Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 23 de junio de 2002
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Política

Jenaro Villamil

El porno-ágrafo

En un solo día de declaraciones, el secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, logró una hazaña comunicacional difícil de igualar: desnudó con el chantaje de la "argentinización" el proyecto económico real de la presente administración, devaluó el peso y ganó, al mismo tiempo, las ocho columnas de la pornográfica prensa escrita con desplantes sólo equiparables al de algún otro símil sudamericano en este concurso del dogma ágrafo.

Al día siguiente, el jefe Diego no perdió oportunidad para recordarnos su casto origen litigante y salió a la defensa de Gil Díaz con una verdadera perla que remite a Punta Diamante: "No veo por qué los intelectuales consideran que su talento no se va a difundir porque hay impuestos. Ellos pueden decir lo que quieran del presidente de la República y de los políticos, y nosotros no los podemos tocar, porque se dehacen como terroncitos de azúcar. šEso no me parece! El intelectual es como yo, como ustedes, nada más que a veces no tienen un modelo honesto de vida" (La Jornada, 22 de junio de 2002, p. 22).

Con esta declaración el coordinador de la bancada panista en el Senado cerró la pinza del silogismo hacendario: si en México la pornografía es lo que más se lee, y los editores e intelectuales se ofenden, entonces ellos son pornógrafos y no tienen un "modo honesto de vivir".

ƑQué dirá de esta apreciación la compañera del gabinete de Gil Díaz, Josefina Vázquez Mota, autora exitosa del libro šDios Mío! Házme Viuda, por Favor, uno de los betsellers más vendidos en una de las cadenas de restaurantes de la Ciudad de México, o el propio Carlos Abascal Carranza, descendiente de una familia de editores de textos bíblicos y otros escritos más decentes que novelas "satánicas" como Aura? ƑConsiderarán igual de pornográfico a Carlos Cuauhtémoc Sánchez, uno de los autores consentidos de esta generación del cambio?

En el fondo, lo que han dicho Gil Díaz y Diego Fernández de Cevallos es la confesión más honesta de agrafía de la presente clase política en el poder: la lectura no le interesa a este gobierno y si se pueden castigar fiscalmente a editores de todo lo que sea letra impresa (libros, revistas y periódicos, principalmente), tanto mejor. Lo importante no es el monto de lo que se recaudará (cálculos de Hacienda revelan que serán 300 millones de pesos, apenas el 0.1 por ciento de los 30 mil millones de pesos que la industria televisiva y radiofónica evade gracias al pago en especie del 12.5 por ciento de tiempo fiscal). La lógica es otra: según Gil Díaz, sólo se lee mayoritariamente pornografía. Curiosamente, reportajes transmitidos esta semana en los noticiarios televisivos documentaron que la industria pornográfica más fuerte es la de videos, no la de revistas.

La otra conclusión indirecta es todavía más perniciosa: si los ciudadanos leen serán más críticos. Si se refuerza la industria editorial se promueve algo más peligroso que la pornografía: el criterio propio y la capacidad de análisis. Es mejor considerar a los "intelectuales" -ah, esos "terroncitos de azúcar" del jefe Diego- como los únicos excéntricos deshonestos que se preocupan por el conocimiento y la lectura.

En esta lógica porno-ágrafa no se requieren estímulos para la industria editorial porque los mexicanos se conforman con un spot televisivo de cánticos hermosos que nos rubrique el paraíso foxista con la frase "es posible". ƑPara qué contrarrestar la falta de lectura si lo más importante es el rating: el último programa de Big Brother alcanzó una audiencia récord de 35.7 puntos de audiencia, con picos que rebasaron los 40 puntos el domingo 18 de junio? Los triunfadores del casting ágrafo demostraron que para tener éxito y ganar 2.5 millones de pesos no se requiere leer ni crear sino aparecer en pantalla. El club de La China, el Rasta, el Doc, la Negra, el Pato et. al. ganaron en 106 días lo que el Grupo de Contemporáneos ya hubiera querido en años de trabajo intelectual.

En otros países desarrollados se ha demostrado que los estímulos fiscales para la industria editorial no son privilegios sino derechos sociales para promover el desarrollo democrático en una sociedad. En países de la Comunidad Europea estos estímulos están estrechamente relacionados con otro tema que le parece pornográfico al titular de Hacienda: la excención del Impuesto sobre la Renta a los derechos de autor.

También en otros países y en otros momentos históricos se ha considerado que es más fácil disfrazar la ignorancia y el autoritarismo de la élite sin una promoción del libro y de la prensa escrita. Eso lo aplicó Francisco Franco cuando persiguió a los republicanos españoles y muchos de los intelectuales incómodos emigraron a México para forjar iniciativas editoriales ambiciosas como el Fondo de Cultura Económica. Eso lo sabe la actual derecha europea: desde Silvio Berlusconi, el magnate de los medios electrónicos y presidente de Italia, hasta Jean-Marie Le Pen, incansable promotor de la censura y el odio al trabajo intelectual en Francia. Eso lo sabía también Domingo Cavallo, el homólogo de Gil Díaz que provocó el derrumbe de Argentina.

 

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