevo lenguaje
-Y hoy resulta que -para simplificar- sin Elvis Presley
el sistema autoritario y patriarcal no hubiera entrado en crisis. ¿Eres
consciente de la audacia de esa idea en el ámbito mexicano?
-Sí. Tengo menos miedo del lector estadunidense
que del lector mexicano. Allá nadie sabe nada acerca de una contracultura
en México, todo es nuevo y dicen: "¡Qué interesante!"
Pero en México la cultura popular es intocable. ¡Cuidado,
es territorio peligroso! Sobre todo si eres extranjero. Pero yo he sido
muy cauteloso y riguroso. El rock and roll desafiaba los límites
tradicionales de las convenciones, de las relaciones entre los sexos, las
jerarquías sociales y los significados mismos de la identidad nacional
en una época de elevado nacionalismo. Yo sostengo la tesis de que
el 68 tuvo que desarrollarse bajo un nuevo contexto cultural: nuevas estrategias
para enfrentarse a la autoridad; para manifestarse; con un nuevo mensaje
semiótico. Al respecto, se puede decir que el impacto cultural provocado
por Presley fue la semilla que abrió camino a ese nuevo lenguaje.
-Otra interpretación hasta cierto punto sorprendente
es que la contracultura estadunidense está en deuda con parte del
mundo indígena mexicano, del mismo modo que la contracultura mexicana
lo está con la estadunidense.
-Es la idea del doble espejo. Los chavos estadunidenses
huían de su modernidad, de su crisis de conciencia de la modernidad;
buscaban lo auténtico y esa búsqueda los llevaba hasta Huautla,
por ejemplo. Así, iban desarrollando nuevas identidades modernas.
Por su parte, los chavos de clase media mexicana, en su anhelo de ser modernos
y cosmopolitas, de romper con esa "cortina de nopal" de la que habló
José Luis Cuevas, buscaban participar de un movimiento universal,
de una cultura cosmopolita que en México les era negada. Veían
a estos hippies llegando y decían: ellos son la neta, son
la vanguardia de la contracultura. En ese doble espejo, los chavos mexicanos
descubrieron la parte viva de la cultura indígena. Porque la visión
que proponía el gobierno de la cultura indígena y rural era
el ballet folclórico; eran las pirámides sin indígenas.
Siempre desvinculada de la realidad. Entonces los chavos descubrían
una imagen distinta Así, ellos forjaron lo que yo llamo nuevos gestos
nacionalistas. Quizá es un poco controvertida la manera en que lo
planteo, pero tengo bases para hacerlo.
-¿Ya se entiende eso en México?
-Creo que todavía falta más rescate histórico;
hace falta que se conozcan de manera amplia las imágenes de los
jipis mexicanos y ver las imágenes de la bandera mexicana en Avándaro
con el símbolo de amor y paz en lugar del águila. Son imágenes
fuertes, pero que forjan un nuevo lenguaje y nueva conciencia. Y todo eso
es parte de un proceso de desmitificación del 68, porque está
lleno de mitos. Creo que la apertura de archivos que se está dando
ayudará a desmitificarlo. Los mitos son importantes, ayudan a forjar
conciencia, pero luego pueden se peligrosos, porque crean un estancamiento
de la conciencia que han ayudado a generar.